Divorcios culpables con aromas de Chanel
"Si el rosal destroza su flor, se convierte en espino"
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Es escalofriante oír que los divorcios siguen aumentando. Los divorcios son la gangrena de la familia y, por tanto, de la sociedad. Sin familias unidas, donde reine el amor y la seguridad, la sociedad y sus individuos irán degradándose hasta límites insospechados.
No solo por la ruptura matrimonial -que siempre deja secuelas- sino por las consecuencias para las nuevas generaciones. Si los "bloques de granito" que componen la sociedad se van convirtiendo en arenisca, ¿qué edificio social heredarán nuestros hijos? ¡Un montón de escombros y arenas movedizas!
El divorcio es una bomba de relojería cuyos efectos retardados los sufrirán nuestros hijos y nietos, es decir, la sociedad futura. He distinguido siempre entre "divorcios por capricho" (verdaderos repudios culpables) y "divorcios por necesidad" (corrección del error de un matrimonio improcedente o nulo).
Son los "divorcios culpables" (repudios unilaterales o recíprocos) los que envenenan. Los otros son inevitables porque los humanos erramos, también a la hora de elegir pareja. Por desgracia las sociedades decadentes en que vivimos no cuidan suficientemente la preparación y la conservación del matrimonio.
La familia está abandonada a su suerte. No se la protege ni en el aspecto socio económico, que le proporcione una estabilidad básica, ni en el sicológico que la dote de MEDIOS para luchar contra los baches que inevitablemente sufrirá durante la vida.
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Los divorcios por cualquier motivo, la falta de voluntad para superar las "tensiones" y los "conflictos" están muy de actualidad. Son divorcios injustificados, una rendición sin lucha, una huida hacia lo placentero, una manifestación de irreflexión y degradación humana. Todo eso conforma el amplio abanico de los "divorcios por capricho o repudios" que condena claramente el Evangelio.
Ni siquiera la Iglesia está acertando en el acompañamiento y ayuda a las parejas, a pesar de sus buenas intenciones. Pocos y desconocidos los MEDIOS para defender a las familias.
El otro día envié a una señora a un Centro especializado de una Congregación de campanillas -que no cito por no desprestigiarla- para solicitar la ayuda de una Sicóloga y no dar por fracasado su matrimonio, provisionalmente separado. La recibió el sacerdote Director del Centro que, tras la información previa, asigna los casos al profesional más adecuado. Al parecer esa es la norma.
¿Qué pasó? Pues para mi horror y consternación el Director -religioso sacerdote, repito, de la famosa Congregación- le recomendó a la mujer que se preocupara del "tema económico", puesto que ya llevaba meses separada. Después ya vería ella si pedía cita con la Sicóloga asignada. Y por supuesto le cobró la entrevista.
¡No puedo describir el dolor al enterarme! Resulta que yo, acólito tan solo de mi Iglesia, me había esforzado al límite por salvar un matrimonio totalmente salvable. Pero una institución eclesial no solo no ayuda, sino que le muestra a la esposa la "puerta de salida del matrimonio", sin olvidar llevarse su parte de los dineros... ¡Para echarse a llorar! Naturalmente aquella esposa ni fue a la Sicóloga, ni volvió por mi despacho para seguir intentando una solución. Se afianzó en su injustificado abandono del esposo...
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Viene esto a cuento porque era un caso de "rigidez de la esposa" y de una "pertinaz inadaptación", que venían a agravar la famosa "crisis de los cincuenta".
Lo digo con conocimiento de causa porque también traté al marido, católico íntegro, enamorado de su mujer, totalmente volcado en salvar su matrimonio, dispuesto a bailar de cabeza si ella lo pedía. Para colmo, los dineros -que tanto preocupaban al cura- los tenía a nombre de la esposa y los hijos. ¡Que santa Lucía le agudice la vista a ese religioso y se vaya a sembrar lechugas! Nos haría un gran favor a quienes nos dedicamos a conservar familias unidas.
Podría contar más casos similares en que son ELLAS las que promueven una separación no deseada por el marido, un "divorcio por capricho o repudio". Y entiéndase lo de "capricho" en sentido muy amplio, porque soy muy consciente de las implicaciones sicológicas en toda separación. Capricho es lo contrario a "voluntad", es dejarse llevar por lo que sea...
El común denominador es que ELLAS toman la iniciativa y se niegan a luchar por salvar el matrimonio y la familia. Olvidan que la ADAPTACIÓN es un sillar básico en la construcción del matrimonio. Lo explico con toda claridad y hasta con crudeza en la formación de novios, les prevengo a ELLAS explícitamente. Lo expuse también en mi "Guía básica para matrimonios", atesorada en el baúl de este Blog: (http://blogs.periodistadigital.com/jairodelagua.php/2010/08/02/guia-basica-para-matrimonios-y-aspirante).
Escribí entonces: ¿Con qué medicina se tratan las TENSIONES y los CONFLICTOS?
- Con COMUNICACIÓN. Ya he hablado de ella. Una vez más se demuestra esencial para la construcción y el mantenimiento de la pareja.
- Con ADAPTACION. Diré algo al respecto:
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La ADAPTACIÓN es imprescindible en cualquier grupo y exige renunciar o rebajar las propias NECESIDADES en beneficio del otro o del grupo. A veces consiste solamente en establecer un orden de prioridades. Casi todas las reglas de educación se basan en la adaptación (ceder el paso o el asiento, pedir disculpas, etc.).
Ejemplo: Tu esposa quiere dormir y tú quieres "otra cosa" (muy típica de los varones). La adaptación te llevará a esperar otra ocasión y dejarla dormir (sin quejas ni frustración, voluntaria y cariñosamente). Tu legítima necesidad se pospone dando prioridad al descanso del otro. En este punto suelo advertir a las novias que tampoco deben abusar del "dolor de cabeza nocturno", sobre todo en los años maduros o de declive instintivo.
En la vida de pareja la ADAPTACIÓN ha de ser repetitiva, constante, voluntaria. No basta con adaptarse una vez y ya está. Hay que estar adaptándose permanentemente, como el que conduce un vehículo ha de adaptarse continuamente a la carretera, al tráfico o a las inclemencias del tiempo.
Hay que estar alerta sobre dos extremos peligrosos:
> La RIGIDEZ (poca o nula adaptación). Peligrosa para la pareja y fuente de tensiones y conflictos permanentes. Suele terminar en ruptura.
> La NO EXISTENCIA (adaptación exagerada o sumisión total al otro). Es mortal para el que se sumerge en ella. Suele terminar en rutina y aburrimiento (una especie de muerte en vida) o en esclavitud total (sometimiento pleno al otro).
Si miramos atrás, nos daremos cuenta que muchas de nuestras madres y abuelas cayeron en una adaptación exagerada (no existencia en diversos grados), mientras que muchas mujeres de hoy tienden a la rigidez (por la inédita pero real "ley del péndulo"). Esto origina muchos de los conflictos y rupturas actuales.
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La nueva situación de la mujeres, muchas de las cuales tienen sus propios recursos económicos, las empujan a tomar rígidas decisiones unilaterales de ruptura, cuando el matrimonio es perfectamente salvable y simplemente pasa por una tormenta. Todo eso y mucho más lo repito en todos los Cursos de Formación de Novios y en los Talleres de Matrimonios.
Aunque parezca mentira, esa citada "ley del péndulo" está complicando muchísimo la convivencia matrimonial y la NO ADAPTACIÓN de muchas mujeres. Es una especie de vendetta contra los abusos que sufrieron algunas de sus antepasadas. Esta reacción exagerada de RIGIDEZ es el extremo opuesto, pero tan nefasto como el sometimiento.
Lo vocean las "ultra feministas" con su mal llamada "ideología de género". (Las personas no tenemos "genero", que es un atributo gramatical de las palabras. Los humanos tenemos "sexo", que no es ninguna palabrota sucia e impronunciable. Una vez más lo políticamente correcto contradice al sentido común).
Pues para mal, esa "ideología de sexo" está perjudicando a la familia y a la convivencia social. Ha desatado una verdadera "guerra universal" de ELLAS contra ELLOS. Es una reacción violenta contra el "patriarcado histórico" para sustituirlo por un "matriarcado dominante" que satisfaga a féminas delirantes de su complejo de inferioridad.
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¡Qué disparate! El hombre es el complemento de la mujer. Lo mismo que ella lo es de él. La caballerosidad se ha caracterizado siempre por admirar, amar y proteger a las damas. Igual que la feminidad se ha manifestado en dejarse admirar y en "convencer" desde el corazón y no convirtiendo a la mujer en guerrillera.
Estamos llamados a complementarnos (cada cual con sus dones específicos), a amarnos, a engendrar hijos felices y sanos física y sicológicamente. Es un mayúsculo disparate esa "guerra universal sorda" que se ha desatado. Nos lleva a la destrucción de la humanidad, engendrada toda ella en el interior de una mujer, fecundada por un hombre. Son, deben ser, inseparables, colaboradores, amantes, constructores de un mundo de "personas humanas", no de "animales sexuados", que se reproducen por instinto, para después morderse entre ellos.
Las mujeres son en este mundo las depositarias del amor. Son la manifestación de la ternura de Dios. Están llamadas a convertir este mundo en algo mejor para los suyos y para el resto. Es una abominación "contra natura" declarar una guerra de mujeres contra varones, de medio mundo contra el otro medio. Es un espectáculo dantesco contemplar cómo, bajo esa negra bandera pirata de la "ideología de sexo", hay mujeres que guerrean contra sus maridos, contra sus hijos, contra sus compañeros de trabajo, contra su propia sangre...
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Sin ADAPTACIÓN constante y mutua, la familia queda reducida a escombros. Esas mujeres que militan en la guerrilla femenina quieren convertir a la mujer en "hembra" que atrae al "macho" en la primavera de las hormonas para después destruirlo.
Por otro lado, los varones deberíamos caer en la cuenta de que "adaptarse" no significa perder ni virilidad, ni autoridad. Tiene más que ver con la complementariedad, la delicadeza, el respeto y el amor.
Nuestro Pablo de Tarso en su "canto al amor" lo dice expresamente: "El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera" (1Cor 13,7).
Y Santiago recalca: "Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males... ¿De dónde proceden las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No es acaso de los deseos de placer que combaten en vuestro cuerpo?" (San 3,16 y 4,1).
De eso va la ADAPTACIÓN, de saber ceder, de dar cauce al otro, de perseverar en el amor, de "querer querer", sin servidumbres del pasado ni rigideces del presente.
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Es escalofriante oír que los divorcios siguen aumentando. Los divorcios son la gangrena de la familia y, por tanto, de la sociedad. Sin familias unidas, donde reine el amor y la seguridad, la sociedad y sus individuos irán degradándose hasta límites insospechados.
No solo por la ruptura matrimonial -que siempre deja secuelas- sino por las consecuencias para las nuevas generaciones. Si los "bloques de granito" que componen la sociedad se van convirtiendo en arenisca, ¿qué edificio social heredarán nuestros hijos? ¡Un montón de escombros y arenas movedizas!
El divorcio es una bomba de relojería cuyos efectos retardados los sufrirán nuestros hijos y nietos, es decir, la sociedad futura. He distinguido siempre entre "divorcios por capricho" (verdaderos repudios culpables) y "divorcios por necesidad" (corrección del error de un matrimonio improcedente o nulo).
Son los "divorcios culpables" (repudios unilaterales o recíprocos) los que envenenan. Los otros son inevitables porque los humanos erramos, también a la hora de elegir pareja. Por desgracia las sociedades decadentes en que vivimos no cuidan suficientemente la preparación y la conservación del matrimonio.
La familia está abandonada a su suerte. No se la protege ni en el aspecto socio económico, que le proporcione una estabilidad básica, ni en el sicológico que la dote de MEDIOS para luchar contra los baches que inevitablemente sufrirá durante la vida.
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Los divorcios por cualquier motivo, la falta de voluntad para superar las "tensiones" y los "conflictos" están muy de actualidad. Son divorcios injustificados, una rendición sin lucha, una huida hacia lo placentero, una manifestación de irreflexión y degradación humana. Todo eso conforma el amplio abanico de los "divorcios por capricho o repudios" que condena claramente el Evangelio.
Ni siquiera la Iglesia está acertando en el acompañamiento y ayuda a las parejas, a pesar de sus buenas intenciones. Pocos y desconocidos los MEDIOS para defender a las familias.
El otro día envié a una señora a un Centro especializado de una Congregación de campanillas -que no cito por no desprestigiarla- para solicitar la ayuda de una Sicóloga y no dar por fracasado su matrimonio, provisionalmente separado. La recibió el sacerdote Director del Centro que, tras la información previa, asigna los casos al profesional más adecuado. Al parecer esa es la norma.
¿Qué pasó? Pues para mi horror y consternación el Director -religioso sacerdote, repito, de la famosa Congregación- le recomendó a la mujer que se preocupara del "tema económico", puesto que ya llevaba meses separada. Después ya vería ella si pedía cita con la Sicóloga asignada. Y por supuesto le cobró la entrevista.
¡No puedo describir el dolor al enterarme! Resulta que yo, acólito tan solo de mi Iglesia, me había esforzado al límite por salvar un matrimonio totalmente salvable. Pero una institución eclesial no solo no ayuda, sino que le muestra a la esposa la "puerta de salida del matrimonio", sin olvidar llevarse su parte de los dineros... ¡Para echarse a llorar! Naturalmente aquella esposa ni fue a la Sicóloga, ni volvió por mi despacho para seguir intentando una solución. Se afianzó en su injustificado abandono del esposo...
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Viene esto a cuento porque era un caso de "rigidez de la esposa" y de una "pertinaz inadaptación", que venían a agravar la famosa "crisis de los cincuenta".
Lo digo con conocimiento de causa porque también traté al marido, católico íntegro, enamorado de su mujer, totalmente volcado en salvar su matrimonio, dispuesto a bailar de cabeza si ella lo pedía. Para colmo, los dineros -que tanto preocupaban al cura- los tenía a nombre de la esposa y los hijos. ¡Que santa Lucía le agudice la vista a ese religioso y se vaya a sembrar lechugas! Nos haría un gran favor a quienes nos dedicamos a conservar familias unidas.
Podría contar más casos similares en que son ELLAS las que promueven una separación no deseada por el marido, un "divorcio por capricho o repudio". Y entiéndase lo de "capricho" en sentido muy amplio, porque soy muy consciente de las implicaciones sicológicas en toda separación. Capricho es lo contrario a "voluntad", es dejarse llevar por lo que sea...
El común denominador es que ELLAS toman la iniciativa y se niegan a luchar por salvar el matrimonio y la familia. Olvidan que la ADAPTACIÓN es un sillar básico en la construcción del matrimonio. Lo explico con toda claridad y hasta con crudeza en la formación de novios, les prevengo a ELLAS explícitamente. Lo expuse también en mi "Guía básica para matrimonios", atesorada en el baúl de este Blog: (http://blogs.periodistadigital.com/jairodelagua.php/2010/08/02/guia-basica-para-matrimonios-y-aspirante).
Escribí entonces: ¿Con qué medicina se tratan las TENSIONES y los CONFLICTOS?
- Con COMUNICACIÓN. Ya he hablado de ella. Una vez más se demuestra esencial para la construcción y el mantenimiento de la pareja.
- Con ADAPTACION. Diré algo al respecto:
.
La ADAPTACIÓN es imprescindible en cualquier grupo y exige renunciar o rebajar las propias NECESIDADES en beneficio del otro o del grupo. A veces consiste solamente en establecer un orden de prioridades. Casi todas las reglas de educación se basan en la adaptación (ceder el paso o el asiento, pedir disculpas, etc.).
Ejemplo: Tu esposa quiere dormir y tú quieres "otra cosa" (muy típica de los varones). La adaptación te llevará a esperar otra ocasión y dejarla dormir (sin quejas ni frustración, voluntaria y cariñosamente). Tu legítima necesidad se pospone dando prioridad al descanso del otro. En este punto suelo advertir a las novias que tampoco deben abusar del "dolor de cabeza nocturno", sobre todo en los años maduros o de declive instintivo.
En la vida de pareja la ADAPTACIÓN ha de ser repetitiva, constante, voluntaria. No basta con adaptarse una vez y ya está. Hay que estar adaptándose permanentemente, como el que conduce un vehículo ha de adaptarse continuamente a la carretera, al tráfico o a las inclemencias del tiempo.
Hay que estar alerta sobre dos extremos peligrosos:
> La RIGIDEZ (poca o nula adaptación). Peligrosa para la pareja y fuente de tensiones y conflictos permanentes. Suele terminar en ruptura.
> La NO EXISTENCIA (adaptación exagerada o sumisión total al otro). Es mortal para el que se sumerge en ella. Suele terminar en rutina y aburrimiento (una especie de muerte en vida) o en esclavitud total (sometimiento pleno al otro).
Si miramos atrás, nos daremos cuenta que muchas de nuestras madres y abuelas cayeron en una adaptación exagerada (no existencia en diversos grados), mientras que muchas mujeres de hoy tienden a la rigidez (por la inédita pero real "ley del péndulo"). Esto origina muchos de los conflictos y rupturas actuales.
.
La nueva situación de la mujeres, muchas de las cuales tienen sus propios recursos económicos, las empujan a tomar rígidas decisiones unilaterales de ruptura, cuando el matrimonio es perfectamente salvable y simplemente pasa por una tormenta. Todo eso y mucho más lo repito en todos los Cursos de Formación de Novios y en los Talleres de Matrimonios.
Aunque parezca mentira, esa citada "ley del péndulo" está complicando muchísimo la convivencia matrimonial y la NO ADAPTACIÓN de muchas mujeres. Es una especie de vendetta contra los abusos que sufrieron algunas de sus antepasadas. Esta reacción exagerada de RIGIDEZ es el extremo opuesto, pero tan nefasto como el sometimiento.
Lo vocean las "ultra feministas" con su mal llamada "ideología de género". (Las personas no tenemos "genero", que es un atributo gramatical de las palabras. Los humanos tenemos "sexo", que no es ninguna palabrota sucia e impronunciable. Una vez más lo políticamente correcto contradice al sentido común).
Pues para mal, esa "ideología de sexo" está perjudicando a la familia y a la convivencia social. Ha desatado una verdadera "guerra universal" de ELLAS contra ELLOS. Es una reacción violenta contra el "patriarcado histórico" para sustituirlo por un "matriarcado dominante" que satisfaga a féminas delirantes de su complejo de inferioridad.
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¡Qué disparate! El hombre es el complemento de la mujer. Lo mismo que ella lo es de él. La caballerosidad se ha caracterizado siempre por admirar, amar y proteger a las damas. Igual que la feminidad se ha manifestado en dejarse admirar y en "convencer" desde el corazón y no convirtiendo a la mujer en guerrillera.
Estamos llamados a complementarnos (cada cual con sus dones específicos), a amarnos, a engendrar hijos felices y sanos física y sicológicamente. Es un mayúsculo disparate esa "guerra universal sorda" que se ha desatado. Nos lleva a la destrucción de la humanidad, engendrada toda ella en el interior de una mujer, fecundada por un hombre. Son, deben ser, inseparables, colaboradores, amantes, constructores de un mundo de "personas humanas", no de "animales sexuados", que se reproducen por instinto, para después morderse entre ellos.
Las mujeres son en este mundo las depositarias del amor. Son la manifestación de la ternura de Dios. Están llamadas a convertir este mundo en algo mejor para los suyos y para el resto. Es una abominación "contra natura" declarar una guerra de mujeres contra varones, de medio mundo contra el otro medio. Es un espectáculo dantesco contemplar cómo, bajo esa negra bandera pirata de la "ideología de sexo", hay mujeres que guerrean contra sus maridos, contra sus hijos, contra sus compañeros de trabajo, contra su propia sangre...
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Sin ADAPTACIÓN constante y mutua, la familia queda reducida a escombros. Esas mujeres que militan en la guerrilla femenina quieren convertir a la mujer en "hembra" que atrae al "macho" en la primavera de las hormonas para después destruirlo.
Por otro lado, los varones deberíamos caer en la cuenta de que "adaptarse" no significa perder ni virilidad, ni autoridad. Tiene más que ver con la complementariedad, la delicadeza, el respeto y el amor.
Nuestro Pablo de Tarso en su "canto al amor" lo dice expresamente: "El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera" (1Cor 13,7).
Y Santiago recalca: "Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males... ¿De dónde proceden las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No es acaso de los deseos de placer que combaten en vuestro cuerpo?" (San 3,16 y 4,1).
De eso va la ADAPTACIÓN, de saber ceder, de dar cauce al otro, de perseverar en el amor, de "querer querer", sin servidumbres del pasado ni rigideces del presente.
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