¡¡No te rindas!! - (Para vencer el cáncer del divorcio hay que "querer querer")

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En un "Taller de Matrimonios", donde se comparte y se aprende, llegamos a la pregunta: ¿Con qué medicina se tratan las tensiones y los conflictos? (1)

Una joven esposa respondió con un gran suspiro: ¡Con mucha paciencia! Nos reímos abiertamente por la prontitud y vehemencia de la respuesta. Sí, querida Amelia -apostilló mi esposa-, ciertamente hace falta mucha paciencia, que es parte de la ADAPTACIÓN de la que hoy compartiremos. Junto con la COMUNICACIÓN son la "medicina" en el matrimonio y en cualquier grupo.

Sin embargo -continuó- la paciencia, aún siendo una preciosa virtud cristiana, es una actitud pasiva. Prefiero hablar de coraje, de voluntad, de una "decidida decisión" de defender el matrimonio con la misma fuerza con que las madres defendemos a nuestros hijos. No basta "querer", hay que "querer querer" a tu pareja y luchar con uñas y dientes por mantenerla, a pesar de los baches del camino. No podemos instalarnos en la "sensibilidad" o en el "instinto" que nos acercó al principio.
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La "sensibilidad" es como la mar, rizada o arbolada, pero siempre en movimiento. Además tiene incrustadas todas las "heridas de nuestra historia" de las que nuestro marido no tiene culpa alguna. Por eso hay que instalarse en el fondo donde la quietud es mayor por estar irradiada por la paz del ser.

Ahí, en el "ser", es donde reside el amor verdadero, la bondad, la fortaleza, la lucidez, la capacidad de dar y sacrificarse por el otro... No podemos quedarnos en las olas de los enfados, de la susceptibilidad, de las discrepancias, de los apasionamientos, de los egoísmos... Hay que usar la voluntad para seguir navegando y no rendirse nunca. Para eso venís a este taller ¿no?

Defender tu matrimonio no solo beneficia a los cónyuges, sino preferentemente a los hijos. Ellos necesitan un "techo" estable, una hogar, una seguridad de que sus padres no los abandonarán nunca. Las mujeres tendemos, por impensado "instinto", a defender más a los hijos que a nuestro marido.

Pero los hijos no existirían si no hubiéramos encontrado nuestro príncipe azul, verde, negro o de colorines... y nos hubiéramos consagrado a él de por vida. La UNIDAD y el AMOR entre los esposos son la garantía del equilibrio, crecimiento y educación de nuestros hijos. Los padres debemos saber que "después del amor a Dios siempre, siempre, debe estar el del esposo o la esposa".

Ese amor unitivo, nacido de la cabeza y del corazón, es el mayor bien que podemos hacer a nuestros hijos. Si no me creéis, haced la experiencia y comprobaréis la alegría de vuestros hijos.

Los hombres y las mujeres somos limitados, débiles, defectuosos... Por eso hay que decidir cada día "querer querer" y luchar por ese amor. Además vivimos en el tiempo (sucesiva sucesión de momentos y estados de ánimo), debemos estar prevenidos sobre las olas y las tormentas de esa secuencia del tiempo.
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No perdurará lo que no estemos decididos a que perdure. Se moverá como las nubes un amor "sensible" que no esté enrocado en la firme voluntad de "querer para siempre" a pesar de las sombras y vicisitudes de la vida.

(Hasta aquí la introducción de mi esposa).

Seguimos el compartir del "taller". Se habló de la imprescindible COMUNICACIÓN para conocernos más y mejor a nosotros mismos y a nuestra pareja. Junto con la ADAPTACIÓN (disposición a ceder y defender la UNIDAD por AMOR) son la "medicina" para superar la fiebre de los apasionamientos y divisiones del egoísmo.

A la quincena siguiente mi esposa nos sorprendió con un corto escrito que nos dijo iba dirigido a prevenir el "cáncer del divorcio" con una "actitud activa" de perseverancia, esencial para ambos cónyuges, porque son dos los que se casan y dos los que deben remar y sortear las tormentas. Perseverancia necesaria también en otros sectores y momentos de la vida.

Lo repartió a todos los asistentes y pidió a uno de los maridos que lo leyera en voz alta. Me ha parecido que con este texto se podía cerrar muy bien este pequeño ciclo del Blog sobre el matrimonio y la familia.

Hay que acoger y comprender a los divorciados. Eso es lo cristiano. Pero hay que huir del divorcio con todas nuestras fuerzas. Es el primer paso para vencer esta moderna plaga que destroza familias, a veces por tonterías, por no querer "ver" o no "querer querer". Tengo experiencia, sé de qué hablo.

Es verdad que hay "matrimonios erróneos" -para mí son nulos- pero también es verdad que hay mucha rendición, mucho egoísmo, muy poca voluntad, para mantener "matrimonios ciertos" llamados a perdurar toda la vida. Hay muchos matrimonios que se separan por no saber desprenderse de su individual "armadura oxidada" y ceder a la superficialidad de moda.

He aquí el texto que cito: "No te rindas"



Hay días en los que "sientes" que ya no puedes más de cansancio, de agotamiento físico y sicológico, de desmotivación, de pena, de falta de amor.

Es precisamente en esos días cuando tienes que aguantar el tipo y mirar la vida de frente. No importa si tienes fuerzas o no. Tú eres de ese tipo de personas que, pase lo que pase, jamás se dan por vencidas.

Hay días en que sientes que se han cerrado todas las puertas, las ventanas y los pequeños resquicios. No queda una sola rendija por la que pase la luz. Se han apagado todas las estrellas y no se ve nada. Mira dentro de ti donde portas tu propia luz y camina. La oscuridad es tu amiga al igual que lo es la luz. ¡No te rindas!

Hay días en los que te duelen uno por uno todos los huesos. En los que no puedes hacer ni un solo movimiento porque duele la piel del alma y hasta respirar es un puñal en el pecho. Si hoy no puedes dar un paso, quédate quieto. Recupera las fuerzas. Mantente en reposo. Escucha atentamente el dolor de tus huesos. No te asustes. Al amanecer, cuando vuelvan el sol y la luz, podrás ponerte otra vez en camino. ¡No te rindas!
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Hay días en que te sientes la persona más miserable de este mundo. En los que ninguna palabra queda bien dicha. En los que ningún abrazo es acertado. Hay días en los que te alcanzan los enemigos y los rechazos, los reproches y los desencuentros. Hay un tiempo para cada cosa, también hay un tiempo en que florecen los granos del amor. Espera, mantén la calma. La buena semilla terminará por germinar. ¡No te rindas!

Hay días en los que estás solo entre el cielo y la tierra. Por las muertes o los abandonos. Por las pequeñas traiciones o por las grandes. Por los desalojos del alma que gota a gota se han ido produciendo. ¡No te rindas! No hay compañía más segura que la de tu propio ser, donde permanecen todos tus tesoros. Engalana el corazón, mírate a los ojos y sonríe. En ti están uno por uno todos los ausentes y en ti está el espacio para los que algún día han de venir.

Hay días en que te alcanza la árida estación del desamor. En los que la semilla sembrada con esfuerzo y cariño sólo parece brotar para secarse en el pedregal o ser engullida por las zarzas. ¡No te rindas! El corazón herido sigue siendo corazón. ¡Acompáñale! Acompasa tus pasos a su ritmo lento y cansado. Algún día bailará nuevamente al ritmo de la música.
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Hay días que late el corazón enlentecido. Pero late a pesar de todo. Hay minutos de algunos días que por si mismos justifican toda una existencia. ¡No te rindas!

A pesar del dolor y de la angustia hay días en que, sin saber por qué, la luz pasa a través de todas las rendijas. Atesora esos días en tu corazón y en tu memoria. Los necesitarás uno por uno cuando lleguen los tiempos duros del invierno y tu carne esté helada por el frío.

Pase lo que pase, duela lo que duela, sufras lo que sufras, recuerda una cosa: En ti está el poder de arrancar la vida de tu interior y no ceder a los embates de la muerte. ¡No te rindas! ¡Nunca te rindas!
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Rosa Mª Martínez del Agua
"Palabras para crecer"

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(1) Véase "Guía básica para matrimonios" (4ª Parte: Las dificultades):

http://blogs.periodistadigital.com/jairodelagua.php/2010/09/01/guia-basica-para-matrimonios-4o-parte-
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P.D.: Os habrá parecido que Rosa ha parafraseado los famosos versos atribuidos a Mario Benedetti. Pero ella me ha confesado que ni se acordó de tales versos. Hay pues una coincidencia de intuiciones. Ambos, Mario y Rosa, han descubierto por separado que para "vencer" en la vida, en cualquier sector de la vida, hay que empezar por "no rendirse". Especialmente en el matrimonio.

Para los que no conozcan el "No te rindas", atribuido a Benedetti, aquí os dejo el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=IY1W_ahrNyc

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