¿Iglesia en salida o Iglesia en salazón? - (Sal de tu tierra)

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Me sorprende la algarabía de una frase tan imprecisa como "Iglesia en salida" que no deja de ser un eslogan. Si leo literalmente, he de concluir que hace mucho tiempo que la gente está saliendo de la Iglesia, especialmente los menos viejos. Muchos han tomado la "salida de emergencias" porque el ambiente se les ha hecho irrespirable, e irracional la "religión mágica" que se sigue sosteniendo (en especial el extraviado recurso a los "sacacorchos de un dios botellón").

Personalmente puedo dar testimonio de las veces que me han empujado hasta la "escalera de incendios", precisamente los que más presumen de eclesiales. Es la paradoja de la "contradicción de los buenos". Pero no han conseguido que "salga" ni de mi fe, ni de mi vocación. Porque estoy convencido de que no hay nada más atractivo, racional, humano y humanizante que el Evangelio.

Por tanto, algo o mucho se está haciendo mal. En mi larga reflexión anterior, por ejemplo, creo haber demostrado que la Liturgia "actualizada" (¡qué pena de ocasión perdida!) entorpece en vez de atraer e iluminar a la gente de hoy. Es una demostración de autoritarismo y no de misericordia. En religión no se avanza con ferias, viajes, jubileos y carteles publicitarios, sino con autenticidad, profundidad y testimonio coherente.

Aún situándome en la buena intención con que se ha lanzado esa frase, me sigue pareciendo muy corta y confusa. De hecho, también quiere "salir" la Presidente del Banco Santander, según reciente declaración. Pero ella tiene muy claro a dónde y para qué: Para fidelizar (atención a esta palabra) y aumentar la clientela.

Y esa es la cuestión cardinal: ¿Salir a dónde? ¿Para qué? ¿Quiénes? Me encanta que los católicos escuchen al Papa. Pero recelo de quienes jalean al jefe como los adulones de mi antigua empresa. (Eso mismo acaba de decir Francisco: "Tengo miedo a los aduladores"). Eso de "salir" es viejísimo e incompleto. Lo cristiano y cabal es: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16,15). Es el mandato final, justo antes de levantar los pies de esta oscurecida tierra.
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¿Salir a dónde? A toda criatura sin exclusión, sin sectarismos, sin acepción de personas. "Periferia" somos todos los laicos que estamos fuera del poder y la administración de la Iglesia institucional. "Pobres" somos todos -incluidos los religiosos- con pobrezas de distintos colores, pero todos pobres. Sin esta premisa, no nos podemos llamar "católicos", porque católico significa "universal".

¡Claro que existen urgencias, claro que hay prioridades! No es lo mismo el que se desangra que quien sufre mala digestión. Es más urgente atender al apaleado por los bandidos que convertir a Zaqueo. Pero todo, todo es "salida" exigida por el Evangelio. La tortícolis no es "católica", lo diga Agamenón o su porquero.

¿Para qué? Para predicar el Evangelio, para sembrar de luz el mundo. Para eso vino el Señor, no para expiar nada, ni pagar por pecado alguno, sino para sacarnos de la oscuridad con la luz de su vida y su palabra, para convertirnos en seres "humanos". (¿Habrán leído los teólogos ultras el capítulo primero de Juan?).

¿Quiénes? Pues el Clero, lo que llamamos la Iglesia institucional. Esa instrucción final se la dio a los "apóstoles" en la despedida, no la citó en el Monte a la muchedumbre. Porque los laicos (creyentes y no creyentes) estamos fuera, somos el objeto y no el sujeto de la predicación.

Los cristianos laicos difundimos el Evangelio con el "testimonio" principalmente, salvo los atrevidos "predicadores de papel", como este osado escribidor, que "anuncia" Evangelio (con peligro de que le despeñen) y "denuncia" a quienes lo evitan o manipulan de palabra u obra. ¿A quiénes acusa Francisco de "autorreferenciales"? ¿Quiénes tienen necesidad de "oler a oveja"? Los laicos somos las ovejas del redil o perdidas en el campo, todas necesitadas y hambrientas, sobre todo de atención, escucha, cariño y orientación.
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Hay demasiados religiosos "profesionales" (entiéndase en el sentido más amplio) que están atrincherados, resguardados, ocultos tras sus muros monacales, sus sacristías, sus presbiterios o sus sabidurías varias.

Estos son los que necesitan "salir" con urgencia e impregnarse de "olor a oveja" y no solo de buena colonia o emulsión fragante. Necesitan "salir" al majadal y meterse entre las ovejas, conducirlas, oírlas balar, observar sus heridas, curarlas, echarse a los hombros los frágiles corderitos… ¡Eso es una Iglesia en salida!

Creo que ya os conté la anécdota de aquel buen Párroco franciscano (de los que imaginamos con especial misericordia y humildad) al que sugerí: "¿Por qué no baja después de Misa a interesarse por los fieles, muchos con muletas, en carrito de ruedas, viejitos, enfermos, matrimonios vetustos ejemplarmente juntos, etc.". La respuesta me dejó frio: "¿Como los protestantes? ¡Jamás!". Ese fraile (muy querido por mí, por cierto, porque no sé "desquerer") necesita unas lecciones de "salida". (Él me respondería que yo las necesito de "humildad" por atreverme a escribir lo que escribo).

Resulta que el acto comunitario más sagrado que tenemos los católicos es la santa Misa, la conmemoración de la Cena del Señor:"Haced esto en memoria mía" (Lc 22,19). ¿Pero en qué se nota que es "comunitario"? El cura se limita al "rito obligado" (en ocasiones contradictorio con el Abba de Jesús), con mínima participación de los fieles, casi siempre a toda pastilla, ordena "daos la paz" (él no la necesita) y después "te tira la comunión" en vez de entregártela con unción.
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¡Perdonadme los curas buenos que me leéis! Pero debo confesaros que la mayoría de curas católicos parecen "conejotes de Alicia en el país de las maravillas" que salen, presiden "el rito" y se van corriendo con su gran reloj a refugiarse en la sacristía: "¡Me voy, me voy, me voy!"

Bajar del presbiterio (algunos altísimos) no es litúrgico, no lo exige ningún canon y es contaminante para personas célibes a los que el contacto con la gente puede inducir a tentación.

Y, por supuesto, nada de parecerse a los "pastores herejes" de otras confesiones. ¡Eso ya sería el colmo! Desde luego los "sabios liturgistas" necesitan salir y darse un buen baño de oveja. Pero no quieren perder su perfumado olor a "gente de arriba", dirigente, distinta, entendida, no como estos pobres publicanos que vamos a Misa con vergüenza.

Hay quienes creen que "salir" significa marcharse a otro país o a Roma a hacer la tesis doctoral. Creo que "salir" es sinónimo de "entregarse", de dar lo que llevas dentro, aunque nunca hayas salido de los muros de un monasterio, del sudor de tu trabajo o del calor de una familia cristiana. ¡Cuánto bien están haciendo hoy algunas "clausuras" de religiosos y religiosas, antaño bien cerradas, acogiendo y guiando a los que buscan!

Para "salir" a predicar hay que estar previamente preñado de Evangelio, sentir pasión por la Buena Noticia, porque nadie da lo que no tiene y antes de salir hay que "haber entrado".





Y además haber aprendido a "actualizar" el lenguaje judío de entonces para hablar hoy sin imaginarios demonios, sus tentaciones y sus endemoniados; sin castigos divinos, pero sí consecuencias humanas; sin infiernos eternos, sin expiaciones de sangre, sin redención automática, sin sacrificios "divinos" para obtener perdón, etc. ¡Cuánto daño han hecho y hacen estas fantasmagorías a la religión cristiana!

La gran noticia es que Dios es el Todo Amor. Ese es el ovillo de donde debe devanarse toda la doctrina.

Conviene también tener muy presente que la igualdad ni existe, ni es posible. Dios tiene una gran imaginación y no hay dos personas iguales. Como tampoco nuestra "respuesta libre" a sus dones es igual.
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A la hora de "salir" hay que memorizar a quien fue pionero en la "salida":

"Así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y somos todos miembros unos de otros. Pero tenemos carismas diferentes, según lo que Dios ha querido dar a cada uno.

El que tenga el carisma de la profecía, que lo ejerza conforme a la fe; el que tenga el de servicio a los demás, que les sirva bien; el que tenga el de enseñar, que se dedique a la enseñanza; el que tenga el de exhortar, que se dedique a exhortar; el que tiene el de repartir limosna, que reparta con generosidad; el que tiene el de presidir, que presida con seriedad; el que hace obras de misericordia, que las haga con alegría"
(Rom 12, 5).


Por eso yo he entendido que el lema "Sal de tu tierra" (Domund de este año) empieza con el sustantivo SAL y no con el verbo SALIR, porque "si la SAL se desvirtúa para nada sirve sino para tirarla y que la pise la gente" (Mt 5,13). (Exactamente lo que hoy "pisa" nuestro mundo).
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Lo verdaderamente importante es ser SAL y empezar por salar a los más cercanos. Después el viento del Espíritu te llevará donde seas necesario sin eslogan publicitarios -los mismos de los Bancos-, y sin imitar los populismos de moda. No todos tienen que SALIR, pero todos tenemos que SALAR. El Espíritu moverá tus pies, sin apenas darte cuenta, cuando quiera que te muevas.
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Riega y abona las raíces, ponte a la luz del Sol, y favorece tu crecimiento. A su tiempo tus ramas se cargarán de cerezas, de manzanas, de ciruelas o de aquellos frutos que correspondan a tu especie, según el don de Dios. De esos frutos se alimentará la humanidad entera, empezando por los más cercanos. Así avanza el "reino de Dios" en este mundo, no con peregrinaciones turísticas. ¿Quieres ganar indulgencias? Dale el coste de tu viaje a los que no tienen Paz, Pan, Techo o Trabajo (PPTT) y "tendrás un tesoro en el cielo".
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A veces el perro es más misericordioso que el ausente pastor. Lo sé porque me ha tocado hacer de perro. Y, como ladro cuando oigo el llanto del rebaño, los más puros me llaman molesto y quieren hacerme callar.
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