¿Por qué nuestra Iglesia nos miente? - (Indignación de un católico en busca de conversión)
Quizás nunca haya empezado a escribir con tanta desgana, tanta vergüenza y tanto dolor. Porque sé que me calumniarán, me apedrearán, querrán sacarme fuera de la Iglesia que amo, a pesar de sus andrajos. Pero tengo todavía muy cerca el ejemplo de coherencia de Aquél que no huyó de ser crucificado. Por eso no puedo, no debo callar.
Celebré la Vigilia Pascual en una pequeña parroquia en la que no faltaron tantas campanillas como asistentes y una ejemplar fraternidad. Regresé a casa pronto, puse la televisión y me encontré con "el directo" de la Vigilia en la catedral madrileña. Toda una legión de concelebrantes y el Arzobispo al frente con su corona, su cetro y su trono. Hasta ahí casi todo alegría y gozo apoyados por un estupendo coro.
Pero cuando escuché la potente voz del lector que proclamaba: "Dios le dijo: Toma a tu querido hijo único, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré..." (Gen 22,2), no pude contenerme y grité: ¡Mentira, mentira, mentira! Con razón, en la humilde parroquia a la que asistí, omitieron esa lectura.
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¿Cómo es posible que, a estas alturas, se proclamen ante el Pueblo de Dios estas palabras blasfemas? ¿Hay algo más blasfemo que equiparar al Dios de los cristianos con un "ídolo tentador y parricida"? ¿Cómo es posible que en una Iglesia con tantos varones eminentísimos, ilustrísimos, excelentísimos, doctores y monseñores se nos hagan tragar estas patrañas del AT? ¡No lo entiendo, no lo puedo entender!
Hace unos días, se ha producido un horrendo parricidio en mi ciudad. Un padre ha matado a su bebé de 19 meses (con parecido cuchillo al de Abraham) y ha herido al otro hijo de 5 años. ¡Qué coartada más sublime tiene este monstruo y su abogado! (Es que oyó la voz de "dios" para que le ofreciera a sus dos hijos. Se trata de un hombre muy religioso, muy fiel y virtuoso que solo pretendía cumplir la "voluntad de dios").
¿Pero nos damos cuenta de las barbaridades que proclamamos en nuestras iglesias? Es contrario a la esencia del Dios único y verdadero que pueda ser inductor de un parricidio. El Dios de la Creación que proclamamos en la Vigilia Pascual no puede ser el mismo que, a renglón seguido, se convierte en un "dios tentador" que exige la vida del hijo, del único hijo.
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Y lo hemos proclamado a todos los vientos y en todos los países. Y lo hemos divulgado por televisión para que se entere el mundo entero de cuál es nuestra fe y nuestro "dios". No puedo siquiera recordarlo porque se me revuelve el estómago y la cabeza se me voltea.
Si un "dios de esa calaña" fuera el de los católicos yo saldría corriendo hasta el infinito. Pero NO, el Dios amante y amado NO se parece en absoluto a ese monstruo. ¿Entonces por qué nos mienten? ¿Por qué nos escandalizan? ¿Por qué niegan al Dios verdadero? ¿Quién o quiénes son los responsables?
Desde hace muchos años los mejores exégetas cristianos y judíos vienen explicando que Abraham se sintió influenciado por las religiones de pueblos que ofrecían sacrificios humanos a sus "dioses". Pudo suceder -si esta leyenda no es puro mito- que Abraham imaginara que el sacrificio de lo más querido era la prueba suprema de sumisión al Dios único.
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Los sacrificios humanos han sido costumbre permanente de una humanidad bárbara. ¡Pero si hasta hace menos de quinientos años se ofrecían crueles sacrificios de niños y vírgenes en el continente americano! ¡Si, hoy mismo, hay religiones en las que matar a un enemigo es pasaporte seguro para el cielo!
Por eso no culpo a Abraham por dejarse influenciar del "ambiente humano" de su tiempo y tener imaginaciones tétricas. Denuncio a los que hoy, después de la revelación de nuestro Señor Jesucristo, nos obligan a proclamar "mentiras" y nos ponen como ejemplo de vida monstruosos errores de personajes del AT.
La gran lección que recibió Abraham ese día fue: "El Dios único al que honras no admite sacrificios humanos, como los ídolos de los pueblos que te rodean". Cometió un gravísimo error, lo supo reconocer y no lo volvió a intentar. Lo dicen hasta rabinos judíos muy ilustres. ¡Es de puro sentido común! ¿Qué "dios" puede ordenar un parricidio mas que un "ídolo fantasmal"?
El AT está lleno de inspiraciones divinas, sin duda. Pero también de errores, horrores, mentiras y perversiones. Eso de la "inerrancia" de la Biblia es insostenible para el que solo la haya hojeado. Y eso no le quita ni un ápice de su valor porque se ve, con meridiana claridad, el contraste de un pueblo bárbaro con el Dios único y amante. No hay más que dejarse sentir, por ejemplo, las lecturas de los Profetas en esa misma Vigilia Pascual.
Los escritores bíblicos no tuvieron seguramente intención de mentir, aunque sí exageraron lo que convenía para movilizar a un pueblo "duro de cerviz". La ignorancia de su época y su cultura teocrática les indujo a pensar que todo era mandato de Dios o eso era lo que convenía hacer creer al pueblo.
Nosotros sabemos hoy mucho más sobre Dios y la Creación. No podemos excusar nuestra responsabilidad sobre lo que se puede difundir y lo que hay que olvidar. En la Biblia no todo es comestible, especialmente para la mayoría que no sabe cocinar y se traga la letra sin masticar. Lo vieron claramente nuestros antepasados que la tuvieron prohibida muchísimo más tiempo del que lleva abierta.
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¿Se puede hoy pensar que la "ley del exterminio" era orden del Padre de Jesús, que la tierra es plana o que el sol gira alrededor de la tierra?
¿Acaso no es hoy incoherente y blasfemo equiparar al "padre del hijo pródigo" con el "dios de la ira", el "dios de la cólera", el "dios de la venganza", el "dios del exterminio", el "dios del castigo" e, incluso, el "dios del infierno"?
Junto a la inspiración del Dios único y verdadero conviven en la Biblia multitud de ídolos, mitos, errores, ignorancias... Incluso en el NT perviven alusiones míticas, como la del "demonio tentador" o el "demonio enfermo", por ejemplo.
Estas barbaridades proclamadas hoy -siglo XXI de la era del Señor- en las iglesias católicas es un escándalo mayúsculo. El Pueblo de Dios, especialmente en determinados países, es un pueblo ingenuo, con grandes lagunas, muy clericalizado, totalmente pegado a la letra y muy influenciado por sus supersticiones originarias. (¡Qué bien lo saben los misioneros!) ¿Cómo pueden darnos a beber barro, es decir, agua limpia mezclada con mentiras?
Si la forma de servir a este Pueblo es ordenarle repetir sacrílegamente que somos adoradores de un "dios parricida", entonces es que necesitamos una urgentísima conversión, es que vivimos desterrados en Babilonia, es que nuestra religión no merece credibilidad alguna para la humanidad de hoy. ¡No exagero un ápice!
Oigo a muchos católicos quejarse de la lentitud de los avances en nuestra Iglesia "oficial", de su ceguera ante los "signos de los tiempos", de su falta de ejemplaridad en muchos ámbitos, de su incoherencia con el Evangelio... ¡Qué dolor Señor!
La mayoría no se atreve a decirlo en público, ni existen canales de comunicación para hacer llegar sus quejas a quien correspondería estudiarlas. Nos hemos convertido en "masa sin fermentar". Menos mal que el Espíritu Santo sigue haciendo su tarea entre los más humildes, olvidados y ninguneados...
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Hoy existe más cultura intelectual en nuestra Iglesia que en toda su historia. ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué estamos paralizados? En mi ignorante opinión estamos dando más importancia a la sacralización, a la uniformidad, a la falsa tradición, a los ritos, signos y normas, que a nuestro Jesús Maestro vivo entre nosotros. La esclerosis del "sábado" sigue paralizando a los católicos, cuando el "sábado" se instituyó para liberarnos.
Nos hemos olvidado que Él es la Luz, como resalta Juan al inicio de su Evangelio. Si abandonamos la Luz, nos movemos en las tinieblas, aunque presumamos de Pueblo muy religioso, muy verdadero y muy unificado. No hemos sabido salir del cenáculo del AT, no hemos integrado el Evangelio, ni los "signos de los tiempos". Seguimos atrapados en las sombras del pasado.
Por eso, en el día que escribo, se me ha clavado en el corazón como saeta la primera lectura de la santa Misa: "Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a Él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras" (1Jn 1,5). ¡Esto es precisamente lo que nos está pasando! Y, como presumimos de muy religiosos, mentimos con la Biblia en la mano.
¡Por favor, hermanos presbíteros, no permitáis que se proclamen mentiras en vuestras iglesias! El Leccionario no es dogma de fe y, con toda seguridad, será modificado. El problema es el "cuándo" ya que nos hemos convertido en "estatuas de sal" de tanto mirar hacia atrás.
Algunos me acusarán por atreverme a escribir estas cosas. Pero nadie me podrá acusar de no haber escrito lo que se me ordenó escribir. Cuando lleguemos a la Luz, todo se sabrá.
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