Resucitar
que tomaran el que quisieran; pero no encontró a ninguno que pusiera esa voluntad en el corazón. Y por ello el Amigo llora y tiene tristeza por el deshonor que el amor tiene aquí abajo, a causa de los falsos amadores y de los hombres ingratos.(Libro del Amigo y del Amado, nº 248)
El Amado se desprendió del amor, o derramó el Espíritu de amor sobre toda la humanidad. El Amado ha manifestado su amor extremo a la humanidad, pero ésta no responde. Algo así como cuando sale en el ordenador el aviso: no responde, espere o vuelva a iniciar el programa. Solo que este programa nuestro hay que re-iniciarlo desde el corazón, y el hombre no acaba de bajar hasta el corazón. Está transitando o distraído por otros caminos. ¿Falsos amadores? ¿hombres ingratos?... Yo diría que una humanidad inconsciente. Inconsciente de su riqueza interior, de una sabiduría renovada y renovadora.
Así nos lo sugiere san Pablo: El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. A ver, quién conoce a fondo la manera de ser del hombre si no es el espíritu del hombre que está dentro de él. Pues lo mismo, la manera de ser de Dios nadie la conoce si no es el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que viene de Dios (1Cor 2,10s).
Si la humanidad ha recibido el Espíritu de Dios, que es el Espíritu del Amor que sondea hasta lo profundo de Dios, tenemos a nuestro alcance el camino de un despertar la conciencia. Y es profunda y singular belleza contemplar y gozar de las cosas bellas de la vida, “entretenerse” en un diálogo de amistad con las personas que te rodean. Vivir la vida con otro ritmo. Es la vida en el amor, que es el auténtico camino de la vida. Es el camino que nos enseña el Camino: el amor sin medida, el amor hasta el extremo. El que da la vida, el que va dando la vida, pasando por el mundo dando vida.
Es lo que ha hecho Jesús. Es lo que celebramos los cristianos en la Pascua de Resurrección.
La resurrección de Jesús revela el potente amor de Dios. Se suele considerar que el amor es un tema principal de la vida del cristiano. Pero no se habla con tanta fuerza del amor, cuando hablamos de la resurrección
El cardenal Joseph Ratzinger, después Benedicto XVI, expone brevemente en su Introducción al Cristianismo que cree en la resurrección como la “fe en el amor que ha dominado la muerte”.
Descubre el problema básico de la existencia humana en el hecho de que el amor reclama no ser destruido. Pero esta exigencia del amor no puede ser satisfecha… reclama eternidad, pero en realidad está inmersa en el mundo de la muerte. Si hacemos frente a este problema humano común, podemos ver como la fe en la resurrección de Jesús significa creer en “la mayor fuerza del amor ante la muerte”. Ratzinger interpreta el vínculo entre el amor y la muerte de la siguiente manera:
Sólo cuando alguien valora el amor por encima de la vida, a saber, sólo cuando alguien está dispuesto a someter la vida al amor, por el amor del amor, puede el amor ser más fuerte que muerte y mayor que la muerte.
Es preciso conocer el Amor. Conocer este Amor. Este Amor que va unido a la Vida. A la vida eterna. A Jesucristo, como nos enseña su Palabra:
Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti,
el único Dios verdadero,
y al que has enviado, Jesucristo (Jn 17,2)
El amor nos lleva a la vida, y la autentica vida es una vida en el amor. Jesucristo es el amor de Dios hecho presencia viva entre nosotros. Por esto él puede decir: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Necesitamos acercarnos a este Camino. La estela que deja Jesucristo en su pasar por este mundo, nos la describen perfectamente los evangelios y la resume san Pedro en su primera predicación después de la venida de Espíritu: “pasar haciendo el bien…”, para acabar así, momentáneamente:
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo a los suyos que estaban en este mundo, los amó hasta el extremo… (Jn 13,1) ¿Qué quiere decir que los amó hasta el extremo? Que da la vida. Él no se reserva vida, nos la entrega por completo. Para que aprendamos a vivir la vida. Alguien te ha amado hasta el extremo. Alguien te sigue amando para que este momento en que lees esto tengas vida. Y desarrolles esa bella capacidad de amor que tienes para vivir y dar vida a muchos. Quizás te conviene re-iniciar el programa…. Porque instalado está y, además, está bien hecho. Hombre, mujer… ¡vive ya la Resurrección!