Tatuajes de amor
Pero el tatuaje, en este caso queda a nivel de la piel, es superficial. Y yo creo que esto no echa por tierra ese deseo profundo: “ser yo mismo”.
Me lleva a pensar en este fenómeno de nuestro tiempo cuando leía estos días unos versos del Cantar de los Cantares:
Grábame como un sello en tu brazo
grábame como un sello en tu corazón
porque es fuerte el amor como la muerte
(Ct 8,6)
Con el sello imprimimos o comunicamos un determinado carácter a una cosa o a una persona. Una dimensión profunda que afecta de un modo o de otro a la existencia. El sello más profundo en la persona es el sello del amor. De amor también se muere, y muriendo de amor vida recobra, vida que nunca muere dice Unamuno. Escribe T. Merton:
El amor no es un sueño, es la ley básica de criaturas criadas libres, para darse libres, libres para participar de la infinita abundancia de vida con que nos colma Dios. El amor es la vida misma en su estado de madurez y de perfección.
Como afirma el verso del Cantar: el amor es más fuerte que la muerte. Luego lo que necesitamos es reverdecer ese sello interior del corazón que lleva los estigmas del amor. El corazón de toda persona lleva este tatuaje de amor en su espacio interior más recóndito. Pero es necesario lo que podríamos llamar hoy de alguna manera una “programación”, una puesta de actualidad… Y aquí entraría el servicio de la educación de la persona. Ayudar a la persona a configurarse como tal, pues uno llega a una madurez de sí mismo, cuando llega a un conocimiento de sí mismo y comprende que viviendo ese amor, que lleva grabado también en su brazo, obra el amor.
Amigo, amiga, es fuerte el amor como la muerte; más todavía: el amor vence a la muerte, pero tienes necesidad, para llegar a vivir esta experiencia singular, de someter tu vida al amor. La vida pasa, para todos… el amor permanece…