La Iglesia, Pueblo de Dios, está “desmasculinizada”: hay muchas más mujeres que hombres. Lo “masculinizado” es el clero, el poder sacralizado, la jerarquía Los clérigos usan a María para justificar la “masculinización” del poder endiosado

El Papa Francisco desconcierta cuando habla de las mujeres (y 3)

Completo hoy la reflexión sobre la desconcertante actitud del Papa Francisco ante el papel de la mujer en la Iglesia. El primer artículo (RD 14.12.2024) analizaba el discurso a “los participantes en el Congreso internacional sobre el futuro de la teología”, del Dicasterio para la Cultura y la Educación (9 diciembre 2024). No puede defenderse que la “intuición femenina” puede aplicarse a todo, menos a los ministerios ordenados.

El segundo artículo (RD 21.12.2024) glosaba las “palabras espontáneas” que dirigió a los miembros de la Comisión Teológica Internacional (30 noviembre 2023). Dada la inflamación de sus pulmones, entregó el discurso escrito, y se limitó a decir unas pocas palabras, iniciadas con: “Hay algo que no me gusta de ustedes, perdonen mi sinceridad. Una, dos, tres, cuatro mujeres: ¡pobrecitas! ¡Están solas! Ah, perdón, cinco. ¡En esto debemos avanzar!”. Terminó: “esta es una tarea que les pido, por favor: desmasculinizar la Iglesia”. Pero, si la que está masculinizada es la Jerarquía, no la Iglesia.

Hoy comento el discurso a la Delegación de la Comisión Permanente de «Manos Unidas» (9 diciembre 2024). En el inicio del discurso, recuerda “la figura de la Madre de Dios”. “Pensando en la labor que, con la sensibilidad y la fortaleza propias del genio femenino, ustedes realizan en la erradicación de esos males que siguen golpeando a tantas naciones”. Desde la ideología clerical, resulta difícil aceptar que la psicología actual no adjudica “propiedad” exclusiva de cualidades psicológicas, emocionales e intelectuales a ningún género. Es convencional, cultural, incluso interesado en algunas sociedades, atribuir y considerar ciertas características como masculinas o femeninas.

Queda peor la razón que aduce: “Porque la Virgen María es la Mujer por excelencia”. María, la madre de Jesús, es modelo para todo cristiano, hombre o mujer. Dijo sí a Dios y cooperó con su Hijo. Por ser mujer no tiene que ser modelo social de vida femenina. Fue mujer de su tiempo, sometida a usos y costumbres hoy inexistentes. Cierto: “María, con el corazón radicado en Dios, continúa atenta a las necesidades de sus hijos, solícita para ir a su encuentro y llevarles la consolación del Señor”. Pero es discutible que “Ella es el modelo plenamente realizado de nuestra humanidad, a través del cual, por la gracia de Dios, todos podemos contribuir para mejorar nuestro mundo”. María es modelo de fe, de caridad, de esperanza. Pero, de ahí no puede concluirse que sea modelo social en todo su comportamiento, propio de la sociedad en que vivió. Ser fiel a su conciencia no quiere decir que haya que vivir ahora las costumbres patriarcales de aquella sociedad porque ella lo viviera.

Sabemos cómo los clérigos utilizan a María. Argumentan que, como Jesús no eligió a su madre como apóstol, las mujeres no pueden ser obispos, presbíteros, diáconos. Si Jesús hubiera querido que las mujeres desempeñaran ministerios “ordenados”, dicen, habría hecho a su Madre, apóstol y dirigente de su Iglesia. Hacen responsable a Jesús de la masculinización de los dirigentes eclesiales. Y luego dicen querer “desmasculinizar la Iglesia”. La Iglesia, Pueblo de Dios, está “desmasculinizada”: hay muchas más mujeres que hombres. Lo “masculinizado” es el clero, el poder sacralizado, la jerarquía, los que presiden y deciden de modo definitivo. Si quieren “desmasculinizar la Iglesia”, como Francisco pide a los teólogos, abran el ministerio “ordenado” a hombres y mujeres. Ese es el sector “masculinizado” de la Iglesia. Lo demás vendrá por añadidura.

Con “lo demás” aludo al modo de ejercer el poder en la Iglesia. Los varones no han logrado realizarlo como quería Jesús: “Jesús, llamándolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos»” (Mc 10,42-45; Mt 20,25-28; Lc 22.25s). Quizá la mujer, que ha sufrido la marginación, sea capaz de eliminar la tiranía, la imposición no evangélica, el servilismo inhumano.

Aplaudo que el Papa denuncie la “cultura machista, que tiene a la mujer como un ser humano de segunda categoría”. Creo que exagera cuando dice: “nos olvidamos de que las que llevan adelante el mundo son las mujeres y —dicen algunos— son las que mandan”. Al mundo, la familia, los pueblos “los llevan adelante” hombres y mujeres. También los hombres “se acercan a la necesidad con sensibilidad tan rica” como las mujeres. Lo mismo que dijo de la “señora Úrsula, la Presidenta de la Comisión Europea, médico y madre de 7 hijos” que resolvió un problema político “como hacemos las mamás”, puede decirse de muchos padres de familia que resuelven problemas “como hacemos los padres”.

Según va cambiando la mentalidad popular, pasando del patriarcado a la igualdad de género en derechos y dignidad, podemos encontrar hombres y mujeres que tienen igual compasión y tenacidad”. La “misión específica”, que “Manos Unidas, Asociación Pública de fieles de la Iglesia católica en España, lleva a cabo”, pueden desempeñarla mujeres y hombres. Si, en principio se encargaron las mujeres de Acción Católica, era porque la Iglesia tenía separadas las asociaciones católicas por género. Hasta en los bancos de los templos estaban separados mujeres y hombres. “Luchar contra el hambre, el subdesarrollo y la falta de instrucción; comprometiéndose, además, en trabajar para erradicar las causas estructurales que producen estas cosas” es y debe ser propio de mujeres y hombres.

Al final terminó diciéndoles el mismo Francisco: “este cometido se hace posible solamente con una visión cristiana del ser humano, que tenga como fundamento el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia”. Esta visión evangélica es patrimonio de hombres y mujeres. Lo mismo habría que decir de todo ministerio, bien sea fruto del sacramento del Orden o de carismas y encargos eclesiales. La actual discriminación de género, mantenida por algunas iglesias cristianas -católica, ortodoxa-, no convence a infinidad de teólogos. El hecho de que Jesús “eligiera sólo a hombres” para Apóstoles y los sucesores de éstos siguieran esa misma pauta no prueba que esa era su voluntad para siempre. De este hecho “es lícito pensar” que fue una decisión apropiada a la cultura de la época. Bíblicamente no consta que sólo y únicamente los hombres pueden representar a Jesús como cabeza de su Iglesia. De hecho, varias iglesias cristianas, inspiradas en el Nuevo Testamento, “ordenan” mujeres.

El resto del discurso vale para mujeres y hombres: “Hermanas y hermanos, los animo a seguir adelante con su hermosa misión de voluntariado, de asistencia, de caminar juntos… Los invito a ser peregrinos de esperanza y a reorientar la vida hacia Jesús, también a través de su contribución a la mejora material, al progreso moral y desarrollo espiritual de los más frágiles y necesitados, para ayudarlos a conseguir una vida que responda a la dignidad de hijos de Dios. Deseo que este tiempo de Adviento, en la espera paciente, llena de esperanza en las promesas de Dios, nos ayude a todos a alcanzar una renovación espiritual para contribuir en la tan deseada construcción de la civilización del amor... Que Jesús, en cada persona que ustedes encuentren, en cada persona que asistan, los bendiga; y la Virgen Santa los acompañe con su intercesión y amor maternal… Si vos no lo mirás a los ojos al mendigo, si vos no le tocás la mano, tu limosna no vale nada, porque no sale de tu corazón, sale sólo de tu bolsillo. Prediquen esto: mirar a los ojos y tocar la mano. Gracias.”.

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