¿Qué semejanza hay entre la docilidad al Espíritu Santo y el wu-wei taoísta?

Cuando entramos en nuestro interior para escuchar la voz de Dios

, las indicaciones de su Espíritu, que se manifiesta a través de los acontecimientos de la vida, y disponernos a llevarlas a la práctica, esta experiencia se asemeja a lo que los taoístas llaman wu-wei, o la “no-acción”, que no puede considerarse como inercia, pereza, laissez-faire, o mera pasividad. El sabio taoísta Lao-Tse afirmaba: “El Tao nada hace y, sin embargo, nada queda sin hacer”. Estas famosas palabras de Lao-Tse no pueden ser tomadas, obviamente, en su sentido literal, ya que entre los diversos significados de wei, encontramos el de ser, hacer, realizar, practicar, representar. Pero en el contexto de los escritos taoístas significa, de un modo absolutamente claro, tratar de no actuar contra la corriente de chi (la energía). Así, wu-wei, en el sentido de “no forzar”, es lo que queremos expresar cuando nos referimos a seguir la corriente, orientar las velas con el viento, seguir la marea en su fluir y adaptarse para conquistar. Esto se encuentra, quizás, mejor ejemplificado en las artes japonesas del judo y el aikido, en las que un oponente es derrotado por la fuerza de su propio ataque.
Por lo tanto, wu-wei es el estilo de vida de quien sigue la corriente del Tao, y debe ser entendido principalmente como una forma de inteligencia, nosotros diríamos Inteligencia Espiritual, o como una forma de conocer los principios, estructuras y tendencias de las cuestiones humanas y naturales tan bien, que uno utiliza la menor cantidad de energía para ocuparse de ellas. Pero este tipo de inteligencia no es intelectual (Inteligencia Racional); es también la inteligencia “inconsciente” de todo el organismo (Inteligencia Emocional) y, en particular, la sabiduría innata del sistema nervioso. Wu-wei es una combinación de esta sabiduría con la actitud de seguir, en todos nuestros actos, el camino de la menor resistencia. Nosotros añadiríamos: a la voluntad de Dios.
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