¡En camino, solo en camino de redimirnos! (Cuaresma 2)
Alguien, hambriento de testimonios reales, me ha preguntado: ¿Y tú, ínfimo y efímero predicador, te sientes redimido? Y he tenido que retratarme: ¡Me siento en camino! ¡Por la gratuidad de Dios y mi total adhesión a ella!
Porque la Redención consistió y consiste en la revelación de un Rostro (la meta) y un Camino (los medios para llegar). Solo quien busca ese Rostro y anda ese Camino -consciente o inconscientemente- se redime y se salva, es decir, se realiza como ser humano y encuentra el sentido de su vida. Así de simple.
Toda la compleja doctrina eclesial, los sacramentos, las liturgias, las oraciones y las celebraciones… o son exactamente para eso o se convierten en árboles que no dejan ver el bosque. Muchas personas terminan por huir de esa confusa floresta que les aprisiona y confunde. Otras van decayendo lentamente ante una religión que somete y no alimenta.
Lo mismo habría que decir de las filigranas intelectuales que han multiplicado los teólogos y la historia que, con demasiada frecuencia, han resultado ser un "narcisismo intelectual" más que una ayuda real a la redención y salvación de los hombres.
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Insisto y seguiré insistiendo mientras pueda: La Redención está en la Luz y NO en la cruz. Ésa -así con minúscula- la pusieron los asesinos y, de ningún modo, fue querida o impuesta por el Padre como expiación.
La cruz expiatoria, el sacrificio necesario para perdonar pecados, el holocausto redentor como desagravio, la sangre como medio de aplacar a Dios, no son más que doctrina judía, irracional y blasfema para un cristiano.
¿Cómo puede extrañarnos que a los primeros cristianos, convertidos del judaísmo, se les filtrara una explicación judaica -la única que tenían dentro- ante el shock de un Mesías liberador, ajusticiado como un esclavo? Ellos no pudieron caer en que Dios nos tiene perdonados desde la eternidad y no busca más que nuestro regreso a sus brazos.
La "parábola del hijo pródigo" -síntesis del evangelio- les pasó mucho más desapercibida que la abrumadora frustración de un patíbulo, para ellos solo explicable como holocausto.
Hoy, desatados de la rígida literalidad de la Escritura y de sus incrustaciones judaicas, solo podemos escribir Cruz -con mayúscula- cuando se convierte en Luz, deja de ser ensangrentado patíbulo y se convierte en progresivo Camino de salvación. Y los caminos -ya se sabe- hay que caminarlos.
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Hoy no podemos besar y abrazar la cruz -horrenda e inhumana herramienta de tortura- salvo que tengamos integrado que la Cruz es el símbolo y síntesis de los valores genuinamente cristianos.
Besar y abrazar la Cruz no significa expresar la sentimentaloide tristeza por el Justo ajusticiado por mis pecados. Ni estremecerse con las interesadas reproducciones del celuloide o la imaginación. Mucho menos pretender repetir sus dolores y horrores voluntariamente y caer en un masoquismo desequilibrante.
Besar, abrazar y dar sentido a la Cruz supone una real y firme "adhesión" a los valores por los que el Crucificado prefirió morir a desertar. Adhesión que nos llevará a morir también nosotros antes que traicionarlos. ¡Ahí está nuestra bendita legión de mártires!
El Dios de los cristianos se hizo humano para mostrarnos el Camino de la Luz, es decir, de la humanización de la persona y del mundo. Esa es la realidad, bien racional y bien concreta.
La cruz NO es el altar en que se ofrece al Padre la víctima propiciatoria para el perdón de los pecados. Sigue siendo doctrina judía. ¡Qué disparate de "dios" y qué falsedad tan enorme! ¡Cuántas explicaciones tendrán que dar los "prebostes" por su cerrazón cuando les llegue la hora! La misma cerrazón, rigidez y frialdad que los que crucificaron al Señor. La historia se repite...
Ni existe un mediador que arranca con su sacrificio la redención y regeneración del género humano. Un Dios mediando ante Dios… ¡Hum...! Puro retorcimiento mental de hombres irracionales atrapados y atados por las "letras" escriturarias. La mediación de Cristo es ante nosotros los hombres y NO ante Dios, que no necesita mediadores porque está dentro de nosotros. Él mismo nos lo dijo.
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La Cruz es el símbolo y resumen de la "escala de luz" que el Hijo ha desplegado hasta el pozo de degradación en que el Hombre estaba (y está) metido.
Solo se regenera y salva quien hace el esfuerzo de subir por esa escala. Ni sacrificios, ni méritos, ni pagos. ¡Puro amor gratuito de un Dios Amor que se abaja para cogernos de la mano!
El dolor de la cruz nunca fue querido por el Padre, fue (y es) la perversión humana la que inventó la injusticia y la tortura, que el Padre tuvo (y tiene) que "soportar" para no eliminar nuestra libertad asesina. Porque Dios nunca se desdice y siempre respeta su obra.
Por eso el dolor de la cruz NO salva, lo que salva es el mantenimiento de una esperanza luminosa y sanadora aún en el túnel del dolor irremediable. Es la "espiritualidad de Cristo", su esperanza, sus valores, su solidaridad con el que sufre, el contenido de su predicación, lo que puede sanarnos y librarnos de la degradación.
Bastaría mirar la realidad para darnos cuenta de que no estamos redimidos, ni global ni personalmente. Solo la adhesión e inmersión en esa "espiritualidad de Cristo" (eso representa el signo del Bautismo) nos puede redimir, nos puede transformar, nos puede humanizar. ¡Cuánto deberíamos repetir esta verdad!
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Cuando los Curas usan fórmulas prefabricadas e inmóviles, pueden caer en la paradoja de darnos una religión vacía, sin espiritualidad. Lo que hace una religión (continente) sólida, útil y luminosa es su espiritualidad (contenido), es decir, sus valores reales, no su parafernalia. ¡Por favor, no nos deis conservas caducadas! ¡Dadnos valores positivos, esperanzadores, regeneradores, evangélicos! ¡Dadnos vida!
Finalmente, es imposible "amar a Dios sobre todas las cosas" sin conocerle, al menos de oídas. Ya decían los escolásticos: "nihil volitum quin precognitum" (nada puede ser querido que no sea antes conocido). Por eso la regeneración (redención) que nos trae Cristo empieza con la revelación del Rostro de Dios, única manera de motivarnos a emprender el Camino que conduce hasta Él y nos salva, es decir, nos hace humanos.
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Por desgracia, la complejidad de los doctores de todos los tiempos ha esparcido mucha niebla sobre ese Rostro, hasta el punto de presentarnos un fantasma cruel y atemorizante, con vestimenta judía, capaz de sacrificar a su propio Hijo al estilo de Abraham. Nos han empujado a seguirlo por temor y con horror, en vez de motivarnos a "buscar" el Rostro luminoso que nos reveló Cristo, atraídos por su amor y su luz.
La pregunta terrible que late en el subconsciente de los cristianos es: ¿Si nuestro Dios fue capaz de sacrificar a su Hijo inocente por nuestros pecados, qué no hará conmigo pecador?
Si encima se insiste en que lo hizo por amor a los hombres, entonces te inundan la perplejidad y el crujido del sentido común ante afirmación tan irracional. No es de extrañar que muchos huyeran (y sigan huyendo) de ese "dios". Tampoco es extraño que en nuestros días algunos publiciten: "Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida". ¡Tienen razón, ese "dios sádico" del que huyen, no existe!
A lo largo de la Historia, la persona de Cristo y su revelación, junto con la asistencia del Espíritu y su caudal de dones -como Él prometió- ha sido capaz de encender el amor al Padre en muchos corazones sencillos y sinceros, que pasaron por alto las erróneas contorsiones mentales de la "tradición de barro". Ahí están multitud de Santos para confirmarlo.
Pero HOY los Cristianos en general, católicos y no católicos, NO podemos seguir tolerando que nos alimenten con piedras arqueológicas en contra de todo sentido común y religioso.
Nuestra obligación es gritar los disparates de una Jerarquía que está volviendo a crucificar a Cristo, como antaño, en el cuerpo y mente del Pueblo de Dios. (Sírvanse leer la obligada Liturgia oficial para comprobarlo. Tendrán ocasión estos días).
Muchos se rasgarán las vestiduras, como los judíos, por cuanto afirmo. Les invito a que observen, hablen y discutan con los jóvenes de hoy.
¿Por qué huyen de nuestra Iglesia?
¡Porque no quieren ser mentalmente crucificados!
¡Porque no admiten irracionales historias de terror como religión!
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