Arrugados pero no derrotados



"Apretados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados" (2 Cor 4,8). En esta experiencia, que describe Pablo cuando presenta el precioso tesoro de la vida en la fragilidad del barro, nos adentra la película "Arrugas" de Ignacio Ferreras.

Esta animación, destinadas a jóvenes mayores o adultos, tiene el sabor de las narraciones contadas desde la verdad desnuda. Presenta un dibujo que trasluce emoción en su sencillez y una animación detallista en la simplicidad, formalmente se aleja del tipo de propuestas basadas en la espectacularidad al estilo de los grandes estudios tipo Pixar-Walt Disney o Dream Works.

Emilio es un director de banco jubilado que ha dedicado toda su vida a trabajar y que cuando comienza a padecer Alzheimer su familia decide enviarlo a una residencia de mayores. Allí se encontrará con Miguel, un pícaro que ha sobrevivido a base de no crear vínculos con nadie para así no esperar nada de ninguno. El ambiente de centro será de clausura determinado por las limitaciones de los que se van deteriorando, la pasividad de los que ya viven desconectados, el abandono de los familiares y las buenas, aunque en general bastante inútiles, intenciones de los profesionales que les asisten.

El guión basado en el cómic del mismo título de Paco Roca (Premio Nacional de Cómic 2008) hace muy pocas concesiones efectistas y a pesar de tratar a los personajes con ternura y humor, no consiente ir más allá de la sonrisa ni traspasar la emoción perdiendo pie en la realidad. Esta opción, poco frecuente en la animación, termina por conquistar al espectador, que confía en no ser manipulado ni apartado de la verdad. Y ésta se convierte en la gran virtud comunicativa de "Arrugas". Todos sabemos que tarde o temprano nos tocará ser Emilio o Miguel.

Por eso se le perdona a la historia su tono melancólico, bien armonizado con el empleo de un color mortecino y sin brillo. El comienzo es un directo a la conciencia. Incluso la parte más cómica y aventurera se despliega y se resuelve sin muchas retóricas. En "Arrugas" no se plantean ni milagros ni imposibles. Sólo cabe la elemental maniobra de dar la vuelta y cambiar de camino, en el espacio justo de la conciencia.

No cabe duda que esta película recogerá algunos premios, tanto en los Goya como en los Annie, premios de animación de EEUU, aunque no ha podido finalmente competir a los Oscar. La novedad y el valor de esta propuesta es que nos coloca ante lo que hoy o mañana enfrentaremos. Y cuando el cine hace de espejo de las propias "arrugas" se transforma en un relato sugerente para afrontar la vida sin huidas ni maquillajes. En este caso la pantalla invita a la veracidad.

Desde el punto de vista espiritual, hemos de resaltar el cuento sobre cómo atrapar una nube. Y es que siempre se puede hacer alguna trampa a la vida. Ir más allá para romper el círculo de lo obvio, sea éste la limitación física o el abandono de los otros. Y hacer trampas es contar con lo Invisible. Desde el punto de vista antropológico, la película nos enfrenta a dos experiencias ineludiblemente e inesperadamente humanizadoras: cuidar y ser cuidados. La calidad humana y la hondura personal se juegan y calibran en ambas tesituras. Asumir la responsabilidad de cuidar cuando toca y no escurrir el bulto, ya que en esto nos jugamos nuestra propia honestidad. Y, lo que probablemente es más difícil, dejarnos llevar cuando llega la hora de la enfermedad. Ambas suponen coraje y humildad como los que nos enseñan los protagonistas. Recomendable para los que están dispuestos a mirar de frente a lo que venga, especialmente para los que no se arrugan. No por héroes o valientes, sino por resistentes y confiados.

Aviso: Con presupuestos modestos pero con cargas de profundidad y autenticidad nuestro cine se abre paso, tomemos nota.
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