En defensa de Pablo VI: “Esta ley del celibato es muy apta, especialmente hoy”
A mi correo personal ha llegado este comentario de Lucho Pizarro, que comparte las tesis de Pablo VI sobre “esta ley antigua, sagrada y providencial del celibato sacerdotal”. Contesto brevemente. Los artículos que estoy escribiendo sobre la “Sacerdotalis Caelibatus” son mi mejor contestación.
Contestación:
l. ¿No te parece exagerado lo de “nada a favor del sacerdocio cristiano y por ende del celibato”? “Algo” digo “a favor del sacerdocio cristiano y del celibato”. Los creo dones del Espíritu Santo. No es poco. Pero no los identifico. Puede haber sacerdocio cristiano sin celibato y viceversa.
2. Me gusta la oración del card. Mercier, pero para todo bautizado, célibe o casado
“Quiero entregarme a mi soberano Dueño absolutamente, totalmente en el tiempo y en la eternidad. Sí, Señor, tú sólo serás mi heredad, el objeto de mis deseos, de mi culto, de mi amor: a ti todo el fruto de mis trabajos”. Desde “amarás al Señor tu Dios con todo el corazón” hasta el “quien no deja padre, madre... no puede ser discípulo mío” se está hablando de la total entrega a Dios, que nunca es rival del ser humano. Amamos a Dios con todo el corazón y seguimos a Jesús plenamente, amando a los hermanos y cuidándoles... Esto vale para todos, célibes y casados.
3. Atribuir en exclusiva al sacerdote lo común a todo cristiano, es clericalismo
Mucho común ha sido atribuido exclusivamente a los clérigos. Lo principal, el concepto de “clero” (palabra griega que significa: suerte, lote, parte, herencia...). Hoy se usa para designar al estamento eclesiástico. Sin embargo en el N T se aplica a todos los cristianos. La idea de ser la parte o lote del Señor y sus herederos (He 20,32; 26,18; Rm 8,16-17; Gál 3,29; Ef 1,11.14.18; 5,5; Col 1,12; 3,24; l Pe 1,4; 5,3; Heb 9,15; 11,8), se aplica a la comunidad. Ella es la “raza elegida, sacerdocio regio, nación santa, pueblo para patrimonio de Dios” (1 Pe 2, 9). Igual el texto evangélico que citas: “Si quieres seguirme, toma tu cruz de todos los días y sígueme”. Este texto es para todo seguidor de Jesús. “Es posible, dices, que muchos sacerdotes todavía no hayan descubierto SU cruz”. La cruz propia sacerdotal es la que se deriva del “amor pastoral”, no la que conlleva el celibato. Ser célibe o casado es una opción distinta, que tendrá “su cruz” como toda elección. Lo que pedimos es que la elección del celibato no sea exigida para el ministerio. “No imponer más cargas que las necesarias” (He 15,28) es normativa eclesial revelada.
4. Me interroga este tu párrafo:
Creo armonizable la fe en la asistencia de Cristo y del Espíritu a la Iglesia con la reforma en ideas y prácticas eclesiales. Estas, que tú calificas “preconizadas por ciertos teólogos “contestatarios” de hoy”, no son tan nuevas. Muchas eran comunes en los primeros siglos de la Iglesia: elegir obispos y responsables de comunidades, celibato opcional, celebraciones más comunitarias, lengua vernácula, ministros sin uniformes, etc. La Iglesia ha ido cogiendo de pueblos y culturas cosas buenas y otras no tan buenas (esclavitud, recortes de libertades, apoyo a dictadores, gobiernos monárquicos, varias desigualdades en dignidad, títulos...). Aún la Iglesia, y el Vaticano, no han aceptado la Declaración de los Derechos Humanos... Esto no quita la asistencia del Espíritu,que no anula la torpeza humana, ni las decisiones regresivas, ni dispensa del discernimiento y trabajo por crecer y superarse en los avatares del dinamismo humano común a toda evolución cultural, religiosa, ética, humana...
5. Sobre Pablo VI y el celibato, sigo comentando la “Sacerdotalis Caelibatus”, su respuesta dos años después de la carta al Concilio, que me comentas. La ciencia y la mentalidad sobre el sexo, la valoración ética actual y la situación eclesial están pidiendo un nuevo discernimiento sobre esta ley. El Papa actual ha dicho que está en su agenda el darle una solución más adecuada. “Es de todo el Pueblo de Dios, sobre todo de sus pastores y teólogos, escuchar, discernir, interpretar y juzgar, con la ayuda del Espíritu Santo, las diversas voces de nuestro tiempo, a fin de que la Verdad revelada sea percibida más profundamente, entendida mejor y propuesta en forma más adecuada” (GS 44).
6. Pidamos al Espíritu que este problema no se cierre en falso
La libertad evangélica, la diversidad de carismas, la atención a las comunidades, la mentalidad actual... están exigiendo hoy eliminar la conexión legal entre sacerdocio y celibato. Lo pensamos muchos en la Iglesia como bueno y justo, deseable y factible. Aunque ello suponga, como todo cambio, sus problemas. Muchas confesiones cristianas nos llevan la delantera en este camino. No deja de ser curioso, por no decir injusto, que sacerdotes casados de otras confesiones (anglicana, protestante...), reciclados, puedan ejercer en nuestra Iglesia, y los nuestros no.
La paz contigo, hermano Lucho. Gracias por tu comentario. Has enriquecido el Blog.
Un abrazo fraternal.
Rufo González
La paz hermano.
Aquí mi comentario acerca del celibato.
Nada a favor del sacerdocio cristiano y por ende del celibato, amigo o hermano Rufo. Me hubiera gustado que terminara con la oración del cardenal Mercier que escribió acerca de su sacerdocio y de su celibato: “Quiero entregarme a mi soberano Dueño absolutamente, totalmente en el tiempo y en la eternidad. Sí, Señor, tú sólo serás mi heredad, el objeto de mis deseos, de mi culto, de mi amor: a ti todo el fruto de mis trabajos”
Veamos el hecho de que hoy muchos que han dejado el sacerdocio y se han casado de hecho, el celibato les resulta un problema. Tal es el caso de Erasmo, ya que fue hijo de un sacerdote infiel a sus compromisos. Hoy parece que la historia se repite ya que hoy muchos ponen en cuestión la ley del celibato, sin renegar por supuesto de su fe católica. Ante tantos escándalos de pedofilia y ciertas debilidades de la “carne” (la pedofilia se da en todos los campos) muchos se han preguntado si no sería preciso modificar o abolir una ley que para muchos les resulta una carga insoportable y demasiado pesada. Bueno, la cruz de Cristo pesaba más que todas las nuestras juntas. Y sin embargo el Maestro nos dice: “Si quieres seguirme, toma tu cruz de todos los días y sígueme”. Es posible que muchos sacerdotes todavía no hayan descubierto SU cruz.
Más arriba había mencionado a Erasmo porque la historia se repite. Porque las razones que hoy invocan a gritos los partidarios de la DISOCIACION entre sacerdocio y celibato en las estructuras y en la legislación de la Iglesia latina y las que aducen A FORTIORI los impugnadores más radicales del celibato sacerdotal, se encuentran casi todas ya enunciadas en la obras del gran humanista holandés. Es posible que Erasmo haya abordado este tema por dos razones: a) su nacimiento ilegitimo que le causaba sufrimiento y b) el lamentable estado moral en que se desenvolvían algunos obispos, sacerdotes y religiosas. Pero, ¿era el problema el celibato? Veamos. Para muchos el celibato hoy, les parece vivir una vida inhumana, contrario a los ideales del Evangelio y a los derechos humanos como persona. Afirman que no existe ningún texto bíblico que alabe el celibato y, en cuanto a sus orígenes, sostienen que proceden de los esenios.
Si ciertamente se cree en la Iglesia, es decir, en la asistencia de Cristo y del Espíritu Santo a través de los siglos y de las etapas de su desarrollo, ¿quién querrá o podrá descuidar la enseñanza de su Magisterio? ¿Cómo admitir que el Espíritu Santo que conduce a la Iglesia se haya adormecido durante seis o siete siglos y que solo se haya despertado bruscamente con las ideas y las prácticas preconizadas por ciertos teólogos “contestatarios” de hoy?
Por otro lado, amigo Rufo, me parece que no es completa en cuanto a la carta que le dirige el 11 (usted tiene fecha 10) de octubre de 1965 Pablo VI al cardenal Tisserant sobre el CELIBATO SACERDOTAL. Mi fuente difiere mucho al de usted: “No es oportuno un debate público sobre este tema, QUE EXIGE SUMA PRUDENCIA y que es de la máxima importancia. Es nuestro propósito, no sólo CONSERVAR con todas nuestras fuerzas esta LEY ANTIGUA, sagrada y providencial del celibato sacerdotal, sino también REFORZAR SU OBSERVANCIA, haciendo una llamada a los sacerdotes de la Iglesia latina para que tomen conciencia de las causas y razones que hacen que especialmente hoy haya que considerar esta ley del celibato COMO MUY APTA para que, gracias a ella, los sacerdotes puedan consagrar todo su amor SOLAMENTE a Cristo y dedicarse TOTAL y generosamente al servicio de las almas”. Pero, aunque prohibió que la cuestión se tratara en el Concilio, el Papa se la reservó para tratarla él mismo. Lo hizo sin demora, porque constató que había en la Iglesia y en algunos sacerdotes mucho malestar, dudas, y por parte de los fieles, escandalo por algunas noticias sensacionalistas de algunos medios de Comunicación.
Un rasgo característico de Pablo VI es ser sensible a las dificultades de los demás. No se contenta con pensar, cosa fácil para un intelectual, sino que siente, se angustia, sufre con los que están afligidos. Ha sentido profundamente la DIFICULTAD DE SER del sacerdote célibe en la sociedad actual. Pero también es consciente que el problema del celibato, es una cuestión de fe, de crisis de fe, o una debilidad de la fe. Como pasa en todos los matrimonios del mundo que están en el limbo del divorcio o de una separación temporal. Pablo VI señala también que el celibato no es un estado elegido de una vez para siempre, sino una conquista permanente. Siempre y cuando se viva espiritualmente. Pablo VI también veía las DESERCIONES DOLOROSAS que se daban en su tiempo, y que son las mismas que el papa Francisco ve. Se producen cuando un sacerdote, a mitad de su vida, considera que ha elegido mal (de igual manera sucede con los matrimonios en segundas nupcias), incluso que no ha sido libre en su elección. Entonces desea comenzar otra dirección para vivir lo que piensa debe ser su verdadera vida, su verdadera vocación. En un caso tan doloroso, Pablo VI admite la posibilidad de un cambio de estado de vida. No se trata de una “reducción al estado laical”, pues el estado laico no es un estado inferior. Además el sacerdote que se seculariza sigue siendo virtualmente sacerdote por la permanencia del carácter sacramental. Secularizarse no es, dice el Pablo VI, escapar de la necesidad del sufrimiento, de la cruz; no es estar dispensado de este amor absoluto. A Pablo VI le resultaba muy penoso dar estas dispensas a los sacerdotes. Les suplicaba a los sacerdotes que dudaban, que reflexionaran antes de la decisión. Pide a los amigos de estos sacerdotes que hagan TODO LO POSIBLE para persuadirlos, para ayudarlos a ser lo que habían elegido ser. Así era el corazón que tenía nuestro San Pablo VI.
Saludos, Lucho
Contestación:
l. ¿No te parece exagerado lo de “nada a favor del sacerdocio cristiano y por ende del celibato”? “Algo” digo “a favor del sacerdocio cristiano y del celibato”. Los creo dones del Espíritu Santo. No es poco. Pero no los identifico. Puede haber sacerdocio cristiano sin celibato y viceversa.
2. Me gusta la oración del card. Mercier, pero para todo bautizado, célibe o casado
“Quiero entregarme a mi soberano Dueño absolutamente, totalmente en el tiempo y en la eternidad. Sí, Señor, tú sólo serás mi heredad, el objeto de mis deseos, de mi culto, de mi amor: a ti todo el fruto de mis trabajos”. Desde “amarás al Señor tu Dios con todo el corazón” hasta el “quien no deja padre, madre... no puede ser discípulo mío” se está hablando de la total entrega a Dios, que nunca es rival del ser humano. Amamos a Dios con todo el corazón y seguimos a Jesús plenamente, amando a los hermanos y cuidándoles... Esto vale para todos, célibes y casados.
3. Atribuir en exclusiva al sacerdote lo común a todo cristiano, es clericalismo
Mucho común ha sido atribuido exclusivamente a los clérigos. Lo principal, el concepto de “clero” (palabra griega que significa: suerte, lote, parte, herencia...). Hoy se usa para designar al estamento eclesiástico. Sin embargo en el N T se aplica a todos los cristianos. La idea de ser la parte o lote del Señor y sus herederos (He 20,32; 26,18; Rm 8,16-17; Gál 3,29; Ef 1,11.14.18; 5,5; Col 1,12; 3,24; l Pe 1,4; 5,3; Heb 9,15; 11,8), se aplica a la comunidad. Ella es la “raza elegida, sacerdocio regio, nación santa, pueblo para patrimonio de Dios” (1 Pe 2, 9). Igual el texto evangélico que citas: “Si quieres seguirme, toma tu cruz de todos los días y sígueme”. Este texto es para todo seguidor de Jesús. “Es posible, dices, que muchos sacerdotes todavía no hayan descubierto SU cruz”. La cruz propia sacerdotal es la que se deriva del “amor pastoral”, no la que conlleva el celibato. Ser célibe o casado es una opción distinta, que tendrá “su cruz” como toda elección. Lo que pedimos es que la elección del celibato no sea exigida para el ministerio. “No imponer más cargas que las necesarias” (He 15,28) es normativa eclesial revelada.
4. Me interroga este tu párrafo:
“Si ciertamente se cree en la Iglesia, es decir, en la asistencia de Cristo y del Espíritu Santo a través de los siglos y de las etapas de su desarrollo, ¿quién querrá o podrá descuidar la enseñanza de su Magisterio? ¿Cómo admitir que el Espíritu Santo que conduce a la Iglesia se haya adormecido durante seis o siete siglos y que solo se haya despertado bruscamente con las ideas y las prácticas preconizadas por ciertos teólogos “contestatarios” de hoy?”.
Creo armonizable la fe en la asistencia de Cristo y del Espíritu a la Iglesia con la reforma en ideas y prácticas eclesiales. Estas, que tú calificas “preconizadas por ciertos teólogos “contestatarios” de hoy”, no son tan nuevas. Muchas eran comunes en los primeros siglos de la Iglesia: elegir obispos y responsables de comunidades, celibato opcional, celebraciones más comunitarias, lengua vernácula, ministros sin uniformes, etc. La Iglesia ha ido cogiendo de pueblos y culturas cosas buenas y otras no tan buenas (esclavitud, recortes de libertades, apoyo a dictadores, gobiernos monárquicos, varias desigualdades en dignidad, títulos...). Aún la Iglesia, y el Vaticano, no han aceptado la Declaración de los Derechos Humanos... Esto no quita la asistencia del Espíritu,que no anula la torpeza humana, ni las decisiones regresivas, ni dispensa del discernimiento y trabajo por crecer y superarse en los avatares del dinamismo humano común a toda evolución cultural, religiosa, ética, humana...
5. Sobre Pablo VI y el celibato, sigo comentando la “Sacerdotalis Caelibatus”, su respuesta dos años después de la carta al Concilio, que me comentas. La ciencia y la mentalidad sobre el sexo, la valoración ética actual y la situación eclesial están pidiendo un nuevo discernimiento sobre esta ley. El Papa actual ha dicho que está en su agenda el darle una solución más adecuada. “Es de todo el Pueblo de Dios, sobre todo de sus pastores y teólogos, escuchar, discernir, interpretar y juzgar, con la ayuda del Espíritu Santo, las diversas voces de nuestro tiempo, a fin de que la Verdad revelada sea percibida más profundamente, entendida mejor y propuesta en forma más adecuada” (GS 44).
6. Pidamos al Espíritu que este problema no se cierre en falso
La libertad evangélica, la diversidad de carismas, la atención a las comunidades, la mentalidad actual... están exigiendo hoy eliminar la conexión legal entre sacerdocio y celibato. Lo pensamos muchos en la Iglesia como bueno y justo, deseable y factible. Aunque ello suponga, como todo cambio, sus problemas. Muchas confesiones cristianas nos llevan la delantera en este camino. No deja de ser curioso, por no decir injusto, que sacerdotes casados de otras confesiones (anglicana, protestante...), reciclados, puedan ejercer en nuestra Iglesia, y los nuestros no.
La paz contigo, hermano Lucho. Gracias por tu comentario. Has enriquecido el Blog.
Un abrazo fraternal.
Rufo González