¡Vienes, mi Niño, a sembrar
de Dios presencia en la tierra!
La tierra ya está sembrada
de minas y de trincheras,
de fábricas de armamento
y de víctimas de guerra,
cuyos gritos de dolor
se abrazan a las estrellas.
Un arado de ambición
abre surcos de pobreza,
de llanto y de desamparo
de niños en la indigencia,
que un silencio de cuchillos
ahoga en la indiferencia.
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La tierra es un erial
de egoísmos y quimeras,
de engaños y de mentiras
que avientan palabras huecas.
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Iglesias y catedrales,
birretes y vestimentas,
la religión y sus ritos:
ostentación de riqueza,
que hunden el Evangelio
y a Dios cierran la puerta.
Que el chasquido de este Niño
irrumpa fuerte en la niebla.
Que colme la sed de amor
del corazón de la tierra.
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Y que ardan los rastrojos
del dolor y la pobreza.
Y que de aquellas cenizas
nazcan espigas nuevas:
El pan de Dios compartido
y servido en nuestra mesa.
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José Luis Suárez
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¡Que os salten muchos peces y os empujen al Portal! Allí está la PAZ.
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