Un pequeño programa de vida
De aquí que toda persona puede encontrar en ella un camino para su vida. Un pequeño programa de vida:
Escucha……. El Señor en su bondad nos muestra el camino de la vida (RB, Pr 1-20)
La ruta comienza con una escucha, y debe seguir con este talante de escucha para ir descubriendo el camino de la vida. Descubrir que, yo diría, es vivirlo con sentido.
“La vida llega sin aviso”, dice un proverbio oriental; y el poeta se pregunta “quién vive la vida”. Yo diría que vive la vida quien la vive con una conciencia más plena, más despierta. Esta vida que empieza en cada uno de nosotros como una “tabla rasa”, implica apertura, crecimiento, desarrollo, lo cual exige una actitud de escucha, Escucha y respuesta, en un diálogo permanente con el medio ambiente y las personas, que van despertando nuestra conciencia. Será importante mantener la sabiduría de la escucha, pues la sociedad nos pone excesivas notas a pie de página que nos desvían la atención de una buena lectura de la vida. Hay que tener esta fortaleza que sugiere la Escritura:
Sé fuerte, no vayas ni a la derecha ni a la izquierda; sea tu referencia la ley (Jos 1)
La escucha no es meramente física, del oído externo, sino una escucha de la persona, que involucra toda la vida. La escucha siempre nos pone en tensión. Es la tensión de la misma vida. Es la tensión de la escucha, que nos enriquece y nos pone en el camino de la realización de nuestra vida. Una tensión que no nos lleva a hacer nuestra voluntad sino la voluntad del otro. Nadie somos totalmente autosuficientes; necesitamos contar con las opiniones, con la presencia de “otros” en nuestra vida, sean personas, sean instituciones. Y en el aspecto de una humanidad profunda, tenemos necesidad de contar con la voluntad de Cristo. Este “otro”, Cristo, es una referencia singular de humanidad. Es una referencia para crecer como persona humana, para contribuir a hacer la sociedad más humana.
La Regla da una sugerencia muy concreta: militar para el Señor Cristo con las fuertes armas de la obediencia.
No tiene buena prensa la obediencia; con frecuencia se oyen voces de desobediencia civil, fiscal (aunque ésta se practica sin vocear), religiosa… Con ello se provoca la ruptura de una relación viva persona-comunidad.
No es fácil la obediencia. De aquí la necesidad de la norma y la sanción, como imposición externa. Pero una obediencia sana debe nacer desde el corazón. Por esto la Regla te invita a una plegaria insistente, como una ayuda necesaria para implicar la abertura y buena disposición de tu corazón. Esto es bueno y digno de todo deseo ya que es vivir bajo la mirada de Cristo. El hombre que no viene a quitar la ley sino a darle perfección.
Y por otro lado es llevar a cabo un trabajo sobre ti mismo, sobre tu propio corazón, sobre tu propia vida.
Por esto dice la Regla: ¡Levántate! Pues dice la Escritura: Ya es hora de despertar, ya es hora de abrir los ojos a la luz deifica. Es decir tienes aquí una invitación a despertar tu interior, tu conciencia, tu personalidad. A trabajar sobre ti mismo, tu propio corazón.
Y aquí tienes una encrucijada: o te dedicas a despertar tu interior, o tu corazón se endurecerá.
Y este es el camino de la vida monástica: despertar en sensibilidad o endurecerse en el corazón. En realidad es el camino de la vida misma. Un camino para vivir con sensibilidad la vida humana, que va más allá de mi persona
Por esto te recuerda la Regla: cuida de la lengua, apártate del mal, haz siempre el bien, busca la paz y síguela…(Sal 33,14) En realidad son palabras que Benito toma de la Sagrada Escritura. Por esto, la Regla de san Benito es una sugerencia permanente y muy viva a la lectura y meditación de las Escrituras Sagradas.
Y todo esto es posible y deseable porque hay una voz, la voz del Señor que invita. Una voz que nos llega por muy diversos y numerosos conductos, y que siempre se deja oír en un corazón sensible.
Vive esta vida, escucha los mandatos del Maestro, ten preparada siempre el oído del corazón y verás y vivirás días felices viviendo la experiencia de un Dios que te irá mostrando el camino de la vida. Esta nos pide decisión, imaginación, riesgo…
Un Padre del Desierto enseñaba de este modo:
Un joven en un camino de búsqueda pide al maestro espiritual: He recibido un mandato para hacer un buen trabajo, pero existe el peligro cierto de una tentación allí donde tengo que realizarlo. Yo deseo hacer un buen trabajo, en virtud del mandato que me han dado, pero me espanta el peligro.
El anciano maestro respondió: si fuera un problema mío, cumpliría el mandato, y de este modo estaría seguro de haber vencido la tentación.”
O vivimos la vida o nos la viven.