"Iguales en dignidad y responsables todos de una misión común" Los rasgos distintivos de una Iglesia sinodal
"Este domingo se clausura la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos"
"El itinerario que hemos recorrido juntos no ha sido en vano. Hemos ido descubriendo los rasgos que deben caracterizar a una Iglesia sinodal"
"Uno de los aspectos distintivos de la Iglesia sinodal es saber reconocer estas tensiones y, sobre todo, ser capaces de gestionarlas movidos por el Espíritu Santo y manteniendo viva la comunión. Ello hace que el discernimiento sea un reto y una necesidad que acompaña al camino sinodal"
"Ha sido un mes de trabajo exhaustivo, de escucha mutua bajo el impulso del Espíritu. La vida sinodal no es una estrategia para organizar la Iglesia, sino la experiencia de poder encontrar una unidad que abarca la diversidad sin cancelarla"
"Uno de los aspectos distintivos de la Iglesia sinodal es saber reconocer estas tensiones y, sobre todo, ser capaces de gestionarlas movidos por el Espíritu Santo y manteniendo viva la comunión. Ello hace que el discernimiento sea un reto y una necesidad que acompaña al camino sinodal"
"Ha sido un mes de trabajo exhaustivo, de escucha mutua bajo el impulso del Espíritu. La vida sinodal no es una estrategia para organizar la Iglesia, sino la experiencia de poder encontrar una unidad que abarca la diversidad sin cancelarla"
Este domingo se clausura la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Hemos llegado hasta aquí tras realizar un largo camino por las diócesis de todo el mundo, por las diversas Conferencias episcopales y en los encuentros continentales que han ido marcando el camino del Sínodo.
El itinerario que hemos recorrido juntos no ha sido en vano. Hemos ido descubriendo los rasgos que deben caracterizar a una Iglesia sinodal. Unos rasgos que todavía hace falta ir perfilando, reflexionando y discerniendo. Queremos avanzar hacia una Iglesia más sinodal en su universalidad, en su concreción diocesana y en cada grupo y comunidad eclesial. Señalo algunas de estas características que se recogen en el Instrumentum laboris (ver números 19-31).
El Concilio Vaticano II habla de la Iglesia como Pueblo de Dios, en el que cada uno de sus miembros tiene un papel específico, irreemplazable y complementario. Ahora bien, lo que nos une e identifica como Pueblo de Dios es el Espíritu Santo recibido en el bautismo, que nos hace hijos de Dios, miembros de su familia, iguales en dignidad y responsables todos juntos de una misión común, que es el anuncio de la salvación y la esperanza que nos trae Jesús. Esta misión tendrá sentido si la llevamos a cabo juntos y en comunión.
La Iglesia es un ámbito de encuentro, escucha recíproca, diálogo, acogida para todos. Como Pueblo de Dios debemos ser capaces de abrazar a cada persona, aceptarla tal como es y acompañarla desde su situación al encuentro con Dios.
Nuestro mundo está marcado por múltiples tensiones, que también habitan en el día a día de la comunidad eclesial. Uno de los aspectos distintivos de la Iglesia sinodal es saber reconocer estas tensiones y, sobre todo, ser capaces de gestionarlas movidos por el Espíritu Santo y manteniendo viva la comunión.
Todo ello hace que el discernimiento sea un reto y una necesidad que acompaña al camino sinodal y a la vida de la Iglesia. Discernimiento para captar el paso de Dios en la vida de las personas y del mundo, para ir descubriendo a qué nos llama el Espíritu Santo en este momento concreto. Discernimiento en la vida personal y en la comunitaria, en el día a día de nuestra fe. Una Iglesia que quiere discernir escuchando al Espíritu Santo y dejándose guiar por Él.
Queridos hermanos y hermanas, ha sido un mes de trabajo exhaustivo, de escucha mutua bajo el impulso del Espíritu. La vida sinodal no es una estrategia para organizar la Iglesia, sino la experiencia de poder encontrar una unidad que abarca la diversidad sin cancelarla, porque está fundamentada en la unión con Dios, en la confesión de una misma fe, bajo la guía del Espíritu Santo.
Que Santa María, madre de la Iglesia, nos ayude a todos.
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