A una personalidad desbordante de bondad Padre José Godoy sdb
Se enamoró de la espiritualidad de Don Bosco y la hizo suya para toda la vida. Promovió la proyección solidaria y caritativa más allá del estrecho límite de cada grupo. El Padre Godoy es la mejor expresión del auténtico devoto andino a la hermosa tradición sanbenitera.
| Baltazar Porras
DeTimotes en el páramo merideño recibimos el regalo de un niño nacido en un modesto hogar cristiano en el que los valores trascendentes estaban muy presentes. Su vocación cristiana se la debió a sus padres. El trabajo, la constancia, la convivencia con sus seres queridos y con los vecinos, la rica y variada expresión de la religiosidad popular con vistosidad, belleza, trabajo comunitario, en torno principalmente al santo negro Benito de Palermo, ayudaron a configurar una personalidad desbordante de bondad y de servicio al prójimo. Se enamoró de la espiritualidad de Don Bosco y la hizo suya para toda la vida.
Sus años de preparación al sacerdocio, al carisma salesiano, a la investigación y a la docencia, le dieron un rico instrumental para el ejercicio de su ministerio. Sus alumnos por más de cuatro décadas lo recuerdan con cariño porque sus enseñanzas de moral católica, fue desde sus inicios de avanzada.
El tiempo le ha dado la razón y lo convierte en uno de los mejores exponentes de la moral católica de la Venezuela postconciliar. Con el ejemplo fue mejor maestro: exigente, puntual, claro y conciso. Ni la enfermedad lo hizo abandonar sus obligaciones y lo hizo con una altura envidiable como si no llevara sobre sí los estragos de diversas dolencias.
Tanto el lupus como sus deficiencias renales que lo obligaban a un estricto control personal para conectarse a un aparato para su sobrevivencia no lo amilanaron. Al contrario, le ayudaron a crecer en su entrega a la oración y a la atención de su ministerio sacerdotal y docente. Escogía horas tempranas para la diálisis a fin de aprovechar el resto de la mañana para cumplir sus compromisos como si nada. Y todo lo hacía con alegría y disposición de servir.
Nunca olvidó su terruño. Compartía, cada vez que podía, las fiestas y las efemérides religiosas y familiares. Sus paisanos le tuvieron siempre una gran admiración y agradecimiento. Como devoto de San Benito era uno de sus cofrades más fieles. Horas de confesonario, charlas y pláticas para que la fiesta no se quedara en el relumbrón del hermoso colorido de las comparsas ni las horas de ensayo de las comparsas. Promovió la proyección solidaria y caritativa más allá del estrecho límite de cada grupo. El Padre Godoy es la mejor expresión del auténtico devoto andino a la hermosa tradición sanbenitera.
Estamos ante un exponente de lujo de la escuela salesiana y su espiritualidad en Venezuela. Fue en búsqueda de salud a Roma donde el deterioro que tenía fue irreversible. El sábado 9 de marzo su hermano Mons. Raúl Biord Castillo, obispo de La Guaira, presidirá en la ciudad eterna sus exequias.
Desde Timotes, sus familiares y paisanos, a lo que nos unimos el clero y fieles merideños, solicitan a los superiores salesianos que sus restos reposen en el Santuario de San Benito en Timotes para que sea faro y luz de nuevas vocaciones a la vida cristiana en toda su gama. Me siento honrado por haber gozado de su amistad y haber compartido aventuras apostólicas exitosas. Seguro que Don Bosco, María Auxiliadora y San Benito fueron el cortejo celestial que lo llevó al Dios uno y trino en el que creyó e hizo suyo durante toda su vida. Descanse en paz.
10.- 5-3-19 (3244)