Curso de actualización para párrocos en Segorbe-Castellón Daniel Juan: “La parroquia no puede quedar reducida a una taquilla expendedora de partidas sacramentales”
El párroco es un pastor y no un funcionario que se limita a realizar su trabajo desde la exigencia de su oficio, ofreciendo servicios a quienes los solicitan.
| Baltasar Bueno , corresponsal en Valencia
Daniel Juan Tortosa, profesor de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica de Valencia, valor en alza en la Diócesis de Valencia, ha pronunciado la conferencia de la última reunión de sacerdotes jóvenes de este año, que se ha celebrado en los salones de la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, y que ha estado presidida por el obispo de la Diócesis, monseñor López Llorente, de quien se rumorea un inminente ascenso en la cúpula de la Iglesia española y consiguiente nombramiento para otra Diócesis.
Daniel Juan habló sobre el significado de ser párroco y sus tres principales funciones: regir, enseñar y santificar. La primera, regir, es una de las concepciones novedosas del pastor, “que toma distancia incluso de una visión sacral del sacerdocio, en favor de una comprensión más ministerial o misionera del oficio parroquial“, ha afirmado. Dicha dimensión “resalta la responsabilidad cercana y personal del párroco, que tiene que ir a buscar a la oveja y salir en busca de los que sufren“.
También ha destacado la comunión eclesial y la actividad misionera de lo que debe ser un párroco en salida, que visita a las familias, que da consuelo y ayuda, corrigiendo y fortaleciendo. Son todos verbos de acción, ha afirmado, “porque el párroco es un pastor y no un funcionario que se limita a realizar su trabajo desde la exigencia de su oficio, ofreciendo servicios a quienes los solicitan“.
La función pastoral del párroco -ha continuado- “testifica que la parroquia no puede quedar reducida a una taquilla de partidas sacramentales, expendeduría de sacramentos o institución benéfica y, en algún caso, espacio cultural. Si se pierde la dimensión personal que nace del encuentro gozoso con Cristo, el Buen Pastor, el trabajo pastoral podría quedar reducido a pura tarea de funcionario, la liturgia, en un ritualismo supersticioso y vacío, la acción caritativa, en un servicio social o filantrópico, y la evangelización, en propaganda religiosa ideologizada“.
En la conclusiópn, el profesor Juan dijo que la parroquia no puede quedar reducida a una taquilla de partidas sacramentales, expendeduría de sacramentos o institución benéfica y, en algún caso, espacio cultural. Si el párroco, como sujeto jerárquico, no tiene en cuenta esta realidad eclesiológica y eclesial, “las parroquias podrían empobrecerse, autoabasteciéndose endogámicamente y concibiendo la diócesis como un sujeto extraño y lejano, sin implicación real y evidente” en su día a día.