Tumba vacía y llena: El Viviente vive Dinos, Malena, qué viste en el camino
Un guión de Juan de Patmos en busca de un director
| Juan Masiá SJ
Nota del editor del blog,:El Evangelio de Juan es un magnífico guión cinematográfico en busca de un director que lo realice. Leido como reportaje en directo no se entiende. Peor aún si se analiza con lupa cientificista buscando probar resurrección con tumba vacía.
El siguiente guión no se acuesta con inteligencia artificial, porque está enamorado del pensar poético del águila de Patmos. Absténganse de su lectura celadores de ortodoxia.
(Se levanta el telón. Música del Stabat mater de Karl Jenkins. Aparecen titulares de aleluya)
No le busquéis entre muertos, El es El Que Vive
Id a decir a sus amigos: El Que Vive os aguarda en Galilea
(María, madre de Jesús, que hizo noche en casa de Salomé, está sentada en la terraza, cuenco de leche en mano, respira fragancia de primavera palestina, la mirada perdida hacia la ruta de Belén, con aire de soñar despierta. Por la escalera externa sube casi sin respirar Malena).
-“¡Madre! ¡Madre! ¡Que está vivo, que me ha llamado!
-.“Radiante vienes Malena, ¿a quién te has encontrado por el camino?
- Te cuento, madre, te cuento. Yo salí de madrugada, hacia la tumba, iba ansiosa y apurada. La verja del huerto, cerrada; marco el número del conserje y no contesta; intento colarme por la puerta de servicio, en ese momento suena el móvil.
“Vaya, por fin, ¿dónde se había metido usted, Cirineo?, si no puede venir, dígame donde demonios ha escondido las llaves, para que las encuentre y abra”.
(Una voz en off pregunta).
- “¿No me reconoces?”
- “¿No es usted el Cirineo?”.
(La misma voz repite, pero esta vez en tono íntimo)
-“María”.
-“Cielo, ¿eres tú? ¿Cómo es posible, desde tan lejos?”
-“No estoy tan lejos, aquí en la Vida de la vida, la cobertura es perfecta. Está uno a la vez en todas partes cuando se está en el seno de Abba.
- “¿De dónde llamas?”
“Desde aquí, a tu espalda”. .
(Malena se vuelve espantada y encantada)
-“¡Rabboni! ¡Cielo!”
(Intenta echarse en sus brazos pero la figura se difumina y dice mientras hace mutis por el foro)
-“En los abrazos del más acá siempre está la piel por medio, por más dentro que penetres, sigues estando fuera. Pero si subes a Abba, abrazas desde allí a todos y todas de otra manera. Anda, corre a decírselo a la pandilla entera. Pero no empieces por Tomás, que, por mucho que le gustes a mi hermano -ya ves con qué ojos celosos mira siempre-, no te va a creer. Ve primero a Juan, que tiene algo de eso que sabéis cultivar vosotras: ojos para ver y oídos entrañables para entender. Él es poeta y por eso puede comprender la Palabra cuando se la interpreta mi Aliento de Vida”.
(La madre de Jesús escucha sonriente a Malena.)
-“Claro, ya sabía que te iba a contactar. Lo cierto es que me acababa de llamar a mí”.
.-“Ya veo, la madre primero”.
“Bueno, no sé qué te diga, era para preguntar por tu número. Fui yo quien le dió el de tu móvil. Cuando el despojo de las vestiduras le habían quitado el suyo, en el que tu dirección iba en cabeza”.
- “Pero lo que no me gusta, madre, es que aparezca tan poquito tiempo y enseguida se vaya”.
-“Ya nos lo dijo durante la cena, que nos conviene que se vaya, para que venga la Ruah a hacérnoslo presente.”
- “Sí, pero no lo tocamos y palpamos con estas manos de carne”.
“Por algo dice él: suéltame, no quieras retenerme”
-¿Es que también te lo dijo a tí, a su misma madre?[1]
-Si me lo dejó bien claro. Tiene que irse con Abba para que vivamos con él como el vive en Abba.“Pero, madre, eso cuesta mucho, porque se le echa de menos y eso nos hace sufrir.”.
“Pero Él vive, es El Que Vive”.
“Sí, pero nos lo podía haber dicho antes, el jueves por la noche, nos habría ahorrado el mal rato del viernes a la hora de nona”
(Aquí suena de nuevo el Stabat mater, de Jenkins, en tono alto).
-“Es que ni él mismo lo sabía”.
-“Pero siendo quien es, su conciencia...”
“Déjate de conciencias, Malena, eso son monsergas y teologúmenos, como decía la abuela Ana, eso se queda para teólogos alemanes romanizados con miedo a mirar cara a cara a la Esfinge, como dirá dentro de veinte siglos Miguel de Unamuno”.
-“Ahora me explico lo desolador de aquella frase, cuando dijo que por qué estaba abandonado. Con razón lo pasó tan mal”.
-“Así fue, murió solo en las afueras, como dice tan bien el teólogo José María Castillo: fuera de su ciudad, fuera de su religión y condenado por ella, fuera de sus amigos que lo traicionan, no sólo Judas y Pedro, hasta el mismo Juan pagó el precio de hacer compromisos con los jefes a cambio de que lo dejasen entrar en la capilla sixtina mientras el Gran Inquisidor revestido de capisallos largos dictaba sentencia entre el silencio de los corderos...”.
-“Al final solo quedamos nosotras, madre”.
-“Sí, hija mía, la Ruah, Alientadora de Vida, se portó muy bien, nos dió fuerzas y se sirvió de las tres Marías para consolarle, a la vez que sosteníamos a Juan para seguir en pie...los hombres en estos casos son el sexo débil, ya se sabe; nosotras, las piedras despreciadas por los constructores de la basílica petrina, fuimos llamadas a sostener a la piedra angular y a sus discípulos.
-Al fin, pudo él dar un grito asumiendo que todo estaba acabado, que se dejaba matar quedándosele mucho por hacer... y, mientras Abba respondía con silencio a su grito, hizo de tripas corazón y cruzó la última puerta, entregó su espíritu...¿Qué sentiría al ver que Abba esperaba detrás de la puerta?“
-“No, Malena. No hay un detrás de la puerta, sino un más acá, ya estás ahora y desde siempre en brazos de Abba, solo que no te das cuenta. Ya dijo Él: Yo soy la puerta. Por eso sabemos que está vivo de verdad en la vida verdadera.
-Eso si que está bien dicho, Malena. La tumba en la noche del viernes estaba llena y vacía, llena de restos mortales y vacía de vida, porque Él ya no estaba allí sino llenándolo todo (Efesios 4,10). Él ya había resucitado en el mismo momento de entregar su Espíritu al Padre y entregárnoslo a nosotras para encargarnos la diakonía de su Palabra y Pan de Vida.
Tienes razón, madre, por eso nos dio tanta paz quedarnos el viernes ante la tumba al anochecer, después que cerraron y se marcharon el Nicodemo y el de Arimatea. ¡Qué paz sentimos ante el monumento: la tumba a la vez vacía y llena, vacía de presencia y llena de restos!.
. Y así estará si unos años después unos arqueólogos encuentran restos mortales. No hace falta una tumba vacía para afirmar la resurrección, ni una tumba con restos mortales niega la resurreccción. Las cosas del Espíritu de Vida funcionan de otro modo que solo se expresa con palabras poéticas comolas de mi buen amigo el arcángel Gabriel. Qué bien supo él hablar de la Puerta de la Vida, la puerta por la que entró en mí el Aliento de Vida, la misma Puerta por la que nació Jesús...
-“Ay, madre, María, qué gusto da oirte decir estas cosas, ¡cuántos escribas muy doctos en teología no saben cómo explicarlas, aunque están muy listos para condenar a quienes las cuentan de otro modo! Tú, Madre, sí que eres mejor exegeta, aprendiste de tu hijo a interpretar a Abba, tú sí que mereces un doctorado en la Ciudad de Dios, tú vales más que Judit, te cantarán todas las generaciones...
- “Bueno, Malena, no te pases, que te exaltas demasiado”.
-“Si es que no puedo contenerme, madre, si lo de hoy al alba ha sido maravilloso, esto es una mezcla de gozar y sufrir. De disfrutar, porque quien amas vive y el amor es más fuerte que la muerte; pero, a la vez, pasarlo mal, porque no lo tienes entre tus brazos.” -“Claro Malena, si no quieres sufrir, no ames. Pero si no amas, ¿para qué quieres vivir?” “Ay, madre, ¡qué cosas más entrañables dices!”
“Bueno, Malena, dejémolo ya, ahora tú tienes que ponerte en marcha, recuerda que él dijo que tú te llamarás Petra y que con esa piedra quiere él destruir todas las opresiones y desencadenar un movimiento de compasión que inunde el mundo de ternura”.
“¿Por dónde empiezo?”
“Empieza por Juan, pero ayudada por Susana y Salomé. Para asegurar que no venga con Santiago la involución, tenemos que coger el timón de la comunidad nosotras. De lo contrario, los rabinos de la curia van y manipulan el Sínodo, redactan encíclicas largas y abstrusas, nombran obispos de su línea, domestican a los doce para que monopolicen el título de apóstoles y buscan una tumba vacía en la que enterrar para siempre el Concilio Vaticano II en un funeral de primera con veinte turiferarios y una hilera de diáconos con dalmáticas de fachosfera. Pero nosotras, adelante, que aprieten el paso sin miedo las muchachas del Reino, sople que sople como un tifón la Ruah para inflar con viento favorable las velas de los pescadores y pescadoras, pesquémoslos a todos y a todas para la vida verdadera...