Inculturar Ecología y Compañía
La Escuela universitaria de Ingeniería Agrícola (INEA) de la Universidad Pontificia de Comillas, en su XX aniversario sigue llevando el mensaje de la Laudato Si´ a la vida.
| María del Carmen Molina Cobos
Una de las señales de identidad de la Compañía de Jesús es el apostolado intelectual en diálogo con la sociedad actual. El reto es “inculturar” el evangelio manteniendo su esencia. No es esta una intelectualidad elitista, sino que fácilmente abraza a los vulnerables y, desde hace tiempo ya, incluso antes de la encíclica Laudato si´, abraza también a la tierra herida. En realidad, abrazando a unos, abrazas a la otra.
Un ejemplo de lo que cuento es la Escuela Universitaria de Ingeniería Agrícola (INEA) dependiente de la Universidad Pontificia de Comillas. Este año se cumplen XX años de los “huertos ecológicos” para personas mayores y migrantes. Un huerto por familia, es fácil. Una iniciativa de algunos profesores de la Escuela sostenida por el Ayuntamiento de Valladolid. Mas de 200 huertos. Un ejemplo que muestra, a mediana escala, que la transición socioecológica es posible. Agricultura ecológica que ofrece el soporte para integrar la sabiduría de nuestros mayores y la de los que tratan de acomodarse entre nuestras costuras, los migrantes.
Este fin de semana, nos recibió con cariño la “casa ecología-acogida Ana Leal”, pegada al INEA. Felix Revilla, director de INEA y responsable de los huertos ecológicos nos fue haciendo un recorrido espiritual entre hortaliza y hortelano. Conocí a Manding y su huerto africano en herradura, el huerto de Poli y sus plantas adventicias (“buenezas”, nada de malezas), a los hermosos puerros de D. Alfonso. Conocí también el huerto para la contemplación, los huertos para personas con movilidad reducida y muchos más. Tantas canas como raíces tienen esos huertos, tantos niños y niñas con capacidades especiales como gallinas. “La culpa de que te rompieras la muñeca la tiene el huerto”, dice Dº Isidro medio enfadado a su señora. Ana, a sus 82 años le contesta: “no, el huerto tiene la `culpa´ de que siga viva”. Ochenta y dos y ochenta y cuatro años cada uno, sesenta y dos años juntos y parecía que se casaron ayer. Parcelas que hace tiempo no se tocan, “porque no vienen” pero ahí siguen… Mil historias, todas diferentes, como las patatas, no vas a encontrar dos iguales. Tierra humilde, tierra humana. Porque la palabra “humano” procede del latín “humus” que significa “tierra, suelo” y aquí eso no se olvida. Este es un apostolado que de tan intelectual se hace nuevamente campo, estiércol, sudor y dolor de espalda. En esta casa, la intelectualidad “salta la verja” para hacerse inmanencia, donde el otro es Cristo.
Yo no creo en lo casual, somos un entramado donde todo adquiere, al final, su sentido. Hoy en casa “ecología-acogida Ana Leal” celebramos las Témporas de Acción de Gracias y las celebramos no por gusto, sino porque es 5 de octubre y así lo manda la liturgia. Justo al día siguiente de celebrar San Francisco y el final del Tiempo de la Creación. Regalo tras regalo. Yo no sabía ni que existía este tiempo litúrgico. Las Témporas son días de acción de gracias y petición que la comunidad cristiana festeja terminada la recolección de las cosechas estival. ¡Pues claro, y como no iba yo a dar gracias después de todo lo vivido en esta tierra prometida! Tierra que emana leche y miel ecológica.
En esta fiesta de las Témporas Moisés (y la Iglesia) no se anda con tonterías. Recuerda a su pueblo (y al mío) cuantas bendiciones recibidas tras el exilio y le aconseja: Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado….No sea que cuando comas hasta saciarte, cuando edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumente tu plata y tu oro, y abundes en todo, se engría tu corazón y olvides al Señor, tu Dios…. No sea que pienses: “Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas” … Acuérdate del Señor, tu Dios: que es Él quien te da la fuerza para adquirir esa riqueza, a fin de mantener la alianza que juro a tus padres como lo hace hoy (Dt 8, 7-18). Esto por si nos quedaba alguna duda de a quien le pertenece la tierra. Nos haría bien recuperar, como recuperan en esta casa, la humildad del humus para ser un poco mas humanidad. La tierra de la tierra para ser un poco más tierra. Aunque lo que realmente nos haría bien es dejar a Dios, ser Dios y nosotros a lo nuestro: al huerto.