Guía básica para matrimonios (3ª parte: La comunicación)

Continúo:


5. ¿Cómo llegar al conocimiento mutuo?

Por LA COMUNICACIÓN.



He aquí un sillar de enorme volumen y peso para cualquier pareja. Por mucho que lo pondere no llegaré a expresar la indispensable necesidad de este elemento.

La comunicación debería ser la actividad principal del noviazgo. Pero es tarea de toda la vida.

A veces hay complementariedad, hay pareja, pero no se ve por falta de comunicación, porque la complementariedad ha quedado oculta, entorpecida por problemas externos.

Pondré un ejemplo: Tengo la llave de mi casa pero está envuelta en cinta adhesiva. Evidentemente no consigo que entre en la cerradura y abra. Necesitaré primero quitar el envoltorio (muy lentamente a veces) y comprobar que funciona perfectamente. Nada se ha perdido. La llave original estaba allí.

Os contaré un descriptivo chiste: Una pareja fue al médico. La frigidez les había invadido a ambos y no lograban tener los deseados hijos. El galeno les interrogó y examinó a ambos por separado. Cuando llegó la reunión final, se limitó a decirles: "Para conseguir unirse deben primero desnudarse. Deberán aprender a quitarse la armadura antes de acostarse".

Esta parodia es muy frecuente en el mundo real. Muchas parejas no se explican por qué han perdido la ilusión e incluso el deseo. El trabajo de los que asesoramos a parejas consiste básicamente en ayudarles a quitarse la armadura, a reconocerse de nuevo, a comunicarse y fundirse.

La falta de comunicación es la carcoma de la pareja. La comunicación insuficiente es el camino seguro para llegar a la plaga y al serrín. Puedo asegurar -desde mi modesta experiencia- que la causa más frecuente de los disgustos familiares, de las tensiones, conflictos y rupturas (después hablaré de esto) está en la falta de comunicación suficiente. Os citaré dos refranes propios: "Toda tensión necesita su conversación" - "Lo que debajo de la alfombra se va escondiendo, debajo de la alfombra se va pudriendo y termina saliendo". Ambos tienen mucha miga.



La comunicación ha de abarcar todos los sectores de la vida y ha de ser permanente, es decir, ha de durar toda la vida. Porque las personas estamos en permanente cambio, si no, es que estamos muertas. No hay rincones secretos en la pareja, todo se comparte. Naturalmente lo que más se comparte son los temas de interés común (el progreso de cada uno, la relación, la casa, la vida en común, los hijos, etc.). Algún día os encontraréis adivinando los pensamientos del otro y coincidiendo espontáneamente en muchos temas aunque seáis muy distintos. El refranero español tenía razón, no sé si hoy la tiene tanto: "Dos que duermen en un colchón se hacen de la misma opinión".

A veces la comunicación es pura OBSERVACIÓN, interés por el otro, estar atento al otro, pendiente del otro.

Cuando se consigue esa comunicación total y habitual, hablamos de TRANSPARENCIA. Es el caldo de cultivo en el que crece la relación de pareja.




Algunos consejos prácticos para la comunicación en pareja: No basta con la comunicación de pasillo o alcoba, lo que llamamos "comunicación ordinaria". Hay que aprender a "comunicarse en profundidad", vitalizando los lazos, eliminando frustraciones y malentendidos, estimulando aspiraciones, redescubriendo al otro y saboreando la dicha de avanzar juntos. Aquí tenéis un práctico menú:

- Programad tiempos de encuentro para hablar de vosotros en profundidad.

- Preparadlos cada uno por separado, anotando tal o cual punto sobre el que necesitéis o queráis hablar.

- Expresaos a fondo, yendo hasta el final de lo que tenéis que decir (quedaos vacíos).

- No os interrumpáis mutuamente, aunque lo que diga el otro os haga pupa u os parezca falso. Hablaréis cuando el otro haya terminado y le pediréis que os escuche hasta el final sin interrumpir. Este diálogo requiere disciplina y aprendizaje pero será muy eficaz para construir vuestra unidad de pareja.

- Fijad la fecha para el siguiente encuentro antes de terminar, porque los apremios de la vida y la rutina os pueden jugar la mala pasada de ir posponiendo lo importante. Al calendario conviene tenerlo amarrado con unas buenas riendas para que no galope inconsciente sobre lo esencial de la vida. Y tu pareja, tus hijos y tu familia los son ciertamente. Si no, es que eres un botarate.

Estos encuentros -programados y preparados- minorarán las broncas o comentarios inoportunos, desproporcionados o mordaces. Cuando uno sabe que llegará el momento de explayarse con el otro, aguanta más fácilmente las frustraciones puntuales. Son ratos de comunicación íntima (no sexual, aunque pudieran terminar con ella), liman muchas asperezas, ahuyentan muchos temores, abren cauce al amor del fondo. Son momentos de verdadero desahogo -no exento de lágrimas a veces- y de auténtica regeneración de la pareja.

(Hasta la semana próxima)
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Meditaciones 14



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