Veneramos “a María y a José; y a ti, Niño, acostado en el pesebre”, te adoramos y acogemos en los más débiles Los Magos, buscadores de verdad y vida, nos representan (Epifanía del Señor (06.01.2019)

Jesús quiere que toda la humanidad sea su “clero, cuerpo y copartícipe de su vida”

Comentario:también los gentiles son coherederos(Ef 3,2-3a.5-6)

Buen texto para celebrar la “Epifanía (manifestación) del Señor”. Esta carta circular a los cristianos del Asia Menor (península de Anatolia, en Turquía) recuerda la unidad de la humanidad. Todos tenemos origen en el amor y la libertad del Dios, Padre de Jesús de Nazaret. Jesús se siente ungido por el Espíritu del Padre para unir a todos –judíos y no judíos- en su mismo sentir y vivir. El texto de hoy proclama una gran verdad cristiana: “el misterio” de Jesús es para toda la humanidad. Este “misterio” es el proyecto del Dios, “al que nadie ha visto”, manifestado en la vida de Jesús de Nazaret. Cristo, consciente de la voluntad del Padre, quiere unir a toda la humanidad en un modo de vida -lo llamaba “reino de Dios”- que él vive y anuncia. Jesús patentiza y entrega el Espíritu divino como la gran “gracia”, que nos habita, y capacita para amar como ama Dios, y para esperar la gloria del Amor ahora y después de esta vida.

Leemos dos fragmentos: 3, 2-3ª y 3, 5-6:

1º. “Supongo que habéis oído hablar de la distribución (τὴν οἰκονομίαν:la economía) de la gracia de Diosque se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles” (v. 2). La carta entiende la realidad histórica como “economía (ley de la casa) de la gracia de Dios”. Todo es gracia, don, de Dios. La vida es la casa de Dios. La vida de Jesús es una intervención divina singular en el mundo. Más singular incluso que la realizada en la tradición judía de los Padres y profetas de Israel. En Jesús de Nazaret, hijo del pueblo judío, “se manifestó la Bondad de Dios nuestro Salvador y su Amor al ser humano, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna” (Tit 3,4-7).

Pablo entendió su conversión a la misión de Jesús como un regalo: “Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio”. Este regalo lo interpreta como una “revelación” divina: “Pablo, apóstol no de parte de hombres ni por mediación de ningún hombre, sino por Jesucristo y Dios Padre… Os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo” (Gál 1,1.11-12).

2º. El misterio de Jesús “no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos (ὃ ἑτέραις γενεαῖς οὐκ ἐγνωρίσθη τοῖς υἱοῖς τῶν ἀνθρώπων: el cual en otras generaciones no fue dado a conocer a los hijos de los hombres), como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas” (v. 5). Este proceso es la “economía” de Dios que abrazamos con fe al aceptar a Jesús. Su “economía” es su administración del tiempo, su envío de Jesús, “el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1,9-10).

El “misterio de Jesús” implica la realización plena de toda persona:también los gentiles son coherederos (συνκληρονόμα: con-clero, coheredad), miembros del mismo cuerpo (σύνσωμα: con-cuerpo) y partícipes de la misma promesa (συνμέτοχα τῆς ἐπαγγελίας: coparticipación de la promesa) en Jesucristo, por el Evangelio” (3,6). Jesús quiere que toda la humanidad sea “clero, cuerpo y copartícipe” de la bienaventuranza que él nos trae. El concilio Vaticano II recuerda esta universalidad: “Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo… debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios... Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo (Hb 1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto envió Dios al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los creyentes el principio de asociación y unidad en la doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciones (cf. Hch 2,42 gr.)” (LG 13).

Oración:también los gentiles son coherederos (Ef 3,2-3a.5-6)

Jesús del Amor a todo ser humano:

celebramos tu epifanía (“manifestación”) a todos;

los Magos, buscadores de verdad y vida, nos representan;

la “estrella”, que les guía, te simboliza a ti,

luz verdaderaque alumbras a toda persona...” (Jn 1,9).

El Misterio original, creador, está oculto a todos:

a Dios nadie lo ha visto jamás;

Dios unigénito, que está en el seno del Padre,

es quien lo ha dado a conocer”.

Tú te presentas como su Palabra, su Verbo:

“el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria:

gloria como del Unigénito del Padre,

lleno de gracia y de verdad(Jn 1,18.14).

Tú lo llamabas Padre tuyo y nuestro:

su Bondad llega a todos: judíos y paganos, justos y pecadores;

acompaña y comparte los sufrimientos de todos;

trabaja para suprimir o mitigar cualquier dolor;

sueña la vida como un banquete de pan y alegría...

Tú quieres que este Misterio inspire toda vida:

sed misericordiosos como vuestro Padre” (Lc 6,36);

esta experiencia del Misterio te movía a amar a todos;

buscabas a los últimos, a los que menos vida tienen;

acogías a leprosos, pobres, fracasados morales...;

te enfrentabas a todo lo que deteriora la vida:

ricos acaparadores, tiranos, leyes inhumanas…;

ritos, ceremonias, ofrendas… que buscan camelar al Misterio;

supersticiones, engaños…, que tranquilizan la conciencia...;

organizaciones al servicio y honor de sus dirigentes…

Este Misterio, tu Padre, te fortaleció para dar la vida:

diste la cara ante el sistema religioso embaucador;

sus dirigentes decidieron tu muerte porque peligraba su organización;

optaste por cuidar la vida antes que cumplir la ley;

tras curar a un enfermo en sábado, deciden deshacerse de ti (Mc 3,1-6);

sábado, ley, institución... son para el bien humano.

Este Misterio de Amor sigue brillando hoy:

también los gentiles son coherederos (con-clero),

miembros del mismo cuerpo (con-cuerpo)

y copartícipes de la misma promesa”;

toda la humanidad está invitada a tu proyecto;

la Bondad y el Amor de Dios siguen brillando en ti, Jesús;

tu Buena Noticia sigue viva entre nosotros:

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados,

y yo os aliviaré.

Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí,

que soy manso y humilde de corazón,

y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mt 11,28s).

Al celebrar tu Manifestación, abierta a todos:

nos sincerarnos en tu presencia;

rechazamos toda avaricia de poder, riqueza, imposición...;

amamos la verdad de las cosas, la vida honrada, la ayuda mutua;

veneramos “a María y a José;

y a ti, Niño, acostado en el pesebre” (Lc 2, 16),

te adoramos y acogemos en los más débiles.

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