“Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación” SANTA MARIA, MADRE DE DIOS (01.01 2021): “La cultura del cuidado como camino de paz”
“No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás, especialmente de los más débiles”
Comentario: “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 16-21)
La octava de Navidad celebra la maternidad divina de María y la Jornada por la Paz. Dos citas repiten la meditación cordial de María (Lc 2 ,19.51b). El misterio le sobrecoge y desborda. Todo “lo protege dándolo vueltas en su corazón” (“panta sinetérei... simballousa en tê kardía autês”). Siempre agradecida por “haber mirado la humildad de su esclava” (Lc 1, 48). Desde el inicio los cristianos rezan a María como “Madre de la iglesia” y guía para vivir en contemplación amorosa: “ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
La jornada de la paz responde a la felicitación de año nuevo. En la tradición judeocristiana, la paz es objetivo primordial del querer divino: “El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Núm 6, 26). El Vaticano II reflexiona sobre la paz en “Gaudium et Spes (n. 77-93). No es ausencia de guerra, ni resultado del solo equilibrio de fuerzas, ni fruto de la hegemonía despótica. Es “obra de la justicia” (GS 78). Como los profetas: “la obra de la justicia será la paz,su fruto, reposo y confianza para siempre” (Is 32,17). La paz supone el bien personal, la comunicación libre de bienes intelectuales y espirituales, el respeto a la dignidad individual y colectiva, “el apasionado ejercicio de la fraternidad” (GS 78). Jesús nos trae la paz dándonos su Espíritu: “Pues el mismo Hijo encarnado, príncipe de la paz, por su cruz reconcilió a los hombres con Dios y, restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo, mató al odio en su propia carne y, exaltado en la resurrección, derramó el Espíritu de caridad en los corazones de los hombres” (GS 78).
“La Iglesia se convierte en signo de fraternidad” al dialogar dentro de ella, con los hermanos separados, con los hombres religiosos, con los no creyentes, con los opositores y perseguidores de la Iglesia (GS 92). Sabemos que no siempre es así. Está pendiente mucho diálogo con curas casados, con mujeres que pretenden tener los mismos derechos que los varones, con teólogos, con intelectuales cristianos, con muchos sectores que quieren cambiar leyes no exigidas por el Evangelio... “Muchos obispos y la curia romana prefieren que se acabe el trabajo pastoral y la disolución de las comunidades antes que crear, como hizo la Iglesia antigua, nuevos ministerios. O dar nueva vida a ministerios antiguos o transformarlos... La Iglesia actual pierde su identidad manteniendo unos ministerios que casi nadie quiere asumir...” (G. Schöllgen: ¿La Iglesia primitiva como modelo? Selecciones de Teología. Julio-septiembre 2020, n.235, p. 177).
“La cultura del cuidado como camino de paz”, mensaje del papa Francisco. “Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día”.
- “En el relato bíblico de la creación, Dios confía el jardín “plantado en el Edén” (cf. Gn 2,8) a las manos de Adán con la tarea de “cultivarlo y cuidarlo” (cf. Gn 2,15)”.
- “Amós (2,6-8; 8) e Isaías (58), en particular, hacían oír continuamente su voz en favor de la justicia para los pobres, quienes, por su vulnerabilidad y falta de poder, eran escuchados sólo por Dios, que los cuidaba (cf. Sal 34,7; 113,7-8)”.
- “Cristo se acercaba a los enfermos del cuerpo y del espíritu, curaba; perdonaba a los pecadores y les daba una vida nueva. Jesús era el Buen Pastor que cuidaba de las ovejas (Jn 10,11-18; Ez 34,1-31); era el Buen Samaritano que se inclinaba sobre el hombre herido, vendaba sus heridas y se ocupaba de él (Lc 10,30-37)”.
- “Los cristianos de la primera generación compartían lo que tenían para que nadie pasara necesidad (Hch 4, 34-35) y se esforzaban por hacer de la comunidad un hogar acogedor, abierto a todas las situaciones, listo para hacerse cargo de los más frágiles”.
- Fundamento de la cultura del cuidado son los principios de la doctrina social de la Iglesia: promoción de la dignidad y de los derechos de la persona; el bien común, la solidaridad y protección de la creación”.
- “Qué valiente decisión sería «constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares “un Fondo mundial” para poder derrotar el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres»”.
- “Una educación «más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión»”.
- “«En muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia» [Carta. enc. Fratelli Tutti (3 octubre 2020), 225]”.
Oración:María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón (Lc 2, 16-21)
Jesús, lleno de Espíritu Santo:
tu madre “también imploraba con sus oraciones el don del Espíritu” (LG 59)
en medio de la primera comunidad, dolorida y perpleja;
la memoria de su corazón fortalecía la esperanza,
animaba la fe personal y comunitaria,
encendía el amor de la familia nueva, creada por ti, su Hijo.
Ella les ayudó a meditar los hechos y dichos de tu vida:
desde el nacimiento, el pesebre, los pastores...;
todo es analizado desde el corazón, intuyendo el amor divino;
todo “lo protege dándolo vueltas en su corazón”,
comparando, valorando, interrogando...
descubriendo la voluntad de Dios en la propia vida.
La meditación de tu madre preparó la Iglesia:
en la convicción de que nada ni nadie puede separar del amor de Dios;
en la esperanza de que el amor es la palabra definitiva;
en la entrega decidida a construir el Reino de Dios;
en la “protección de tu palabra, dándola vueltas en nuestro corazón”.
Siguiendo el llamado del Papa, queremos hoy:
- “fijar nuestra mirada en la Virgen María,
Estrella del Mar y Madre de la Esperanza;
- trabajar todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte
de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida.
- no ceder a la tentación de desinteresarnos de los demás,
especialmente de los más débiles;
- no acostumbrarnos a desviar la mirada” (Mensaje del Papa 2021).
Hoy, primer día del año, estos son nuestros deseos, Señor:
“erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación,
que suele prevalecer hoy en día”;
acoger la voluntad del Creador que nos confía el jardín “plantado en el Edén”
a nuestras manos con la tarea de “cultivarlo y cuidarlo”;
oír la voz de los profetas “en favor de la justicia para los pobres,
quienes, por su vulnerabilidad y falta de poder,
eran escuchados sólo por Dios, que los cuidaba (cf. Sal 34,7; 113,7-8)”;
“acercarnos a los enfermos del cuerpo y del espíritu, curarlos;
perdonar a los pecadores y darles una vida nueva”;
como “los cristianos de la primera generación, compartir lo que tenemos
para que nadie pase necesidad (Hch 4, 34-35);
esforzarnos por hacer de la comunidad un hogar acogedor,
abierto a todas las situaciones humanas,
listo para hacerse cargo de los más frágiles”.
Somos conscientes de los infortunios que nos rodean:
desde la pandemia y sus consecuencias,
hasta los desequilibrios familiares, raciales y sociales;
en la misma Iglesia no tenemos tu paz:
imposiciones innecesarias, no evangélicas, amargan la vida a muchos;
varones y mujeres no son uno en Cristo, por leyes eclesiales;
autoritarismo clerical que se impone contra los derechos humanos...
¡Cuánto Espíritu Santo necesitamos!:
Tú, Jesús resucitado, “obras ya por la fuerza de tu Espíritu en el corazón del hombre,
no sólo despertando el anhelo de la vida futura,
sino animando, purificando y robusteciendo los proyectos
que humanizan la vida humana
y someten toda la tierra al servicio del hombre” (GS 38).
Aviva, Jesús, nuestro espíritu para sintonizar con tu Espíritu:
“Los cristianos... no pueden desear nada más ardientemente
que servir siempre más generosa y eficazmente a los hombres de hoy” (GS 93).
Que sintamos también a tu madre, María, comprometida con nosotros:
en esta lucha diaria por humanizar la vida de todos,
especialmente la de aquellos que menos vida tienen.
Preces de los Fieles (Santa María, Madre de Dios 01.01.2021)
El papa Francisco nos ha recordado que “el año 2020 se caracterizó por la gran crisis sanitaria de la Covid-19, que se ha convertido en un fenómeno multisectorial y mundial, que agrava las crisis fuertemente interrelacionadas, como la climática, alimentaria, económica y migratoria, y causa grandes sufrimientos y penurias”. Nos ha propuesto “La cultura del cuidado como camino de paz”. Pidamos, por intercesión de María, Madre de Dios, participar en esta tarea diciendo: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Por la Iglesia:
- que promueva dentro de ella el respeto y el cuidado de los derechos humanos;
- que “no imponga más cargas que las indispensables” (He 15,28).
Roguemos al Señor: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Por las intenciones del Papa (Enero 2021):
- que “el Señor nos dé la gracia de vivir en plena fraternidad
con hermanos y hermanas de otras religiones,
rezando unos por otros, abriéndonos a todos”.
Roguemos al Señor: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Por nuestra sociedad:
- que surjan “artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación
y de reencuentro con ingenio y audacia”.
Roguemos al Señor: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Por los gobernantes:
- que “la brújula” de actividad sea “garantizar la seguridad de las personas,
la promoción de la paz y del desarrollo humano integral,
la lucha contra la pobreza y la satisfacción de las necesidades de salud”.
Roguemos al Señor: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Por quienes presiden nuestras iglesias:
- que “compartan lo que tienen para que nadie pase necesidad”;
- que “hagan de la comunidad un hogar acogedor, abierto a todas las situaciones humanas, listo para hacerse cargo de los más frágiles.
Roguemos al Señor: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Por esta celebración:
- que nos afiance la “cultura del cuidado para erradicar la indiferencia, el rechazo, la confrontación;
- que nos dé a sentir “preferencia para los pobres, la educación de los pequeños y del pueblo, la asistencia a los abandonados y a cuantos sufren”.
Roguemos al Señor: “toda persona es `hermana querida´ (Flm 16)”.
Padre de todos, queremos que bendigas este año que iniciamos hoy. Nos ofrecemos a ti, prometiendo escucharte en las distintas circunstancias de la vida, sobre todo en la vida de los más débiles. Contamos con María, madre de Jesús y madre nuestra, que vive ya contigo por los siglos de los siglos.
Amén.
Leganés, 1 de enero de 2021