"La oración es un diálogo con alguien vivo y cercano" Orar con amor y confianza
" Si queremos ser buenos discípulos de Jesús, tenemos que ser como el niño que camina de la mano de sus padres"
"Durante estos días de verano puede ayudarnos en nuestra oración la meditación del pasaje del Evangelio que proclamamos en las eucaristías de los domingos"
| Cardenal Juan José Omella arzobispo de Barcelona
Santa Teresa de Lisieux cuenta en uno de sus escritos que un día, al volver a su casa después de misa, se encontró con una sorpresa que le había preparado su hermana Céline. Dice Teresa que, cuando abrió la puerta de su habitación, vio una palangana muy bonita llena de agua. En medio de ella flotaba un barco que llevaba una imagen de Jesús dormido. Explica Teresa que en la vela del barco su hermana había escrito: «Duermo, pero mi corazón vela». En el casco se podía leer esta palabra: «Abandono».
Esta sencilla anécdota me sugiere algunas reflexiones sobre la oración que nos pueden ayudar durante este tiempo de verano a buscar algún momento para estar a solas con Dios. Él es el único que es capaz de llenar completamente nuestra vida de paz y alegría y de satisfacer nuestra sed de eternidad.
La oración es un diálogo con alguien vivo y cercano. Cristo siempre está dispuesto a escucharnos. Él nos conoce y nos ama. Incluso en los momentos más difíciles de nuestra vida, Él siempre está a nuestro lado, dispuesto a ser el mejor compañero de camino.
En momentos de gran fragilidad nos puede parecer, como a Teresa de Lisieux, que Jesús permanece dormido. Esta es la experiencia que también tuvieron sus primeros seguidores. El evangelista Mateo narra que, un día que Jesús y sus discípulos navegaban por el lago de Genesaret, se desató una tempestad muy grande. Jesús dormía tranquilamente en la barca. Sus discípulos, atemorizados, le pidieron ayuda. Entonces, Él se levantó inmediatamente, increpó al viento y al lago y sobrevino una gran calma (cf. Mt 8, 23-27). Así es Jesús. Aunque a veces parezca dormido, sigue velando por nosotros. Tal como dice santa Teresa de Ávila, «con tan buen capitán» todo se puede sobrellevar. Él no nos dejará jamás solos en medio de las tempestades de la vida.
Esta anécdota de santa Teresa de Lisieux también nos enseña una actitud que es importante en la oración, la de saber abandonarnos en las manos de Dios. Si queremos ser buenos discípulos de Jesús, tenemos que ser como el niño que camina de la mano de sus padres. Esto nos ayudará a vencer nuestros miedos y nos dará fuerzas para comunicar la Buena Nueva del Evangelio a los demás.
Durante estos días de verano puede ayudarnos en nuestra oración la meditación del pasaje del Evangelio que proclamamos en las eucaristías de los domingos. Tal como dice el Concilio Vaticano II, hablamos con Dios cuando oramos y escuchamos a Dios, cuando leemos sus divinas palabras (cf. Dei Verbum, 25).
Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que nos enseñe a orar con confianza y amor por nuestras necesidades y por las angustias, sueños y esperanzas de nuestros hermanos. Que nos conceda la gracia de orar bendiciendo y agradeciendo tantos dones que recibimos cada día. Que María, modelo de oración, nos ayude a contemplar nuestra vida y a meditarla en nuestro corazón.
† Card. Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
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