Sumergirse y empaparse, eso es la oración - (2ª Parte)
Pasemos ahora a la "oración de impregnación" propiamente dicha. Ya he advertido que se trata solo de un esquema para comprender y no de una meditación para sumergirte en oración.
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2. ORAR:
1º) Entra en contacto con el Dios amante que te habita en lo profundo. Déjate sentir relajadamente lo que esa Presencia te sugiere.
Si te surgen sensaciones "negativas" hacia Dios (vergüenza, temor, culpabilidad, voluntarismo, rechazo...) es que el "rostro" que has captado o te han transmitido es de un "dios falso".
Es imposible contactar con el Dios verdadero -todo amor, ternura y cuidado- si estás subconscientemente agarrado a "un ídolo" rígido y amenazante, aunque lo hayas extraído de la Biblia. No desesperes, Dios se va revelando a quien lo busca. Si este paso y los dos siguientes se te hacen difíciles, empieza por el cuarto.
2º) Dialoga con Él o simplemente descansa en sus brazos. Quéjate y llora si es eso lo que necesitas. Es el mejor sicólogo que puedas encontrar, te lo aseguro.
3º) Déjate mirar, déjate querer, déjate mimar y animar. Eres hijo amadísimo, único, lleno de dones, por mucho que tus errores o circunstancias te hayan hecho olvidarlo.
4º) Déjate sentir las "aspiraciones profundas" que surjan en tu interior, ésas que quieren crecer dentro de ti y hacerse realidad (amor, paz, bondad, justicia, fidelidad, ayuda, luz, etc.). A ser posible, ponles nombre, concrétalas, paladéalas. No confundir con las "necesidades", aunque a veces "aspiraciones" y "necesidades" aparezcan mezcladas en el interior.
La "aspiración" se percibe interiormente como un "movimiento de salida", de crecimiento, de realización. No se pide nada. Lo que se desea es camino libre para avanzar, para que esa "fuerza interior" (tus potencialidades) se hagan realidad.
Se suele representar con una flecha recta hacia arriba porque se siente como una salida, un despliegue de lo mejor de uno mismo, sin contrapartida. Es la imagen del "dinamismo de crecimiento", esa energía interior -a veces tan olvidada y subconsciente- que nos empuja a crecer, a realizarnos, a ser más y mejores, física y espiritualmente.
Por ejemplo: En mí es muy frecuente sentir la aspiración a la luz. Entonces la concreto en una invocación evangélica: "¡Señor que vea!". También es muy frecuente la aspiración a hacer realidad el "bien o bondad" que siento en mi interior (en especial en la relación con los otros) y la concreto: "¡Que lo haga bien, Señor, que lo haga bien!".
Son muy útiles las jaculatorias para expresar "aspiraciones". Repetirlas ayuda mucho a que una "aspiración" tome volumen. A veces una sola jaculatoria sentida y repetida, por la que nos dejamos impregnar, llena toda la oración de ese día. Esas jaculatorias pueden parecer "peticiones" en la forma (como las del ejemplo), pero en realidad no se pide nada material, sino que expresan anhelos del alma, deseos de despliegue interior, camino para avanzar (1).
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La "necesidad", sin embargo, aunque también comienza con un movimiento de salida, tiene "vuelta", salgo para conseguir algo. Por eso se representa con una flecha en forma de anzuelo: sale de mí pero para obtener una respuesta. Se percibe como una "expectativa de algo", una esperanza de recibir.
Toda "oración de petición" es expresión de una necesidad, sea material (comida, techo, salud, etc.) o sicológica (afecto, reconocimiento, seguridad, compañía, etc.).
Es totalmente legítimo sentir necesidades y orar con ellas. No hay egoísmo en esto. Es bueno sentirse pobre, limitado, necesitado... Es lo que somos. Pero somos mucho más que eso, somos "potencialidades" que aspiran a desplegarse. Si nos quedamos solo en las "peticiones", hemos truncado la energía de crecer y poner los medios.
Las expresiones "activas" apuntan a mis ASPIRACIONES (ayudar, pacificar, amar, etc.). Mientras que las formas "pasivas" (ser ayudado, ser pacificado, ser amado etc.) apuntan a mis NECESIDADES.
(Me suelo quejar de que en nuestra Iglesia no hemos aprendido a valorar el crecimiento sicológico y sus medios. Seguimos empeñados en usar el "frotamiento mental" de la fe a palo seco para hacer fuego, cuando disponemos -consentidme el símil- de cerillas y mecheros estupendos como la Sicología -ciencia de la interioridad- que nos prepara e introduce en la experiencia de Dios).
Vuelvo a la "oración de impregnación". Nos concentramos voluntariamente en nuestras "aspiraciones". Nos olvidamos de momento de las "necesidades" sin dejar de sentirnos pobres y pequeños (por eso queremos crecer y desplegar nuestros dones).
5º) Déjate impregnar por esas "aspiraciones profundas", paladéalas, báñate en ellas. Te están diciendo cuáles son tus dones, lo que en ti quiere crecer. Déjalas tomar volumen dentro de ti, paladea el gozo de ese manantial que brota en tu interior y quiere salir al exterior y regar tu mundo...
Estás tocando lo mejor de ti, la semilla humana y divina que Él puso en tu interior y que se estremece de ganas por germinar, crecer y realizarse.
6º) Toma conciencia de que esas "aspiraciones" nacen de la vida de Dios en ti, el "tesoro del reino" que te habita, su "encarnación" dentro de ti. Estás preñado de Dios desde que naciste: "El reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17,21).
El sentido de tu vida no es otro que conseguir que brote, crezca y fructifique eso que llevas dentro. No olvides que "Dios es la Infinitud de las aspiraciones profundas del hombre". Por eso el camino del ser (tu profundidad) es el camino de Dios.
Cuando "sientes" tus aspiraciones profundas, en realidad estás tocando al mismísimo Dios, te estás impregnando de su esencia. Él está animando tu crecimiento y el camino "realista" de tu progreso (pequeños pasos, luces, determinaciones, medios a tomar, personas que te transmiten vida, etc.).
Si lo crees oportuno y no te descentra, toma nota de los pasos o luces que se te imponen desde el interior, para que puedas recordarlos más tarde y hacerte consciente de lo que te empuja desde dentro y hacia dónde.
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7º) Paladea el gozo de sentirte en sus brazos, sumergido en Él, caminando hacia tu plenitud. Si te sale: adora, alaba, da gracias, pide perdón, etc. Si no, calla y déjate impregnar, déjate amar, déjate ser…
Cada persona tiene una historia en la que Dios ha aparecido a través de otras personas concretas, de acontecimientos, de decisiones, de cambios de rumbo; incluso de errores y tanteos. Todo eso puede aparecer en la oración haciendo posible una reafirmación o una relectura o una reorientación. A veces es pura acción de gracias por una historia sin accidentes graves.
Por eso la oración personal es eso: "personal". Cada uno la realiza con un determinado color, carisma, devoción, sentimientos y eficacia. Los patrones solo sirven para orientarse y, sobre todo, para convencerse de que la constancia en la oración es la que fabrica maestros de oración, mucho más que las iluminaciones intelectuales.
Puede que llegue el momento en que, al concentrarte en oración, caigas directamente en ese estado de impregnación y quietud. Tanto va el cántaro a la fuente que termina rompiéndose y fundiéndose con la misma Fuente. O, si prefieres, tanto se sumergió el bañista en el Mar que terminó convirtiéndose en ola.
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3. MEDIOS que ayudan:
Ambiente recogido, ordenado, limpio, en penumbra, temperatura adecuada, con alguna lámpara o símbolo que te ayude a visualizar que estás en su Presencia. Delante del Sagrario o en la soledad de la naturaleza o de tu habitación pueden ser ambientes privilegiados.
No olvides que a Dios se llega antes por los sentimientos (corazón) que por las elucubraciones cerebrales. Éstas pueden ser la antesala de los sentimientos. Porque las consideraciones intelectuales pueden facilitar que crezca la "sed de Dios" pero no llegan a emborracharte.
Por eso un libro puede ayudar a "entrar" pero no a "zambullirte". Lo explica santa Teresa y nos cuenta esa experiencia. A ella "el libro" le duró años hasta que aprendió a soltarlo. A este pecador, que con vosotros se confiesa, un libro a la hora de orar le parece un ladrillo.
Música, que te ayude a interiorizar. (Puedes utilizar tu música personal, un móvil por ejemplo). Confieso que, últimamente, es mi "medio" preferido. De tal forma me sumerge en el fondo y me conecta, que la llamo "el aliento de Dios", lo que se percibe cuando le oyes respirar.
Canciones, que te ayuden a poner palabras y volumen a tus "aspiraciones profundas" (salmos cantados, canciones religiosas populares, canciones de amor, gregoriano, u otras cuya letra y melodía te faciliten conectar con lo que tú llevas dentro o con tu misión de vida).
Jaculatorias o frases que expresen tus aspiraciones. Repetirlas desde lo hondo ayuda a conectar con tus aspiraciones y bañarte en ellas. Fuera del tiempo específico de tu "oración personal", son despertadores estupendos de tus aspiraciones en cualquier lugar o momento. No olvides que esas aspiraciones son el "dinamismo de crecimiento" de tus dones, lo que te empuja a hacerlos realidad en tu vida y a dar fruto.
Incienso (si te gusta su aroma y fuera posible) que despierte tu alabanza y la sensación de estar en su Presencia.
Posturas y movimientos que te ayuden a dar volumen a lo que sientes: adoración (postración o inclinación profundas), acción de gracias (brazos alzados), apertura (manos o brazos abiertos), etc.
Símbolos que puedan ayudar a conectar con el interior. Hay quien utiliza una estampa, una imagen, un cuadro, una lamparilla, una planta, un recuerdo de la persona que nos descubrió la espiritualidad o la vocación, etc.
Todo aquello que nos ayude a "entrar en contacto con lo mejor de nosotros mismos". De eso se trata. De sumergirse, de impregnarse, de bañarse en nuestro propio fondo preciosísimo, en la seguridad de que eso "positivo" que nos habita es el mismísimo Dios, su "imagen y semejanza" presente en nuestro interior.
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4. Conclusión:
Todo esto, contado en frío y públicamente, puede parecer un montaje relojero, un ejercicio cerebral o un galimatías piadoso. Sin embargo, cuando uno aprende a andar en bicicleta, se olvida curiosamente de la bicicleta para disfrutar del paisaje. Así ocurre con la oración. Uno termina zambulléndose en ese lago interior con bicicleta y todo.
Con constancia, uno descubre que ese "personal lago interior" es parte del Mar inmenso. Con perseverancia, uno llega a sentir que es una ola de ese Mar, del que ya no querrás salir nunca.
La paz y el gozo te han disuelto en su danza y en sus encajes de espuma. Sus mareas empujarán tus aspiraciones que imperceptiblemente se irán realizando.
¿No recuerdas aquellos tiempos en que la paz te huía? Ahora es tu paisaje y tu refugio. Navegas la calma desde la que disfrutas el gozo de haber encontrado a Dios dentro de ti.
Por eso, en la vida ordinaria, te brotarán canciones marineras para contarles a otros los tesoros del fondo de tu propio mar y del Mar en el que todos navegamos. ¡Lástima que nuestra materialidad siempre flote y nos dificulte la inmersión en el tesoro que llevamos dentro! Muchas veces sin ser conscientes de ello. Es la "carne", aquel enemigo de que nos hablaba el catecismo infantil.
¡Adelante! Sigue experimentando y encontrando tu modo y manera de abrazar y dejarte abrazar por ese Dios Inmenso que te habita, te da vida y te llama "con gemidos inenarrables" hacia sus brazos, tu felicidad y tu plenitud.
Te deseo de todo corazón que encuentres la constancia y el gozo de buscar su Presencia y dejarte impregnar en ese Mar de Amor que llevas dentro.
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(1) Los que creen en un "dios intervencionista" no entenderán muy bien esta diferencia. Pero no es momento de explicarlo. Lo haré en alguna meditación futura. Para Cuaresma, por ejemplo.
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Este es mi nuevo Libro, digital y gratuito. Son 5 fascículos independientes. Puedes pedirlos a jairoagua@gmail.com
Los recibirás en tu correo electrónico gratuitamente.
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2. ORAR:
1º) Entra en contacto con el Dios amante que te habita en lo profundo. Déjate sentir relajadamente lo que esa Presencia te sugiere.
Si te surgen sensaciones "negativas" hacia Dios (vergüenza, temor, culpabilidad, voluntarismo, rechazo...) es que el "rostro" que has captado o te han transmitido es de un "dios falso".
Es imposible contactar con el Dios verdadero -todo amor, ternura y cuidado- si estás subconscientemente agarrado a "un ídolo" rígido y amenazante, aunque lo hayas extraído de la Biblia. No desesperes, Dios se va revelando a quien lo busca. Si este paso y los dos siguientes se te hacen difíciles, empieza por el cuarto.
2º) Dialoga con Él o simplemente descansa en sus brazos. Quéjate y llora si es eso lo que necesitas. Es el mejor sicólogo que puedas encontrar, te lo aseguro.
3º) Déjate mirar, déjate querer, déjate mimar y animar. Eres hijo amadísimo, único, lleno de dones, por mucho que tus errores o circunstancias te hayan hecho olvidarlo.
4º) Déjate sentir las "aspiraciones profundas" que surjan en tu interior, ésas que quieren crecer dentro de ti y hacerse realidad (amor, paz, bondad, justicia, fidelidad, ayuda, luz, etc.). A ser posible, ponles nombre, concrétalas, paladéalas. No confundir con las "necesidades", aunque a veces "aspiraciones" y "necesidades" aparezcan mezcladas en el interior.
La "aspiración" se percibe interiormente como un "movimiento de salida", de crecimiento, de realización. No se pide nada. Lo que se desea es camino libre para avanzar, para que esa "fuerza interior" (tus potencialidades) se hagan realidad.
Se suele representar con una flecha recta hacia arriba porque se siente como una salida, un despliegue de lo mejor de uno mismo, sin contrapartida. Es la imagen del "dinamismo de crecimiento", esa energía interior -a veces tan olvidada y subconsciente- que nos empuja a crecer, a realizarnos, a ser más y mejores, física y espiritualmente.
Por ejemplo: En mí es muy frecuente sentir la aspiración a la luz. Entonces la concreto en una invocación evangélica: "¡Señor que vea!". También es muy frecuente la aspiración a hacer realidad el "bien o bondad" que siento en mi interior (en especial en la relación con los otros) y la concreto: "¡Que lo haga bien, Señor, que lo haga bien!".
Son muy útiles las jaculatorias para expresar "aspiraciones". Repetirlas ayuda mucho a que una "aspiración" tome volumen. A veces una sola jaculatoria sentida y repetida, por la que nos dejamos impregnar, llena toda la oración de ese día. Esas jaculatorias pueden parecer "peticiones" en la forma (como las del ejemplo), pero en realidad no se pide nada material, sino que expresan anhelos del alma, deseos de despliegue interior, camino para avanzar (1).
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La "necesidad", sin embargo, aunque también comienza con un movimiento de salida, tiene "vuelta", salgo para conseguir algo. Por eso se representa con una flecha en forma de anzuelo: sale de mí pero para obtener una respuesta. Se percibe como una "expectativa de algo", una esperanza de recibir.
Toda "oración de petición" es expresión de una necesidad, sea material (comida, techo, salud, etc.) o sicológica (afecto, reconocimiento, seguridad, compañía, etc.).
Es totalmente legítimo sentir necesidades y orar con ellas. No hay egoísmo en esto. Es bueno sentirse pobre, limitado, necesitado... Es lo que somos. Pero somos mucho más que eso, somos "potencialidades" que aspiran a desplegarse. Si nos quedamos solo en las "peticiones", hemos truncado la energía de crecer y poner los medios.
Las expresiones "activas" apuntan a mis ASPIRACIONES (ayudar, pacificar, amar, etc.). Mientras que las formas "pasivas" (ser ayudado, ser pacificado, ser amado etc.) apuntan a mis NECESIDADES.
(Me suelo quejar de que en nuestra Iglesia no hemos aprendido a valorar el crecimiento sicológico y sus medios. Seguimos empeñados en usar el "frotamiento mental" de la fe a palo seco para hacer fuego, cuando disponemos -consentidme el símil- de cerillas y mecheros estupendos como la Sicología -ciencia de la interioridad- que nos prepara e introduce en la experiencia de Dios).
Vuelvo a la "oración de impregnación". Nos concentramos voluntariamente en nuestras "aspiraciones". Nos olvidamos de momento de las "necesidades" sin dejar de sentirnos pobres y pequeños (por eso queremos crecer y desplegar nuestros dones).
5º) Déjate impregnar por esas "aspiraciones profundas", paladéalas, báñate en ellas. Te están diciendo cuáles son tus dones, lo que en ti quiere crecer. Déjalas tomar volumen dentro de ti, paladea el gozo de ese manantial que brota en tu interior y quiere salir al exterior y regar tu mundo...
Estás tocando lo mejor de ti, la semilla humana y divina que Él puso en tu interior y que se estremece de ganas por germinar, crecer y realizarse.
6º) Toma conciencia de que esas "aspiraciones" nacen de la vida de Dios en ti, el "tesoro del reino" que te habita, su "encarnación" dentro de ti. Estás preñado de Dios desde que naciste: "El reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17,21).
El sentido de tu vida no es otro que conseguir que brote, crezca y fructifique eso que llevas dentro. No olvides que "Dios es la Infinitud de las aspiraciones profundas del hombre". Por eso el camino del ser (tu profundidad) es el camino de Dios.
Cuando "sientes" tus aspiraciones profundas, en realidad estás tocando al mismísimo Dios, te estás impregnando de su esencia. Él está animando tu crecimiento y el camino "realista" de tu progreso (pequeños pasos, luces, determinaciones, medios a tomar, personas que te transmiten vida, etc.).
Si lo crees oportuno y no te descentra, toma nota de los pasos o luces que se te imponen desde el interior, para que puedas recordarlos más tarde y hacerte consciente de lo que te empuja desde dentro y hacia dónde.
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7º) Paladea el gozo de sentirte en sus brazos, sumergido en Él, caminando hacia tu plenitud. Si te sale: adora, alaba, da gracias, pide perdón, etc. Si no, calla y déjate impregnar, déjate amar, déjate ser…
Cada persona tiene una historia en la que Dios ha aparecido a través de otras personas concretas, de acontecimientos, de decisiones, de cambios de rumbo; incluso de errores y tanteos. Todo eso puede aparecer en la oración haciendo posible una reafirmación o una relectura o una reorientación. A veces es pura acción de gracias por una historia sin accidentes graves.
Por eso la oración personal es eso: "personal". Cada uno la realiza con un determinado color, carisma, devoción, sentimientos y eficacia. Los patrones solo sirven para orientarse y, sobre todo, para convencerse de que la constancia en la oración es la que fabrica maestros de oración, mucho más que las iluminaciones intelectuales.
Puede que llegue el momento en que, al concentrarte en oración, caigas directamente en ese estado de impregnación y quietud. Tanto va el cántaro a la fuente que termina rompiéndose y fundiéndose con la misma Fuente. O, si prefieres, tanto se sumergió el bañista en el Mar que terminó convirtiéndose en ola.
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3. MEDIOS que ayudan:
Ambiente recogido, ordenado, limpio, en penumbra, temperatura adecuada, con alguna lámpara o símbolo que te ayude a visualizar que estás en su Presencia. Delante del Sagrario o en la soledad de la naturaleza o de tu habitación pueden ser ambientes privilegiados.
No olvides que a Dios se llega antes por los sentimientos (corazón) que por las elucubraciones cerebrales. Éstas pueden ser la antesala de los sentimientos. Porque las consideraciones intelectuales pueden facilitar que crezca la "sed de Dios" pero no llegan a emborracharte.
Por eso un libro puede ayudar a "entrar" pero no a "zambullirte". Lo explica santa Teresa y nos cuenta esa experiencia. A ella "el libro" le duró años hasta que aprendió a soltarlo. A este pecador, que con vosotros se confiesa, un libro a la hora de orar le parece un ladrillo.
Música, que te ayude a interiorizar. (Puedes utilizar tu música personal, un móvil por ejemplo). Confieso que, últimamente, es mi "medio" preferido. De tal forma me sumerge en el fondo y me conecta, que la llamo "el aliento de Dios", lo que se percibe cuando le oyes respirar.
Canciones, que te ayuden a poner palabras y volumen a tus "aspiraciones profundas" (salmos cantados, canciones religiosas populares, canciones de amor, gregoriano, u otras cuya letra y melodía te faciliten conectar con lo que tú llevas dentro o con tu misión de vida).
Jaculatorias o frases que expresen tus aspiraciones. Repetirlas desde lo hondo ayuda a conectar con tus aspiraciones y bañarte en ellas. Fuera del tiempo específico de tu "oración personal", son despertadores estupendos de tus aspiraciones en cualquier lugar o momento. No olvides que esas aspiraciones son el "dinamismo de crecimiento" de tus dones, lo que te empuja a hacerlos realidad en tu vida y a dar fruto.
Incienso (si te gusta su aroma y fuera posible) que despierte tu alabanza y la sensación de estar en su Presencia.
Posturas y movimientos que te ayuden a dar volumen a lo que sientes: adoración (postración o inclinación profundas), acción de gracias (brazos alzados), apertura (manos o brazos abiertos), etc.
Símbolos que puedan ayudar a conectar con el interior. Hay quien utiliza una estampa, una imagen, un cuadro, una lamparilla, una planta, un recuerdo de la persona que nos descubrió la espiritualidad o la vocación, etc.
Todo aquello que nos ayude a "entrar en contacto con lo mejor de nosotros mismos". De eso se trata. De sumergirse, de impregnarse, de bañarse en nuestro propio fondo preciosísimo, en la seguridad de que eso "positivo" que nos habita es el mismísimo Dios, su "imagen y semejanza" presente en nuestro interior.
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4. Conclusión:
Todo esto, contado en frío y públicamente, puede parecer un montaje relojero, un ejercicio cerebral o un galimatías piadoso. Sin embargo, cuando uno aprende a andar en bicicleta, se olvida curiosamente de la bicicleta para disfrutar del paisaje. Así ocurre con la oración. Uno termina zambulléndose en ese lago interior con bicicleta y todo.
Con constancia, uno descubre que ese "personal lago interior" es parte del Mar inmenso. Con perseverancia, uno llega a sentir que es una ola de ese Mar, del que ya no querrás salir nunca.
La paz y el gozo te han disuelto en su danza y en sus encajes de espuma. Sus mareas empujarán tus aspiraciones que imperceptiblemente se irán realizando.
¿No recuerdas aquellos tiempos en que la paz te huía? Ahora es tu paisaje y tu refugio. Navegas la calma desde la que disfrutas el gozo de haber encontrado a Dios dentro de ti.
Por eso, en la vida ordinaria, te brotarán canciones marineras para contarles a otros los tesoros del fondo de tu propio mar y del Mar en el que todos navegamos. ¡Lástima que nuestra materialidad siempre flote y nos dificulte la inmersión en el tesoro que llevamos dentro! Muchas veces sin ser conscientes de ello. Es la "carne", aquel enemigo de que nos hablaba el catecismo infantil.
¡Adelante! Sigue experimentando y encontrando tu modo y manera de abrazar y dejarte abrazar por ese Dios Inmenso que te habita, te da vida y te llama "con gemidos inenarrables" hacia sus brazos, tu felicidad y tu plenitud.
Te deseo de todo corazón que encuentres la constancia y el gozo de buscar su Presencia y dejarte impregnar en ese Mar de Amor que llevas dentro.
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(1) Los que creen en un "dios intervencionista" no entenderán muy bien esta diferencia. Pero no es momento de explicarlo. Lo haré en alguna meditación futura. Para Cuaresma, por ejemplo.
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Este es mi nuevo Libro, digital y gratuito. Son 5 fascículos independientes. Puedes pedirlos a jairoagua@gmail.com
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