“El Señor mismo en virtud del bautismo y de la confirmación nos destina a la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia” Queremos, Jesús, aceptar tu “gracia” como María (Inmaculada Concepción 2ª lect. 08.12.2024)

Los cristianos compartimos la misión de Jesús

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, atendiendo una solicitud de la Conferencia Episcopal Española, ha dispensado de la observancia de las normas litúrgicas que imponen el traslado de la solemnidad de la Inmaculada Concepción al lunes siguiente, por lo que en España se celebra este domingo dicha solemnidad. Para ello, y con el fin de no perder el sentido del domingo II de Adviento, debe observarse lo siguiente: La segunda lectura de la Misa debe ser la del segundo domingo de Adviento. En la homilía debe hacerse mención del Adviento. En la oración universal se debe hacer, al menos, una petición con el sentido del Adviento, y concluir con la oración colecta del domingo II de Adviento.

Comentario:que vuestro amor siga creciendo más y más…(Flp 1,4-6.8-11)

“Hechos de los Apóstoles” narran la llegada de Pablo a Filipos, norte de Grecia, donde fundaría la primera iglesia europea: “Nos hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días” (He 16, 6-12). Segundo viaje del Apóstol Pablo, hacia el año 50. A la orilla del río, anuncia el evangelio a un grupo de mujeres. Lidia será la primera bautizada europea. A pesar del poco tiempo de evangelización, arraiga bien lo fundamental cristiano.

El fragmento lo inicia el v. 3, no leído:doy gracias a mi Dios cada vez que os recuerdo; siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy” (vv. 3-5). “Mi Dios” es “Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef 1,3); lo repetirá en 4,19: “mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades”. El motivo de acción de gracias es doble:

a) “sobre el total recuerdo de vosotros (ἐπὶ πάσῃ τῇ μνείᾳ ὑμῶν). Recuerdos que son una “gran alegría” para todo misionero al ver que la gente encuentra vida en el amor de Jesús que él entrega.

b) En el texto original no hay punto, sino una simple coma: “sobre (ἐπὶ) la participación común vuestra (τῇ κοινωνίᾳ ὑμῶν) hacia dentro del evangelio (εἰς τὸ εὐαγγέλιον) desde primer día hasta el ahora (ἀπὸ πρώτης ἡμέρας ἄχρι τοῦ νῦν). Buena lección pastoral, que Pablo agradece: evangelizar “desde el primer día” en comunión con los receptores, escuchando sus preguntas, situación, deseos, miedos… El evangelio es la respuesta de Jesús a la vida entera (inteligente, volitiva, emocional, material…). La preposición de acusativo “εἰς” indica dinamismo hacia dentro. Mover hacia el interior del evangelio (espíritu de Jess) es nuestra misión.

Pablo está convencido de la constante acción divina pro evangelio (Jn 5,17):Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús” (v. 6). La misma persuasión manifiesta en 1ª Corintios: “Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo” (1Cor 1,8; 15,58; 1Tes 4,24).

El versículo 7, no leído, remarca la colaboración:Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo en el corazón, porque tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís mi gracia (συνκοινωνούς μου τῆς χάριτος πάντας ὑμᾶς ὄντας: siendo todos vosotros coparticipantes de mi gracia)”. “A la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, están todos destinados por el Señor mismo en virtud del bautismo y de la confirmación” (LG 33).

La segunda parte del texto descubre las entrañas del cristiano, máxime si es responsable-pastor:

a) “Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús” (v. 8).Pablo “jura”, pone a su Dios por testigo de que “echo de menos a todos vosotros en las entrañas de Cristo Jesús” (ἐπιποθῶ πάντας ὑμᾶς ἐν σπλάγχνοις Χριστοῦ Ἰησοῦ). Entraña de Cristo es su amor desinteresado. “A todos vosotros”: sin favoritismo, nepotismo… Cualidad imprescindible, máxime del que ejerce algún servicio comunitario: preside, animador juvenil, catequista, ecónomo, visitador de enfermos, cantor del coro... Contrario a esto es el clericalismo que impone leyes eclesiales según sus intereses.

b) “Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores” (vv. 9-10a). El contenido de la oración es el crecimiento del amor caritativo (ἡ ἀγάπη) “en conocimiento” (ἐν ἐπιγνώσει) y “en toda comprensión” (πάσῃ αἰσθήσει). La dirección del crecimiento bien señalada en el v. 10a. Literalmente: “hacia el distinguir vosotros las cosas que valen (εἰς τὸ δοκιμάζειν ὑμᾶς τὰ διαφέροντα)”. El amor ayuda al conocer comprensivo. Desde otras actitudes (desamor, poder, riqueza, sumisión…), se dificulta encontrar la voluntad del Padre.

c) “Así llegaréis al Día de Cristo limpios (εἰλικρινεῖς: sinceros, que dan vueltas a su mente para elegir lo mejor) e irreprochables(ἀπρόσκοποι: sin tacha, que no causan ofensa o escándalo voluntariamente, que no prevé, incautos), cargados de frutos de justicia (πεπληρωμένοι καρπὸν δικαιοσύνης: plenos del fruto de justicia), por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios” (vv. 10b-11). Estas tres cualidades (sinceridad, sin mala intención y llenos de la justicia-amor de Jesús) son gloria y alabanza de Dios, fin último de nuestra existencia. Como reconoce san Ignacio: “El hombre es criado para alabar (reconocer), hacer reverencia (acoger su don) y servir (hacer realidad el sueño divino) a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima (vivir con sentido pleno) …” [EE 23].

Oración:que vuestro amor siga creciendo más y más…(Flp 1,4-6.8-11)

Tu venida, Jesús, es la gran misión del Padre:

tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito,

para que todo el que cree en él no perezca,

 sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,

sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3,16).

El Amor divino ha llegado a nosotros en tu vida:

amor que no encuentra “sitio en la posada” (Lc 2,7);

amor que comparte la suerte de los más débiles;

amor que abraza a los marginados;

amor gratuito y libre, sin espera de recompensa.

Pablo está capacitado para ser tu misionero:

tus entrañas, tu amor, tu Espíritu:

Esto que siento por vosotros está plenamente justificado:

os llevo en el corazón,

porque tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio,

todos compartís mi gracia.

Testigo me es Dios del amor entrañable

con que os quiero, en Cristo Jesús”.

Pablo agradece ser misionero de tu amor:

Doy gracias a mi Dios cada vez que os recuerdo;

siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría.

Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio,

desde el primer día hasta hoy.

Pablo pide a Dios el crecimiento de tu amor:

Esta es mi oración:

que vuestro amor siga creciendo más y más

en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores”;

ese amor nos hace “sinceros, sin mala intención

y llenos de tu justicia-amor”;

así seremos “gloria y alabanza de Dios”;

“salvaremos nuestras personas”: la vida tendrá sentido pleno.

Pablo confía plenamente en tu amor:

Esta es nuestra confianza:

que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena obra,

la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.

Todos compartimos la “gracia” de Pablo:

el Espíritu derramado en el bautismo;

la consagración básica, común, la de tu Espíritu,

que nos iguala en fraternidad;

que nos da la misma dignidad y libertad;

que nos hace amarnos como tú nos amas;

que nos infunde el deseo y afán por tu Reino...

Jesús, misionero del Padre:

hoy miramos a tu Madre, María de Nazaret;

a ella le anuncian “la gracia”:

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28);

ella contesta a la “gracia”:

He aquí la esclava del Señor;

hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38);

“la gracia”, tu “gracia”, se hizo realidad:

el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria:

gloria como del Unigénito del Padre,

lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).

Queremos, Jesús de todos, aceptar tu “gracia” como María:

sentirnos tu “Iglesia”, llamados y copartícipes de tu misma misión;

respetar la dignidad y libertad de tu amor que habita en todos;

anunciar el evangelio del Amor, confiados en tu Espíritu.

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