Propósitos para el Año Nuevo...
A estas alturas de la película, los propósitos personales de ámbito privado tienen, a mi juicio, poquita transcendencia. Ya sé que suena a herejía moralista, sobre todo desde ámbitos institucionalistas, pero es así.
Todos sabemos que tenemos que ser ¨desprendidos¨, ¨generosos¨, ¨no dejarnos llevar por el egoísmo¨, ¨ser solidarios¨, ¨no consumir¨, ¨preocuparnos por los pobres¨ (siempre con acciones paliativas de muy corto alcance, claro, nada de auténticas iniciativas transformadoras de las estructuras, que son la raíz de las injusticias en el mundo), es más, ¨tenemos que hacernos pobres¨ ---"Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres..."--- (no se trata tanto de sacar de la pobreza a los que en ella viven, porque no tenemos ni idea de cómo hacerlo, sino de hacernos todos pobres, porque la pobreza parece ser que es el destino deseable para todos y es fantástica); tenemos además que ser ¨sacrificados¨, ¨rebajados¨, ¨encogidos¨ (cuidado con la ambición), ¨no ser emprendedores¨ (¨la avaricia es mala; que los puestos de trabajo los creen otros, "no pretendo grandezas que superan mi capacidad..."; eso sí, cuando tenemos que pedir dinero sí que nos acercamos a los ricos...), tenemos que ¨cargar con la cruz¨ de cada día, y con la del año nuevo que comienza (y con la de todos los años, por los siglos de los siglos...; vivir mi Resurrección ganada por Cristo al precio de su preciosísima Sangre, eso lo dejamos para la vida eterna en el ¨más allá¨; en el ¨más acᨠnos toca ¨negarnos a nosotros mismos¨ y sufrir ¨en este valle de lágrimas...¨) y demás temas ya gastados, eso, ni soluciona nada, ni nos hace, ni mucho menos, más santos, ni ante Dios ni ante los hombres. Lo que nos salva es la fe (con obras) en Jesucristo muerto y resucitado para nuestra Salvación, del que celebramos gozosa y ungidamente su nacimiento en medio de nosotros en este entrañable tiempo de la Navidad...
Lo que yo propongo, creo que tiene algo más de calado y de potencialidad transformadora.
Yo propongo que se cierren todos los despachos, oficinas, sacristías, edificios públicos, parroquias y demás habitáculos protectores, y salgan todos a la calle a evangelizar (¨allí será el llanto y el crujir de dientes¨ para demasiados...), que es lo que el Señor, por cierto, nos mandó: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio...".
Propongo que se deje en libertad a todos los sacerdotes, y se rompa todo yugo de sometimiento sobre ellos, y puedan salir los primeros a las calles y plazas, a las casas y lugares de trabajo donde la gente realmente vive, y allí den un precioso testimonio de Cristo. Y sea allí también donde celebren los Sacramentos, de forma mucho más personalizada ---¡realmente para "los llamados"!---, y lejos, por tanto, del sacramentalismo sociológico y del parroquialismo que nos oprime a todos, y sobre todo, a los pequeños sacerdotes (unos 100,000 sacerdotes han dejado el ministerio desde los años 70 hasta el día de hoy, y todavía nadie ha movido una ceja al respecto...).
Propongo que los únicos eventos que se organicen sean eventos de alabanza y de adoración a Dios (que no tienen que ser ni mucho menos en las parroquias) donde se omita absolutamente "hablar de Dios", y donde finalmente se "ore a Dios" verdaderamente, en Espíritu y en Verdad (fuera de ritos y de rogativas, de los que se han creado más adictos que creyentes) y donde se puedan recibir las bendiciones de sanación y de provisión humana, material y espiritual, que el Señor tenga a bien conceder para su pueblo creyente.
Propongo, en fin, que se declare este Año Nuevo como el Año de Gracia, Liberación y Bendición del Señor, y que los pobres sean evangelizados (que también tienen derecho, y no sólo se hable de ellos...),
Ésos son mis propósitos institucionalistas de Año Nuevo... No estoy muy seguro de que se vayan a cumplir, ni en este año ni en 500 años más. Pero ahí quedan. El que quiera oír, que oiga.Tampoco prometo que vaya a cumplir los estereotipados propósitos de ética política y de sometimiento apuntados anteriormente. Bastantes cargas tiene la vida, como para que yo me eche más encima inútilmente...
Mis propósitos personales que, con la gracia de Dios, me propongo cumplir en este año que entra, se derivan directamente del Misterio Pascual de Cristo, que me identifica, y que dirige mi mente y mi voluntad hacia un futuro de impacto para los demás, impacto con repercusiones tanto personales como sociales, impacto transformador y redentor, lleno de unción y gracia, dirigido especialmente hacia los que más sufren, que son los más queridos por Dios...
Con estos propósitos y deseos, y con algún otro que me reservo para no ¨escandalizar a algún flaco¨, como diría Kempis, e invocando la presencia del Señor sobre vosotros y sobre vuestras vidas, en este año que comienza, os deseo un muy entrañable, ungido, bendecido y feliz Año Nuevo.