Confucio llega a todos los públicos



Se presenta esta superproducción de tono espectacular y estilo hagiográfico para mostrar al mundo esta figura esencial en la cultura china. En un formato apto para todos, viene acompañada de una interesante ambientación y una banda sonora apreciable. Sin embargo, el guión, que comienza de forma atrayente, decae tras el largo exilio y confía más en las secuencias de masas o de efectos especiales que en la presentación de la propuesta de paz y armonía del protagonista.

Dirigida por Hu Mei, una directora bastante desconocida fuera de su país pero que tiene amplia experiencia en películas históricas sobre todo con la serie "Yong Zheng wang chao" (1997). En este caso nos cuenta los últimos años de la vida de K'ung-fu-tzu, que sería latinizado por el jesuita Mateo Ricci como Confucio. Confucio es el líder espiritual y político más importante de la historia de China a partir del siglo IV a.C. y representa la propuesta de los valores de la ética y la armonía asumidos desde el autocontrol con una perspectiva de sacrificio hacia los otros. La película comienza como un largo flashback y va recorriendo de los 51 años hasta la muerte del protagonista con 73 años. Partimos del momento en que Confucio vive con su familia como magistrado de Zhongdu donde tras su rápido éxito es elegido ministro de justicia del reino de Lu. Allí pone en práctica una política de equidad que busca el bienestar de la persona y desde la astucia y la estrategia promueve los acuerdos que evitan la guerra. Pero el cruce de las ambiciones pronto origina su exilio desde el cual vagará acompañando y formando a un grupo de discípulos. Después es reclamado nuevamente para ayudar a su pueblo y así decide poner por escrito su pensamiento. Interesante especialmente es el elenco de actores entre los que se encuentran en el papel de Confucio Chow You Fat ( recordemos Dragonball evolution, Los niños de Huang Shi, Piratas del Caribe: En el fin del mundo, La maldición de la Flor Dorada, Tigre y dragón), en el papel de Nanzi a Zhou Xun (Rio Zazhou, Balzac y la Costurera China) y en el de Yan Hui a Ren Quan (Assembly).

El planteamiento general es bastante sencillo. Muestra con rasgos esquemáticos al protagonista y a los personajes secundarios con el fin de enseñar de forma simple y didáctica las claves de su doctrina filosófica, que parte de la necesidad de formar el autocontrol de la ambición de poder y de las pasiones que originan la violencia. Para ello sus propuestas buscan la justicia desde la creencia de una fraternidad universal. Su propio camino es un proceso formativo para sus discípulos que serán los que continúen su obra. Al final adquirirá una especial de iluminación que trasmitirá a las generaciones venideras en sus obras.

La intención de la producción es bastante evidente en la China postcomunista. Se trata de reivindicar esta figura como patrimonio de un pueblo que aspira a la armonía. La perspectiva es educativa y por eso se dirige hacia el gran público. El problema del guión estriba por una parte en su formato espectacular con grandes masas y efectos especiales en las batallas que eclipsan la presentación más espiritual y, por otra parte, en la simplificación de buenos y malos paga el precio del alejamiento de la realidad y la ausencia de dramatismo.

Se trata pues de una presentación superficial pero interesante de este sabio Chico cuya influencia en la actualidad sigue estando viva. Puede ser sugerente y actual su perspectiva del ser humano que se autotrasciende aunque desconozca a Dios. La película es interesante desde el punto de vista educativo para un primer y limitado acceso al universo cultural de China.
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