Creo en un Dios sostenible III - (Un Dios justo no vengativo)
Te estoy oyendo, lector amigo, acusándome de olvidar la Justicia divina. Por desgracia, en nuestra religión están incrustadas las imágenes blasfemas de un "dios violento y vengativo", heredado del judaísmo.
Basta acercarse, como mínimo ejemplo, a la "doctrina oficial" sobre pasión y muerte o sobre el infierno eterno que he citado anteriormente.
Aún desde mi ignorancia quisiera volver a la sencillez del Evangelio. Solo unos ejemplos, aunque me gustaría leeros todo. ¿Dónde está la justicia de quien te dice: "ama a tus enemigos"? ¡Jolín, pero si me están matando…!
¿O la justicia de poner "la otra mejilla" a quien te golpea y "perdonar setenta veces siete"? ¿O la de dejar a las "ovejas buenas" para salir deprisa tras la "descarriada"? ¿O la de pagar el "salario completo" a quien solo trabajó una hora? ¿O la de hacer fiesta cuando vuelve derrotado el "hijo rebelde" que reclamó y malgastó "injustamente" la herencia? ¡El hijo mayor sí que era justo y reclamaba justicia con toda lógica!
O el póstumo: "¡Padre perdónalos porque no saben lo que hacen!". No dijo: "Perdónalos porque ya he satisfecho con mi sangre la deuda de los hombres y he pagado por sus pecados un justiprecio justo para que puedas abrirles las puertas del cielo". No, eso no se dijo ni en la cruz, ni en la predicación de Jesús.
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¡Anda caramba! Pues, mira por dónde, esto último es lo que nos enseñan todavía hoy sobre la Justicia de Dios. Esto es lo que sigue enhebrado en la doctrina, la liturgia, la catequesis, la predicación… (¡Pero qué ciegos, madre mía!).
La "oficialidad católica" (y quizás otros cristianos) sigue impertérrita en sus trece… dioptrías de visión oscura. A pesar de que muchos teólogos insignes (a los que adhiero mi vocecita mínima) insisten en que hay que "corregir errores" y enseñar la verdad al Pueblo de Dios, los de arriba erre que erre...
"¿Somos también nosotros ciegos? Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais culpa; pero como decís que veis, seguís en pecado" (Jn 9,40)…
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Y es que la justicia de que hablamos los hombres es generalmente venganza. No lo reconocemos, pero esa es la pura realidad. Los "buenos" ven intolerable que se perdone y agasaje a los "malos".
¡Eso es totalmente injusto, pero es el actuar del Dios de Jesús! Si no eres capaz de amar a este "Dios injusto", mejor búscate otro, porque tu cristianismo es de escayola.
Queremos meter a Dios en nuestros moldes y eso es imposible. Para alejarme de la percepción del "dios venganza" -subconsciente casi siempre- imagino a Dios como nuestro astro rey.
El sol siempre ilumina, da calor, es imprescindible para la germinación de las plantas, para la generación de la lluvia, para el desarrollo de la vida en nuestro planeta. Y siempre sale "sobre justos e injustos". ¿Es injusto nuestro sol y el que lo colgó en el universo?
Quien se esconde de Dios, quien no se expone a su benéfica presencia, puede llegar a congelarse o a convertirse en un animal de alcantarilla. Esa es la Justicia de Dios: El resultado de acercarse o alejarse de la fuente de la vida, del gozo de alimentarse de humanidad.
Nosotros mismos nos castigamos, es decir, sufrimos las "consecuencias" de nuestras decisiones. Y, a pesar de ello, Él nos sigue buscando para sacarnos de la oscuridad.
Dios no castiga, ni premia. Dios siempre está ahí esperando, como el padre del hijo pródigo, a que administremos nuestra libertad y desarrollemos nuestra inteligencia para darnos cuenta que la felicidad está en la "casa paterna". Pero somos nosotros los que decidimos, porque Dios no puede "desdecirse" de habernos creado libres.
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Si los "purgatorios e infiernos" de la vida no nos hacen buscar el "Sol" y morimos en la oscuridad de la alcantarilla, habrá Alguien que saldrá a la búsqueda y salvamento.
¡Pero si lo cuenta el Evangelio! ¿Qué es, si no, la salida urgente tras la "oveja descarriada"? ¿Sólo en el tiempo, como si Dios fuera un temporero? ¿Cambiará su criterio tras la muerte? ¡Yo confío en un Dios con principios eternos, no en un veleta!
¿Una "prostituta" me va a preceder en la llegada al cielo? ¡Venga ya! Si murió en pecado mortal… (¡Gracias, Señor, por ser tan paradójico e injusto! ¡Gracias por dejarme atisbar que tu Bondad no tiene límites, aunque nosotros nos empeñemos en reducirte!).
Así lo creo, así lo confieso y así lo espero. Porque mi Dios es "coherente" con el revelado en el Evangelio. Y es "sostenible", permanente, gozoso, asumible y comprensible. "¿Quién, entonces, podrá separarme del amor de Cristo?" (Rom 8,35).
Por desgracia, los guías de nuestra Iglesia no se han alejado demasiado de los errores de las jerarquías judías. No hay más que ver cómo visten, cómo ocupan los primeros puestos, cómo se aúpan en pedestales y tronos, cómo se consideran los únicos elegidos y verdaderos, etc. Todo muy evangélico, ya que no parece chirriarles en absoluto. Con todo, eso no es lo más relevante.
Lo peor viene al exigirnos a los fieles aceptar sin rechistar un Magisterio corrompido, anticuado e irracional en muchas de sus partes. ¿Y qué hacemos con la conciencia profunda? ¿Y qué hacemos con los gritos del Espíritu Santo que ruge en las entrañas? ¿Y qué hacemos con aquello de "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (He 5,29)?
Ahora lo digo a propósito de la Justicia de Dios, porque sus "interpretaciones oficiales" nos hunden en las garras de un "dios venganza" (creencia judía). Cuando en la Cruz aparece expresamente el "Dios perdón", que es el cristiano.
¡Me encantaría escuchar la voz de "pastores con olor a oveja"! Porque mucho me temo que una mayoría de los "próceres entronados" huelan a humedad y polvo de centenaria biblioteca.
Me lo decía mi antiguo confesor: "Suelen nombrar Obispos a los más inteligentes, a los que mejores notas sacaban en el Seminario, a los que más títulos consiguen, a la "creme de la creme".
Cuanto más medito, cuanto más oro, cuanto más busco al Dios Amor, menos entiendo el judaísmo de nuestros dirigentes y sus incoherencias.
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Los fieles necesitamos orantes, impregnados de la "libertad de los hijos de Dios", porque para liberarnos vino Cristo. Los "funcionarios de la religión" sirven para muy poco.
Necesitamos testigos y luz. Pero casi nunca encontramos ni lo uno ni lo otro. Incoherencias atávicas, letras muertas, ejemplos perversos, contradicciones venenosas. De eso se compone gran parte del alimento oficial, incluida la liturgia.
De nada parecen servir las voces de teólogos actuales, las certezas de clérigos y religiosos "convertidos al Evangelio", el esfuerzo de profetas que insisten en la necesidad de una profunda "conversión" evangélica.
Hoy los católicos pasamos hambre, salvo los que se alimentan de rutinas, ritos, adhesiones pasionales y ausencia de meditación. Y si los católicos practicantes nos encontramos sin "apacentar" (dar pasto espiritual) en contra de la "misión expresa" encomendada por el Señor… ¿Qué se puede suponer de los alejados e indiferentes, de las nuevas generaciones tan racionales? ¿Volveremos algún día a la coherencia evangélica, al "vino nuevo" (Mc 2,22), al "oísteis que fue dicho, pero yo os digo" (Mt 5,21)?
Sin coherencia, sin comprender desde la razón (instrumento que Dios nos ha dado), la religión se convierte en ideología o en superstición, incluso en idolatría. ¿Hasta cuándo Madre Iglesia nos tendrás desamparados como huérfanos, ciegos como fetos, hambrientos como mendigos?
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Yo solo puedo detectarlo y denunciarlo. ¡Ojalá seamos muchos los que clamemos como "perros cananeos" (Mc 7,30) hasta que tengan que oírnos!
Por desgracia, la mayoría de dirigentes son conformistas y disciplinados. Todo está bien, parecen repetir. NO se dejan "enseñar", como el Señor, por la cananea y nos dejan tirados y gritando al borde del camino.
Solo escuchan a los que les aplauden por inercia. ¡Qué dolor! Y no tanto por nosotros, sino por una Iglesia sin testimonio evangélico auténtico.
Un claroscuro experiencial para terminar. Esta mañana en Misa he oído a un sacerdote joven (quizás menos de 30 años y formado en el Seminario de Madrid) interpretar el pasaje evangélico de las llaves a Pedro como delegación de "un poder", haciendo hincapié en que "fuera de la Iglesia -el arca moderna- no hay salvación".
Por contra he oído al Papa Francisco: "También hoy, con nosotros, Jesús quiere seguir construyendo su Iglesia que necesita constantemente ser reparada, como en los tiempos de Francisco de Asís".
El que tenga oídos que oiga y se quede con lo que crea mejor.
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