Queremos ahora contemplar tu camino de la cruz: para sentir el amor del Padre, que no abandona nunca VIACRUCIS DEL AMOR VERDADERO
Siguiendo el evangelio de Lucas
| Rufo González
ORACIÓN INICIAL
Comenzamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Jesús, camino delamor crucificado:
queremos contemplar los momentos finales de tu vida,
“tu hora”, tu momento por excelencia;
donde brilla la verdad que dirigió tu existencia.
Tu vida no agradaba a los dirigentes de tu pueblo:
denunciaste su centro religioso como “mercado” y
“cueva de bandidos”;
les acusaste de marginar la misericordia y la fraternidad;
de mantener a la gente sencilla en ignorancia y fanatismo;
de utilizar a Dios para su encumbramiento personal;
de sostener la pobreza y la enfermedad como castigos divinos.
Te declararon blasfemo por sentirte hijo de Dios:
no aceptaron tu palabra de que venías de parte de Dios;
ni el testimonio de tus obras de amor;
ni tu entrega a los pequeños y débiles...
Tu camino de cruz sigue hoy vivo:
hay personas como tú, Jesús, hermano de todos,
que viven sirviendo amorosamente a los demás;
que celebran tu memoria alentados por tu Espíritu;
son “benditos de tu Padre” por vivir su mismo amor.
Queremos ahora contemplar tu camino de la cruz:
para sentir el amor del Padre, que no abandona nunca;
para dar alma a nuestros caminos desalmados;
para trabajar por la fraternidad en medio del odio y la venganza;
para construir la paz como fruto del respeto a los derechos humanos;
para procurar vida digna a quien se cruza con nosotros.
PRIMERA ESTACION
Jesús instituye la eucaristía
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 14-20)
Y cuando llegó la hora, Jesús se sentó a la mesa y los apóstoles con él y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios». Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios». Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN:
Tu camino de amor, Jesús de todos, brilla en la eucaristía;
se hace realidad tu deseo ardiente de comer con nosotros;
gracias a la resurrección, eres presencia inmediata:
al reunirnos en tu nombre y al escuchar tu palabra,
al ponernos en las manos del Padre,
al compartir el pan y el vino.
Al acoger tu vida entregada, sentimos tu Espíritu:
nos dejamos asimilar por Ti, Jesús resucitado;
vamos pensando y sintiendo como tú;
vamos haciendo la fraternidad, la Iglesia.
Cristo Jesús, amor constante, presencia real en nuestras vidas:
que nuestras eucaristías sean reflejo de nuestra vida;
que nuestras eucaristías nos incorporen a tu camino de cruz.
PADRE NUESTRO...
SEGUNDA ESTACION
Jesús en el huerto de Getsemaní
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 39-46)
Jesús salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en tentación». Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación».
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN:
Jesús lleno del amor del Padre:
“en medio de tu angustia, oras con más intensidad”;
no han comprendido tu bondad y preferencia por los más débiles;
los dirigentes te han declarado enemigo del pueblo;
prefieren eliminarte antes que convertirse a tu amor;
hasta un discípulo te traiciona y pasa al enemigo;
los otros, tristes, se duermen en la inconsciencia.
Incomprendido, acudes al Padre del amor:
«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz;
pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».
Tu alimento era hacer la voluntad del Padre:
amar como el Padre ama, incluso a los enemigos;
crear una sociedad de hermanos que compartan lo que tienen;
renunciar a la acumulación egoísta, a honores y al dominio.
Necesitamos ´tu misma cercanía al Padre:
«¿Por qué dormís?
Levantaos y orad, para no caer en tentación»,
para no dar un paso en falso,
para no volver atrás en el camino del amor y la verdad
PADRE NUESTRO...
TERCERA ESTACION
Jesús es apresado
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 47-53)
Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?». Viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?». Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él: «¿Habéis salido con espadas y palos como en busca de un bandido? Estando a diario en el templo con vosotros, no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas».
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús, amigo de Judas hasta el final:
tu vida encuentra la cerrazón de Judas Iscariote;
se ha dejado seducir por promesas de dinero, poder, honores...;
prefiere servir a la institución antes que a la verdad y a los pobres.
Las personas libres, como Tú, tienen mucho peligro:
queréis igualar en dignidad a todos;
tenéis preferencia por los más débiles;
buscáis la libertad y la realización de todos;
escucháis, compartís, animáis al amor incondicional...
“Han salido con espadas y palos como a caza de un bandido”:
así te considera la institución y sus responsables;
creen que hay que expulsarte de la comunidad;
creas desafección a quienes la dirigen y representan;
desacreditas la brillantez del culto y sus agentes;
tu enseñanza no es homologable con la ley y el orden establecido.
Corrigiendo la violencia de los tuyos:
respetas la libertad de las tinieblas;
sólo el amor, sin trampas, se deja hacer prisionero del odio.
PADRE NUESTRO...
CUARTA ESTACION
La mirada de Jesús devuelve el amor a Pedro
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 54-62)
Después de prenderlo, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro estaba sentado entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo: «También este estaba con él». Pero él lo negó diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después, lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pero Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Y pasada cosa de una hora, otro insistía diciendo: «Sin duda, este también estaba con él, porque es galileo». Pedro dijo: «Hombre, no sé de qué me hablas». Y enseguida, estando todavía él hablando, cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús que miras como el Padre del cielo:
te contemplamos mirando a Pedro, cobarde y asustado;
había hecho un esfuerzo para conocer cómo te iban las cosas;
al sentirse descubierto, tuvo miedo;
su amor no daba más de sí;
la fuerza bruta esclaviza,
adormece los ideales más limpios;
dijo que no te conocía, ni tenía que ver nada contigo.
Tu mirada y el canto del gallo, le recordaron tu amor:
conocía tu corazón de amor incondicional;
sabía que tienes capacidad ilimitada de perdonar y comprender.
“Saliendo afuera, lloró amargamente” su deslealtad.
El amor que “todo lo soporta” despertó el amor de Pedro:
sus lágrimas le llevarían a ser testigo humilde tuyo;
impediría postrarse ante él: “levántate, también yo soy un hombre” (He 10,26);
se enfrentaría a quienes quieren imponer lo que tú impusiste:
“¿por qué tentáis a Diosimponiendo
sobre el cuello de los discípulos un yugo,
que ninuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?” (He 15,10);
sólo querrá evangelizar, instando “que no se olviden de los pobres” (Gal 2,10);
“confirmaría a sus hermanos en la fe” hasta dar la vida (Lc 22,32).
PADRE NUESTRO...
QUINTA ESTACION
Jesús ante el Senado del pueblo judío
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22,66-71)
Cuando se hizo de día, se reunieron los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas; lo condujeron ante su Sanedrín, y le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les dijo: «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder. Pero, desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del poder de Dios». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les dijo: «Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Tu vida, Jesús del amor, ha llegado al Consejo supremo:
sacerdotes, seglares aristócratas y letrados en teología y leyes,
poder religioso, económico y doctrinal;
conocen tus obras y palabras contrarias a sus instituciones:
el Templo es “mercado y cueva de bandidos” (Jn 2,16; Lc 19,46);
ellos “encargados” criminales de la viña del Señor (Lc 20,9-19;
difamados y prostitutas están más cerca del reino que ellos (Mt 21,31s);
sacerdotes y levitas no cumplen lo más importante (Lc 10,31-32);
desean honores y poder, oprimen y manipulan (Lc 20,45-47; Mt 23,1-36).
Ellos, representantes de Dios, no pueden tolerarte:
- “Si tú eres el Mesías, dínoslo»”.
- “Si os lo digo, no lo vais a creer...”.
- “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?”.
- “Vosotros lo decís, yo lo soy”.
- “¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios?
Nosotros mismos lo hemos oído de su boca”.
Ya habías tenido una conversación similar:
“¿decís vosotros: `¡Blasfemas!´,
porque he dicho: `Soy Hijo de Dios´?
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis,
pero si las hago, aunque no me creáis a mí,
creed a las obras, para que comprendáis y sepáis
que el Padre está en mí, y yo en el Padre” (Jn 10,36-38).
No miran al Hijo de Dios que reza el Padre nuestro...;
ni al Hijo de Dios que ama a todos: justos e injustos...;
ni al Hijo de Dios que cura y ayuda.
Perdón, Jesús, por defender instituciones antes que tu obra:
ocultamos delitos y delincuentes para conservar honores institucionales;
excluimos de nuestro amor a quien no piensa como nosotros;
perseguimos y hasta eliminamos si no es de “los nuestros”;
prohibimos enseñar en tu nombre a quien no cumple nuestra ley,
aunque su vida y palabra sean evangelio tuyo;
no reconocemos al Hombre como hijo del Padre y hermano.
PADRE NUESTRO...
SEXTA ESTACION
Jesús conducido ante Pilato
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 1-7)
Y levantándose toda la asamblea, lo llevaron a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey». Pilato le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le responde: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Pero ellos insistían con más fuerza, diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
El poder religioso te acusa ante el poder civil:
“anda amotinando a nuestra nación”;
“oponiéndose a que se paguen tributos al César”;
“diciendo que él es el Mesías rey”.
Pilato dice: “no encuentro ninguna culpa en este hombre”.
Al enterarse que eres de Galilea,
te envía a Herodes, ahora en Jerusalén.
Son las maniobras del poder:
criticar al poder es “amotinar al pueblo”, turbar a los sencillos;
atreverse a pensar por sí mismo atenta contra la autoridad doctrinal,
contra los guardianes de la tradición y sus verdades indiscutibles...;
creen que sólo ellos tienen acceso al significado exacto de lo sagrado y
que tenemos que pensar lo que ellos piensan y deciden;
hay que echar a mesías y profetas que amenazan la paz del pueblo;
“Vosotros no hagáis así” (Lc 22,24-26; y par.):
Tú propones la libertad como camino de verdad;
verdad de las cosas es tarea humana, difícil, abierta a todos;
tu Espíritu de amor no dispensa de esfuerzos humanos;
quieres que todos puedan investigar y aportar luz;
imponer silencio, doble medida, autoritarismo... no son tu Evangelio.
Cristo, que piensas y actúas con libertad, sin violencia:
ayúdanos a ser fieles a la dignidad de toda persona.
PADRE NUESTRO...
SÉPTIMA ESTACION
Jesús ante Herodes
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 8-12)
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le contestó nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados entre sí.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del silencio ante Herodes, asesino del Bautista:
¡qué gran curiosidad de este rey de Galilea por conocerte!;
Lucas cuenta que “el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba
y no sabía a qué atenerse, porque unos decían
que Juan había resucitado de entre los muertos;
otros, en cambio, que había aparecido Elías,
y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo.
¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».
Y tenía ganas de verlo” (Lc 9,7-9).
También “unos fariseos se acercaron a decirte:
`sal de aquí, porque Herodes quiere matarte´;
respondiste a su desafío astuto: “id y decid a ese zorro:
mira, yo arrojo demonios hoy y mañana...” (Lc 13,31-32).
Sus “preguntas con abundante verborrea” lograron tu silencio:
colaboran también “los sumos sacerdotes y los escribas
acusándote con ahínco”;
te desprecian y se burlan vistiéndote de blanco como a un loco;
se reconcilia con Pilato reenviándote para que disponga a su antojo.
Los amigos del poder no pueden comprenderte:
crueldad y violencia sólo merecen silencio y resistencia.
Jesús, manso y humilde de corazón:
envía sobre nosotros tu Espíritu de paz y tolerancia,
de agrado y lealtad, de sencillez y dominio de sí,
de libertad y de amor sufrido.
PADRE NUESTRO...
OCTAVA ESTACION
Jesús condenado a muerte
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 13-25)
Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos vociferaron en masa: «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás». Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Por tercera vez les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Diversos poderes se unen contra ti, Jesús del amor:
el poder sagrado, retenido en exclusiva por los sacerdotes;
el poder económico, asomado en Judas sobornado y engañado;
el poder del miedo, aparecido en Pedro que niega conocerte;
el poder de Pilato, acosado por el pueblo y el emperador de Roma.
Sumos sacerdotes, magistrados y pueblo:
te han juzgado y condenado;
se han dejado llevar por la violencia de la historia,
para mantener el orden que eliminar al disidente;
libertad y amor gratuito han sido condenados en tu persona;
todos quieren imponerse por la fuerza.
Escuchamos la impotencia del poder de Pilato:
no ha encontrado ningún delito que merezca la muerte;
a pesar de eso, hace caso a la inquina de los sacerdotes;
se deja intimidar por el griterío del pueblo;
suelta a un criminal y entrega un inocente a la muerte;
el poder institucional le vuelve incapaz del amor justo;
antepone su permanencia en el poder a la verdad y la justicia;
entra en el sistema de juzgar y condenar, incluso al inocente.
Jesús del reino, ayúdanos a salir de la injusticia:
danos un corazón como el tuyo, que “no juzga,
porque nos has venido para juzgar al mundo,
sino para salvar al mundo” (Jn 12,47).
PADRE NUESTRO...
NOVENA ESTACION
El cireneo lleva la cruz y Jesús dice:“no lloréis por mí”
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 26-31)
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Cristo, hermano de los “cireneos” de la historia:
Simón de Cirene representa a discípulos de tu cruz;
“Si alguno quiere venir en pos de mí,
que se niegue a sí mismo,
tome su cruz cada día y me siga” (Lc 9,23).
Tu Espíritu anima a llevar la cruz del amor:
a compartir tiempo con enfermos sin familia ni amigos;
a visitar las cárceles, que tan pocos voluntarios tienen;
a preparar y repartir comida en dispensarios gratuitos;
a cobijar a niños huérfanos o de familias rotas;
a entregar amor libre y creativo a cualquier necesidad.
Gentío del pueblo y de mujeres lloran por ti:
es el pueblo sencillo que sólo puede llorar y quejarse;
les comprendes y les invitas a llorar por ellos mismos;
deben tomar conciencia de lo que les espera;
tú, “leño verde”, es decir, ofreciendo vida y amor,
has sido rechazado y encaminado hacia la cruz;
¿qué será de los “leños secos”, sociedad violenta,
fascinada por el dinero y el poder?
Jesús resucitado:
haznos nacer, rebrotar, como árbol del amor y la paz;
queremos ser “leños verdes”, cargados de vida,
comprometidos en tu reino,
dignos hermanos tuyos, sufriendo contigo.
PADRE NUESTRO...
DÉCIMA ESTACION
Jesús crucificado perdona
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 32-38)
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del amor gratuito:
Te contemplamos crucificado en medio de dos malhechores;
has vivido el espanto, el dolor sin medida, de la crucifixión;
en medio del tormento mantienes tu amor sin violencia;
manifiestas así el amor pleno de Dios Padre / Madre.
No reparas la injusticia ni aplacas a un Dios enojado:
te matan por ser fiel a tu proyecto de amor sin medida;
eres víctima de la violencia contra el amor que iguala y hermana.
Crucificado, das otro testimonio de amor inaudito:
“Padre, perdónalos porque no saben 1o que hacen”;
perdón suplicado por la víctima, derroche de amor gratuito;
quieres reconciliarte con quienes te están agrediendo;
sin venganza, sin llevar cuentas del mal;
sólo el amor, la nueva vida, te está sosteniendo en la cruz.
No quieres morir, quieres vivir compartiendo el amor:
que siempre disculpa, y no lleva cuenta del mal;
que tolera la libertad violenta del pueblo inconsciente;
que tolera autoridades tiránicas y soldados fanatizados;
Cristo Jesús: que tu amor nos acompañe siempre,
sobre todo en situaciones de incomprensión y condena.
PADRE NUESTRO...
UNDÉCIMA ESTACION
Jesús promete el paraíso al malhechor arrepentido
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 39-43)
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús dador de vida, incluso en la misma muerte:
terminas tu vida amando gratis a los que te matan;
angustiado y confiado, te pones en las manos del Padre;
te quitan la vida y tú la ofreces sin odio al que te la dio;
esperas que el amor del Padre responda a tu confianza;
conviertes así el odio en amor, la violencia en caricia de vida;
revelas el silencio de Dios como amor siempre.
Un compañero de cruz te rechaza como Mesías del amor:
el mesías de su dios violento tiene que arrasar a los enemigos;
él sólo intuye salvación como liberación de la muerte física;
para él no tiene sentido el silencio, el perdón, el rezar a Dios...
Otro compañero intuye el misterio de tu vida nueva:
- “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”;
tu respuesta le llena el corazón de esperanza:
- “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
El es la felicidad que todos buscamos:
el amor en esta vida es paraíso, vida entregada, dichosa;
tras la muerte es amor colmado, sin medida, en plenitud.
“Hoy” mismo, al morir, entramos en el mundo futuro:
en la donación más plena del amor, el Amor, Dios mismo.
PADRE NUESTRO...
DUODÉCIMA ESTACION
Jesús muere poniéndose en las manos del Padre
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 44-49)
Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo todo esto.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús, tú mueres amando porque te sientes siempre amado:
desde el fondo de tu alma agitada y temblorosa,
invocas a tu Dios, al Padre que tú has vivido y predicado;
al que ama a todos en toda ocasión,
al que tiene predilección por los pobres, enfermos, marginados;
al que siempre escucha y trabaja por el reino del amor y la vida.
Te han matado por vivir tu proyecto de no violencia activa:
eres víctima del amor gratuito;
has creado la fraternidad universal;
has manifestado la paternidad divina como amor total,
amor que ofrece vida a cambio de nada.
Tu fe en el amor del Padre te ha llevado al patíbulo:
tal vez has arriesgado demasiado;
ya no hay tiempo de rectificar;
tu amor gratuito y sin violencia ha sido condenado;
solo cabe creer en el Dios que resucita a los muertos.
A esta fe, como Abraham, te entregas:
- “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
Dios, tu Padre, te recibe en la cruz, te ama crucificado;
te incorpora a su amor pleno;
se manifiesta del todo como Padre / Madre.
PADRE NUESTRO...
DECIMOTERCERA ESTACION
Jesús estrena sepultura
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (Lc 23, 50-56)
Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús muerto y sepultado:
hasta tu entierro es vergonzante;
como el de un marginado social, un drogadicto,
un delincuente común, un apestado de la sociedad.
José de Arimatea, “miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo
(no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos)...
aguardaba el reino de Dios” (Lc 23,50s);
“hombre rico, discípulo tuyo” (Mt 27,57);
“discípulo oculto por miedo a los judíos” (Jn 19,38);
estaba muy de acuerdo con tu amor y espera;za;
intuía el Reino de Dios,
pero los intereses y la presión social fueron más fuertes.
Movido a compasión, quiere agradecerte tu trabajo:
pide a Pilato tu cuerpo muerto;
lo descuelga de la cruz
–Juan dice que le ayudó Nicodemo, otro discípulo oculto-;
te en envuelven en un sudario;
te ponen en un sepulcro donde no habían puesto a nadie todavía.
Sólo un grupo de mujeres, compañeras tuyas desde Galilea,
siguen a José de Arimatea, y son testigos de tu enterramiento.
Con ellas, con José y Nicodemo, veneramos tu cuerpo muerto:
tu cuerpo, fiel compañero, testigo de todo tu amor;
descansa en paz, en las manos del Amor que siempre le movió;
en tu cuerpo muerto veneramos nuestros cuerpos,
vivos o muertos, incinerados o enterrados, perdidos o recuperados;
todos son dignos de tu amor, dignos de tu sepulcro nuevo;
sepulcro abierto al infinito de tu amor eterno;
donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2).
PADRE NUESTRO...
DECIMOCUARTA ESTACION
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (24,1-12)
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar». Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos. Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús muerto y resucitado:
Contemplamos la fidelidad a tu cuerpo recién sepultado;
unas discípulas, María Magdalena, Juana y María la de Santiago,
acuden a mimar tu cuerpo roto, a ungirlo adecuadamente.
“Las mujeres, que te habían acompañado desde Galilea,
te siguieron, y vieron el sepulcro
y cómo había sido colocado tu cuerpo.
Al regresar, prepararon aromas y mirra.
El sábado descansaron de acuerdo con el precepto.
El primer día de la semana, de madrugada,
lasmujeres fueron al sepulcro
llevando los aromas que habían preparado” (Lc 23,55-24,1).
Son mujeres, servidoras, las que intuyen tu vida nueva:
tu vida y confianza en el amor del Padre encendieron sus almas;
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí. Ha resucitado.
El recuerdo de tus palabras les confirma su presentimiento:
“el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores,
ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Pedro va al sepulcro, se admira y tardará en creer;
ellas anuncian tu vida nueva a los apóstoles, aunque no las crean;
son el primer grupo creyente, reunido en tu nombre,
las primeras misioneras del Amor que vive siempre;
ellas sigue hoy cuidando tu cuerpo crucificado en los más débiles.
PADRE NUESTRO...
DECIMOQUINTA ESTACION
Los discípulos de Emaús “lo reconocen al partir el pan”
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (24, 13-35)
Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Contemplamos a dos discípulos que abandonan tu proyecto:
no creyeron el sobresalto de “algunas mujeres de nuestro grupo,
que habían ido muy de mañana al sepulcro,
y no habiendo encontrado su cuerpo,
vinieron diciendo que está vivo”;
ellos decidieron vivir para sí mismos y regresan a sus labores.
Mientras desahogan su decepción, tú vas con ellos:
les haces recordar tu historia de servicio, de amor a los más pobres;
reviven tu confianza en el Dios que ama siempre;
les traes palabras sobre el Mesías, rechazado por los injustos.
“Su corazónarde mientras les hablas y explicas las Escrituras”:
mientras repasan lo que dicen las profecías más limpias;
mientras comprenden el amor del Padre manifestado en tu vida.
“Vamos a hacer lo que nos dijo”, se dirían el uno al otro:
parten el pan y se lo ofrecen mutuamente;
“a ellos se les abrieron los ojos y te reconocieron”.
Vuelven a la comunidad a dar su testimonio;
“era verdad, ha resucitado el Señor”, les dicen ya todos.
Este es el núcleo de nuestra fe, Jesús resucitado:
en la muerte por amor has encontrado la vida;
estás vivo y nos acompañas siempre;
amar y dar la vida por los hermanos es vivir para siempre.
PADRE NUESTRO...