¿Autorreferenciales o silenciados en el anonimato?


Veo con tristeza que se sigue comentando que los sacerdotes que destacan en Internet (y yo diría que, por extensión, los que destacan en cualquier ámbito no estrictamente eclesiástico al uso), y logran, por tanto, sacar la cabeza y romper este anonimato homogeneizante a la baja, impuesto a todos los sacerdotes, y en especial a los pequeños sacerdotes, son, según se dice, ¨curas autorreferenciales, autosuficientes... y lógicamente la autosuficiencia hace mal a la vida presbiteral...¨

Yo no sé qué hace más mal en la vida de sacerdote:si una (supuesta) autosuficiencia y autorreferencia, apoyada en talentos y destrezas, estudios, etc, utilizados para Gloria de Dios y bien de la Iglesia (no hablo de institución) en cualquiera de los órdenes de la existencia personal y social (tenemos pequeños sacerdotes con dos carreras y masters), o el actual (y desde hace demasiados siglos) anonimato impuesto a los sacerdotes, y en especial a los pequeños sacerdotes, que se les impide y bloquea su realización personal y ministerial, para dar lo mejor de sí mismos, fuera de las celebraciones rituales establecidas, (a las que acude cada vez menos gente, por cierto, y no sacamos ninguna conclusión al respecto), y fuera, por tanto, del coto cerrado eclesiástico imperante, por el que se supone que todos deben circular para ser aprobados (y promovidos, claro está).

No se enciende la luz para ponerla debajo del celemín, ni se ordenan sacerdotes para vivir un ministerio de frustración y anonimato. El día que los 400,000 sacerdotes, la mayoría pequeños sacerdotes, despierten de esa sugestión fatal centenaria, y descubran que están llamados a vivir, por gracia de Dios y derecho divino, un ministerio de realización y no de frustración, para Gloria de Dios y bien de la Iglesia (no hablo de institución) sin sumisión ni sometimiento a nadie (obediencia, la de Cristo), otro gallo cantará a la Iglesia (no hablo de institución). Ese día sí comenzará de verdad la evangelización, promovida y liderada por sacerdotes libres que proclamen abiertamente y sin anonimato de ningún tipo, el glorioso Nombre de Cristo.
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