Para ver en qué consiste la inspiración artística, vamos a tomar, en primer lugar, unas reflexiones que se hacen en la Carta Apostólica Candor Lucis aeternae, del papa Francisco, en el VII Centenario de la muerte de Dante,en relación a su obra máxima La Divina Comedia.Seguidamente ver lo que dicen algunos artistas, en particular músicos, sobre la inspiración, y, finalmente sacar unas conclusiones. En relación a la obra de Dante, Benedicto XV afirma: «¿Quién podrá negar, en efecto, que nuestro Dante haya alimentado e intensificado la llama del ingenio y la virtud poética obteniendo inspiración de la fe católica, a tal punto que cantó en un poema casi divino los misterios sublimes de la religión?»(Carta Nobis, ad Catholicam (28 octubre 1914): AAS 6 (1914), 540) Pablo VI, en la misma línea, señala: «Dante es nuestro, es justo repetirlo; y no lo afirmamos por hacer de él un ambicioso trofeo de gloria egoísta, sino más bien para recordarnos a nosotros mismos el deber de reconocerlo como tal, y de explorar en su obra tesoros inestimables del pensamiento y del sentimiento cristiano, convencidos como estamos de que sólo quien penetra en el alma religiosa del soberano poeta puede comprender a fondo y gustar sus maravillosas riquezas espirituales». Pablo VI reitera aquí un principio que había afirmado muchas veces: «La teología y la filosofía tienen con la belleza otra relación, y consiste en que, prestando la belleza a la doctrina su apariencia y ornamento, con la dulzura del canto y la visibilidad del arte figurativo y plástico, abre el camino para que sus preciosas enseñanzas se comuniquen a muchos. Las altas disquisiciones y los sutiles razonamientos son inaccesibles a los humildes, que son una multitud, y además hambrientos del pan de la verdad; no obstante, también ellos advierten, sienten y valoran el influjo de la belleza, y por este medio la verdad brilla y los sacia con mayor facilidad. Es lo que comprendió y realizó el señor del altísimo canto, en el que la belleza se convirtió en sierva de la bondad y la verdad, y la bondad materia de belleza»(AAS 58 (1966), 22-37). El papa Francisco en su primera encíclica Lumen fidei se refiere a Dante para expresar la luz de la fe, citando un verso del Paraíso donde esta se describe como «chispa, / que se convierte en una llama cada vez más ardiente / y centellea en mí, cual estrella en el cielo» (Par. XXIV, 145-147).
El proceso creativo es pues una mezcla de técnica, inteligencia, fuerza de voluntad, don de la imaginación, fantasía, determinación, deseo ardiente. Y por muy buena que sea la ejecución, no habrá ninguna composición que perdure si no ha sido inspirada. Este es el gran secreto de todos los genios creadores: apropiarse de la belleza, riqueza, grandeza y excelsitud que hay dentro de su alma, para comunicarla a su vez a los demás. Como muestra de los dicho, veamos el testimonio de seis importantes figuras de la música occidental en relación con sus experiencias espirituales, psíquicas y mentales en el momento del impulso creador1: Brahams, hablando del momento inspirador, afirma: «A continuación fluyen las ideas directamente de Dios. No veo solamente unos temas determinados en mi Ojo Espiritual, sinó también la forma exacta de como están estructurados, la armonización y la orquestación. Compás a compás, se me va revelando toda lo abra cuando me encuentro en este estado extraordinario e inspirado…» (pág. 18). En la misma línea, Beethoven, comentando Juan 14, 10, «Es el Padre que, estando en mí, hace sus obras», dice que «cuando me siento, durante mi trabajo, poseído por la capacidad creativa, noto también que un Poder superior actúa a través mio» (pág. 53). Y, ¿cómo se produce esto? A lo que Brahams responde: «Nada más puede tener lugar por medio de las fuerzas internas del alma; es decir, a través del verdadero Yo, que sobrevive a la muerte temporal. Estas fuerzas son inoperantes en el pensamiento consciente si no están iluminadas por el Espíritu. Jesús nos enseñó que Dios es Espíritu y decía: «Yo y el Padre somos uno (Jn 10, 30)… Es el Espíritu el que ilumina las fuerzas internas del alma, y en este estado de éxtasi veo claro en lo que en mis estados de ánimo habituales es oscuro. Entonces me siento capaz, como Beethoven, de dejarme inspirar desde arriba» (pág. 54). También Straus habla de la fuente de su inspiración: «Cuando me encuentro en estado inspirado, tengo unas visiones determinadas a causa de la influencia de una Fuerza superior. En estos momentos, siento que se me abre la Fuente de la fuerza eterna e infinita, en la que todas las cosas tienen su origen y que la religión llama Dios» (pág. 153). Max Bruch habla también de la inspiración: «Cuando un compositor crea algo de valor permanente, está directamente ante la Fuerza eterna, de la que proviene la vida y crea a partir de ella. Ahora bien, hay que respetar ciertas leyes, y las dos más importantes son el aislamiento y la concentración… Un compositor ha de esperar en el silencio la Fuerza, que es superior a su inteligencia» (pág. 224). Finalmente Grieg se expresa así: «Yo hacía instintivamente lo que Brahams hacía no solo de una manera instintiva sino también consciente. Yo componía tal como el espíritu me dictaba, sin ver claro que estaba trabajando con unas leyes cósmicas superiores, mientras que Brahms, como Beethoven, sabía que el Todopoderoso le estaba asistiendo. Nada más un genio creador excepcional consigue estas alturas» (pág 243).
Gracias a estas manifestaciones podemos deducir que la inspiración es un punto que afecta a todos los espíritus creadores: escritores, poetas, pintores, escultores, dramaturgos y compositores. Cuando nuestra Inteligencia Espiritual (IES), en el silencio, se deja inundar por el don del Espíritu, se produce la inspiración, que da como fruto la obra artística. Así, los artistas atribuyen lo mejor de su arte a una fuente muy distinta de sus esfuerzos. Están conscientes de haber recibido un don en momentos privilegiados. Baudelaire ha expresado muy bien lo que él sentía en esos momentos y que lo arrastraban, por así decirlo, fuera de sí, al mismo tiempo que le confería una efervescencia inédita o una renovación de su personalidad. Hablando de la inspiración, declara: “prefiero considerar esta anormal condición del espíritu como una verdadera gracia… una especie de exaltación angélica, una llamada a la armonía bajo una forma seductora. . . Este estado maravilloso no tiene síntomas precursores. . . Es una obsesión intermitente. . . de la cual deberíamos extraer. . . la certeza de una existencia mejor“2.
La inspiración artística no es lo Trascendente, es sólo un camino hacia El. La poesía es una gracia que tiende por esencia a la oración. Pero el poeta quiere comunicar su experiencia y tiene el don para ello, lo que no es el caso del místico. El poeta habla, el místico calla. El artista, no siendo Dios, no es más que un procreador. No siendo más que un inspirado y no un creador ex nihilo, no puede unirse a Dios sin un velo. Mientras está inclinado sobre la obra que proyecta y quiere modelar, el artista transforma su propio ser y es a su vez modelado por ésta. Lo mismo debe decirse de aquellos que contemplarán su obra. Sin embargo esta trascendencia será también especificada y limitada, pues la obra es una presencia que se ofrece pero que no promete nada. Puede ser un camino hacia la trascendencia, pero no puede instalarnos en Dios mismo3.
1 Cf. ARTHUR M. ABELL, Converses amb Brahms, Strauss, Puccini, Humperdinck, Bruch i Grieg, Fragmenta Editorial, Barcelona 2020.
2 Citado por G. MAIRE,, Les instants privilegies, París 1962, 13.
3 Cf. M. NÉDONCELLE, De la inspiración artística camino hacia la trascendencia, en https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/7009587.pdf, 24.