Un Jeremías de pacotilla en la barca de Pedro (Llanto por mi Iglesia)
"Mi alma llorará en secreto por vuestro orgullo; llorará sin descanso y mis ojos derramarán lágrimas, porque el rebaño del Señor es conducido al cautiverio" (Jer 13,17).
No solo es que me haya despellejado vivo un "buen católico" en un Grupo que yo creía "profundo y avanzado". Es que, además, los dos sacerdotes responsables no supieron o no quisieron mover un dedo para moderar el ataque. Tragué saliva, humillación y difamación sin rechistar. No me salió otra cosa. Después lloré, no por mí sino por mi Iglesia.
A la semana siguiente alguien se quejó del "espectáculo" y afirmó que no era propio de un Grupo con un mínimo espíritu cristiano. Nadie le corroboró. Pero me dieron la oportunidad de hablar e hice la siguiente reflexión:
Hay católicos que defienden con uñas y dientes las piedras de la Catedral o del Vaticano. Es decir, la estructura, la Iglesia abstracta, el concepto de institución. Pero no tienen el menor reparo en agredir a miembros concretos del Pueblo de Dios, las "piedras vivas". Esta conducta, aún de buena fe, es tremendamente nociva y por desgracia muy frecuente. El Señor no nos dijo que defendiéramos ninguna estructura. Más bien dijo: "Amaos unos a otros como yo os he amado" (Jn 15,12). Y en otro pasaje: "Cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40).
También aludí muy escuetamente a cómo el NT describe la "corrección fraterna", si es que para ella hubiera dado yo motivos. No me permitieron decir más porque el "hombre bueno" no estaba presente, ese segundo día, para poder defenderse... ¿De qué? A la semana siguiente, todo sobreseído y olvidado. Nadie habló más del tema a pesar de la gravedad y la contradicción con lo que en el Grupo se pretende. ¡Ocasión perdida de bajar desde las teorías al "cristianismo real"!
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La chispa del incidente fue mi penúltima meditación, en la que afirmaba que la Iglesia (me refería a los que mandan) miente cuando "exige" leer públicamente que "Dios ordena matar" (Gen 22,2).
Pues no tengo más remedio que ratificarme: Ni Dios mata, ni jamás ordena matar. Lo diga la Biblia o el "sursum corda". Porque no existe ninguna letra sagrada escrita al dictado divino. Lo que corre por nuestra Biblia es el "permanente intento de Dios por comunicarse" con un pueblo y raza concretos (nuestros ancestros), como lo intentó y seguirá intentando con otros pueblos y razas.
O, visto a la inversa, "la búsqueda del Dios verdadero por parte del hombre" como dice Pablo: "Quería que lo buscasen a Él, a ver si al menos a tientas lo encontraban, por más que no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17,27).
Afirmar que "todo" lo que dice la Biblia es divino, como las "órdenes de matar" por ejemplo, es una barbaridad, de las muchas que contiene el AT, escrito por y para un pueblo ignorante y bárbaro en un tiempo histórico concreto. Proclamar eso como "palabra de Dios" es además un escándalo: "Al que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valdría que le ataran una rueda de molino al cuello y lo tiraran al mar" (Mt 18,6).
Y no me vengan con alambicadas "hermenéuticas" porque les diría lo que me enseñó mi abuelo, que fue un santo castellano viejo sin pelos en la lengua: "Ni interpretaciones, ni leches. Lo que es mentira es mentira y no se puede hacer pasar por verdad. Lo dice el Evangelio: decir sí cuando es sí y no cuando es no, lo demás procede del maligno". Por tanto, hermanos queridos, podéis confesar con rotundidad y sin temor alguno: Dios NO mata, Dios NO manda matar. Ni a Isaac, ni a san Periquitín de los Altos Montes.
Si los "fieles laicos" -como se nos llama con aire de superioridad- no somos capaces de quejarnos, de levantar la voz, de indignarnos, cuando se nos da gato por liebre, es que estamos traicionando -léase alto y claro: traicionando- al Espíritu Santo, cuyo primer fruto es el "sentido común". Hasta las ovejas, con las que se nos compara, tienen "el poder" de berrear. Y la Escritura es en esto clara y rotunda: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5,29).
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Traicionar al Espíritu Santo por someterse a lo que ordenan unos jerarcas -religiosos o civiles- es muy grave. Tenemos poca memoria. Hemos olvidado quiénes empujaron al pueblo a gritar: ¡Crucifícalo, crucifícalo! (Jn 19,6).
A mí me parece que hay que "discernir" antes de proclamar lecturas blasfemas, escritas para otro pueblo y otro tiempo. Lo dice Pablo: "No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de profecía. Revisadlo todo y quedaos sólo con lo bueno" (1Tes 5,19).
Pero eso de "discernir" no va con los blogueros de una "súper católica" web que me han colocado una enorme diana en la espalda, al estilo de los viejos terroristas de mi patria. No es que opinen en contrario y expongan sus convicciones, no. Es que, una y otra vez, me difaman, me calumnian y me atacan sin piedad, como "buenos católicos"... Hasta intentan que me echen de cualquier apostolado.
No han leído el Evangelio: "Si éstos callaran, gritarían las piedras" (Lc 19,40). Menos mal que el humor no ha decaído y un lector me dice: "Jairo, alégrate. Los de la súper católica web te están haciendo famoso y podrás llegar a más gente".
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Pero lloro desconsoladamente porque no es fama lo que busco. Ni siquiera me importa que me descalifiquen y apedreen. Al parecer, a eso debo acostumbrarme si Dios me permite seguir escribiendo.
Cuando era niño, quería ser mártir. En mi ingenuidad me parecía la mejor manera de compensar mis pecados... Así que no, no me asustan los matones. Ni siquiera los que vienen embozados con incienso.
Lo que de verdad me hiere, duele y desangra es la actitud fratricida de los, a sí mismos llamados, "perfectos católicos". Tan católica es su cabecera que yo pensaba, en mi ignorancia, que se trataba de una web oficial del Vaticano. Si no existiera un código penal, lo de Esteban estarían repitiéndolo hoy mismo. Tal es la densidad del "aplausómetro" de estos calumniadores y neo inquisidores.
Observo, leo poco, oro mucho, callo y lloro al ver una Iglesia dividida. Cada cierto tiempo escribo lo que medito, por si sirviera a alguien. Oigo en mi interior los remos de la barca de Pedro: Unos chapotean hacia adelante buscando la madrugada. Otros reman hacia atrás buscando la luz del crepúsculo que ya se fue. Todos afanados en golpear el agua para que la nave surque la vida.
Pero mi barca no se mueve. Está como anclada al fondo del mar, a merced de los vientos, de los monstruos marinos y de los miedos a la oscuridad. Unos gritan: ¡Es por ahí, lo dicen los libros y siempre se ha hecho así! Otros claman: ¡Es por allá, se lee en las estrellas y se siente en el corazón!
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¡Pobre mi Iglesia! Tan grande, tan bonita… Pero dando vueltas en medio de la bahía. Se nos olvidó la voz del Maestro: "¡Boga más adentro!" (Lc 5,4). Los timoneles sacan las cartas marítimas de antaño. Insisten en que no hay singladuras nuevas, en que todo está dicho, redicho, descubierto y cerrado.
Atentan contra el Espíritu Santo -cuya propiedad han registrado- y contra el Evangelio que nos lo revela: "Muchas cosas tengo que deciros todavía, pero ahora no estáis capacitados para entenderlas. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa. Pues no os hablará por su cuenta, sino que os dirá lo que ha oído y os anunciará las cosas venideras" (Jn 16,12). Nótese que dice "os guiará" y no "os descubrirá" la verdad completa. Para esa plenitud tendremos que esperar "al cielo nuevo y la tierra nueva" (Ap 21,1).
Los patrones no quieren correr aventuras, ni llegar más lejos. Mejor estarse quietos. Sus esquemas mentales, su formación anticuada, no les permiten mirar adelante y confiar. Lo quieren todo atado y bien atado. Repetición sobre repetición. Sin darse cuenta que navegar en círculos no nos lleva a ninguna parte, que los marineros se marean, se cansan, se desesperan, desertan o se enrolan en otras naves... En el horizonte se sigue oyendo, envuelta en la voz del viento, "¡Boga más adentro!" (Lc 5,4).
Ese es el panorama de nuestra Iglesia actual. Nuestros dirigentes han optado, en su mayoría, por dar más crédito a los movimientos llamados neo conservadores que a los que quieren seguir navegando.
Cualquier sicólogo les apuntaría la solución: Las tensiones y los conflictos sólo pueden solucionarse con comunicación y mucho amor. Pero están demasiado ocupados con sus tareas administrativas, organizativas y económicas para poder dedicarse a dialogar. Además ya comunican con sus cartas pastorales, encíclicas y homilías. No importa que no las lea nadie o sean incomprensibles para la mayoría. ¡Ellos ya cumplieron!
Comunican hacia abajo y ya está. No importa que sigan con cuentos o abstracciones ininteligibles para el hombre de hoy, incluso incoherentes con el Evangelio.
La vida real, las aspiraciones y necesidades de los fieles, sus quejas, su falta de información actualizada, sus errores, sus dolores, sus soledades, los absurdos fardos que soportan… Todo eso no importa.
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¡La misericordia hacia mi Pueblo me quema las entrañas! No lo puedo evitar. Lloro por mi Pueblo y lloro por sus Pastores. Vengo insistiendo con tozudez que no basta la "comunicación descendente" y que es imprescindible la "comunicación ascendente". Ni siquiera se han implantado los simples y baratos "buzones de sugerencias" en las Parroquias. No se puede dirigir un grupo humano sin escuchar.
¿Alguien se ha dado cuenta de las veces que nuestro Jesús pregunta? Pero los encaramados en la "casta sacerdotal" no necesitan preguntar, se lo saben todo. Solo hablan y hablan, muchos solo parlotean subidos escalones arriba, mientras "las ovejas" allá abajo... silentes y obedientes. A la "clase de tropa" no llega el Espíritu Santo, patrimonio exclusivo de los que están del presbiterio para arriba.
¿Cómo no voy a llorar viendo la barca de Pedro, tan frágil y dividida, dando vueltas en círculos pequeños y cerrados? ¿Tan difícil es leer los "signos de los tiempos"? ¿Tan imposible es actualizar la doctrina, la liturgia, los leccionarios, la formación de los fieles? ¿Acaso no hay ya abundantes avances teológicos lúcidos y sensatos?
Y fijaos bien que hablo de Teología sensata, no de los "sastres de Dios" que ya conocen todas sus medidas con precisión. Ni de los que nos interpretan el Evangelio con realismo absoluto porque estuvieron "presentes" en su filmación. Claro que los absolutismos y las verdades inmutables son más propias de los de arriba que de los teólogos de abajo.
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No podemos seguir navegando en círculos. Hay que avanzar. La tentación asoma entre mis lágrimas: ¿Para qué voy a escribir mis versos y cantar mis canciones? ¿Para qué voy a encender mis luces? Si ya se arremangan en popa para arrojarme por la borda, para negarme el derecho a remar e, incluso, a permanecer en la barca...
¡A los tiburones con él! ¡Que a éste le entiende la gente y pueden aprender a protestar! ¡Es un bocazas y no para de herir nuestros castos oídos! ¡Que niegue ser católico y le perdonaremos la vida, pero echadle de la barca ya! ¡Empujadle, empujadle por la borda y no le permitáis remar!
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"¡Jerusalén, Jerusalén... Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas, pero no habéis querido! Pues mirad, vuestra casa se os quedará desierta..." (Mt 23,37).
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P.D.: Para los que les gusta CORTO y CLARO y no tienen tiempo de leer. He aquí el resumen en la respuesta a un comentarista de buena fe:
Me he tomado la molestia de leer el enlace que me recomendabas. Es un ejemplo de malísima exégesis, la tradicional, la que muchos parece no quieren revisar y razonar. Te resumo mi mensaje:
- Dios NUNCA ordena matar.
- Dios NUNCA tienta a nadie, ni prueba a nadie (lo dice el NT en la carta de Santiago).
- Abraham NUNCA oyó la voz de Dios ordenándole matar. Quiso simplemente emular (de buenísima fe) a los pueblos cercanos que ofrecían víctimas humanas.
- Este texto se escribió siglos después para ENSEÑAR a los judíos que NO ERA BUENO OFRECER VÍCTIMAS HUMANAS, cosa que se hacía en Israel todavía. Posiblemente no sea ni real. Solo un cuento pedagógico para evitar esos sacrificios humanos.
- El sacrificio de Isaac no tiene ilación alguna con el sacrifico (mejor digamos "martirio") de Cristo en la cruz. Esa conexión es falsa, porque falso es que Cristo fuese la víctima del Padre para pagar el precio de nuestros pecados.
- Esa llamada "historia de la salvación" es pura invención de los exégetas del pasado. Hoy se ve de otra manera mucho más racional y justa con el Abba revelado por Cristo.
No es bueno construirse entelequias que, a fuerza de repetirlas y obligar a repetirlas, se quieren convertir en verdad. La VERDAD es patrimonio del Espíritu Santo y no de los jerarcas de turno, ni de los hombres de una o varias generaciones.
La VERDAD la vamos descubriendo a medida que caminamos FIELES al Espíritu, no a libros escritos por hombres. Aunque algunos ayudan.
El INMOVILISMO y el INTEGRISMO son enormes pecados contra el Espíritu Santo.
Justamente todo esto es el mensaje de esta meditación.
De todas formas gracias por tu buena intención.
Jairo del Agua
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