El Covid ha hecho que se prolongara durante dos años El Sínodo Diocesano de la Archidiócesis de Valencia concluirá los días 22 y 23 de mayo
La Asamblea final será en el Paraninfo de la Universidad Cardenal Herrera, en Alfara del Patriarca, el sábado 22. La Misa de conclusión, en la catedral de Valencia, el domingo 23 de mayo
"Entre las conclusiones se habla de proyectos de iniciación cristiana, catequéticos, renovación de la pastoral parroquial al servicio de la misión evangelizadora, agentes de evangelización, la mujer en la vida de la Iglesia, la familia, relación Iglesia, cultura y sociedad, la caridad en la vida de la Iglesia"
"En la Carta Pastoral de convocatoria del Sínodo Diocesano, el cardenal Cañizares marcó muy inteligentemente las líneas por donde había que discurrir el Sínodo, o aquellos aspectos que debía tener muy presente el movimiento sinodal, un recordatorio que parece ha sido tenido en cuenta"
"En la Carta Pastoral de convocatoria del Sínodo Diocesano, el cardenal Cañizares marcó muy inteligentemente las líneas por donde había que discurrir el Sínodo, o aquellos aspectos que debía tener muy presente el movimiento sinodal, un recordatorio que parece ha sido tenido en cuenta"
La Asamblea general final el Sínodo Diocesano de la Archidiócesis de Valencia se celebrará los próximos días 22 y 23 de mayo. El Sínodo fue convocado por el cardenal arzobispo Antonio Cañizares el pasado 15 de octubre de 2019 y debía haber concluido en la Pascua de Pentecostés de 2020, lo que imposibilitó las restricciones del coronavirus. Algunas reuniones fueron presenciaes y otras telemáticas.
Un total de 200 fueron los miembros de la Asamblea Sinodal elegidos por el prelado de entre sacerdotes y laicos, que se integraron siete comisiones, desde donde se consultó a las parroquias, órdenes religiosas, asociaciones, entidades y realidades diversas de la Iglesia Valenciana.
El comité central del Sínodo ha recapitulado las propuestas y sugerencias llegadas desde la basepara elaborar un documento que será presentado a la Asamblea Sinodal el próximo sábado 22 de mayo, la cual se reunirá en el paraninfo de la Universidad CEU Cardenal Herrera, sede de Alfara del Patriarca. La jornada se desarrollará durante todo el día, excepto el momento de la comida, la cual será servida en el cercano Seminario de Moncada, en cuya iglesia se celebrará la Eucaristía. La Misa con que finalizará el Sínodo tendrá efecto el domingo 23 en la catedral de Valencia.
No será hasta después del verano cuando el prelado, visto el documento provisional elaborado, firme el documento final y definitivo, dado que el Sínodo tiene carácter meramente consultivo. Entre las conclusiones se habla de proyectos de iniciación cristiana, catequéticos, renovación de la pastoral parroquial al servicio de la misión evangelizadora, agentes de evangelización, la mujer en la vida de la Iglesia, la familia, relación Iglesia, cultura y sociedad, la caridad en la vida de la Iglesia.
Las comisiones formadas fueron: Comisión técnica 1: Nueva evangelización e iniciación cristiana. .Comisión técnica 2: Familia y juventud. Comisión técnica 3: Parroquia evangelizadora. Comisión técnica 4: Laicado y mujer. Comisión técnica 5: Sacerdotes y vida religiosa. Comisión técnica 6: Evangelizar la Cultura. Comisión técnica 7: Vida y testimonio de caridad y nuevas pobrezas.
Una nueva evangelización
En la Carta Pastoral de convocatoria del Sínodo Diocesano, el cardenal Cañizares marcó muy inteligentemente las líneas por donde había que discurrir el Sínodo, o aquellos aspectos que debía tener muy presente el movimiento sinodal, un recordatorio que parece ha sido tenido en cuenta:
“No faltarán quienes ante esto se rasguen las vestiduras gritando que pretendo volver al régimen de cristiandad, la confusión de lo civil y de lo cristiano, del Estado y de la Iglesia, o que, por otra parte, abogo por una Iglesia espiritualista, desencarnada y desentendida de los grandes problemas que afectan a nuestra sociedad.
Todo lo contrario. Y que eso no puede estar en la base del Sínodo diocesano que impulse una genuina renovación de nuestra Iglesia diocesana. No trato de volver al pasado, sino sencillamente de reclamar que abordemos, de una vez por todas y decididamente la gran tarea de la nueva evangelización dentro de las condiciones de libertad religiosa reconocida por el Vaticano II —libertad que, por lo demás, algunos y desde diversas instancias pretenden cercenar, seguramente desde un confesionalismo laicista—.
Dentro del debido respeto a la libertad religiosa, el Evangelio reclama totalmente al hombre entero y que actúe conforme al Evangelio como Iglesia.”
Y continuaba:
“Una nueva evangelización es la única respuesta al reto de futuro que tenemos entre nosotros. Es lo que he pretendido al anunciar una convocatoria de un nuevo Sínodo diocesano. No espero ni pido a Dios, dador de todo bien, otra cosa que nuestra Iglesia diocesana sea evangelizada y sea evangelizadora. Y por ello espero inseparablemente la renovación de nuestra diócesis.
Muchas de las cosas que nos están pasando nos hacen sufrir, incluso las heridas y llagas que afligen a la Iglesia, entiendo que todas esas cosas son una llamada y una purificación para que la Iglesia, siendo Iglesia conforme la ha querido y quiere su Señor, Jesucristo, fortaleciendo su identidad de fe, reavive las raíces cristianas de nuestro pueblo, se entregue a la gran labor y el gran servicio a los hombres y a la sociedad, que es una nueva evangelización. Este es el reto de futuro, aquí se abre la gran esperanza.”
“Bajo la acción del Espíritu Santo que está sobre Jesucristo para anunciar la buena noticia a los pobres y a los que sufren (Cf. Lc 4), siguiendo las huellas de Jesús, Buen Samaritano que sale a nuestro encuentro despojándose de su condición divina y haciéndose uno de nosotros, pobre con los pobres, es preciso e inaplazable que demos el paso hacia todo hombre, en especial hacia quienes están siendo víctimas de la injusticia o de la marginación, hacia todos los alejados y orillados, hacia los despojados y heridos en la vida, y en su esperanza, hacia los inmigrantes, hacia los ancianos, enfermos y desvalidos, hacia los que sufren por cualquier causa, hacia los que necesitan consuelo y aliento, hacia los nuevos pobres que crea la sociedad moderna, hacia los pecadores y rotos.
Que vean en nosotros la cercanía más total, la acogida que refleja el Dios único y verdadero que no hace acepción de personas, que en su Hijo Jesucristo nos ha salido al encuentro de cada uno en su amor infinito, misericordioso y universal.
Que puedan palpar en nuestra solicitud amorosa y desinteresada, al Dios y Padre de la misericordia, Dios de todo consuelo, que les quiere sin límite ni ribera alguna, los acoge sin condiciones y sin esperar nada a cambio, los perdona, los ama, los cura y los llena de esperanza y restablece en su dignidad.
Que por nuestra cercanía y proximidad a los pobres, que mediante nuestra opción preferencial por ellos, como opción de Iglesia, se testimonie el estilo del amor de Dios, su providencia y su misericordia, y se siembren hoy en la historia aquellas semillas Carta Pastoral del Cardenal Arzobispo de Valencia del Reino de Dios que Jesús mismo, rostro del Padre, dejó en su vida terrena atendiendo a cuantos recurrían a Él para toda clase de necesidades espirituales y materiales”, acotaba.