Pendientes de estreno (III) Bakhita, una santa africana para nuestro tiempo

Seguimos con esta lista de películas que no encuentran distribución entre nosotros y que tienen referencia espiritual o religiosa. Los motivos son por una parte económicos, las organizaciones cristianas no valoran este tipo de productos para promoverlos, con lo que demuestran una grave ausencia del sentido comunicativo, imprescindinble en un mundo audiovisual. Por otra parte, la distribución facilita unas determinadas marcas de contenido ideológico que ocultan temas y dimensiones que nos descubren la falsedad del paraíso de la libertad que nos quieren vender.

Sin embargo, la RAI nos sigue ofreciendo en estas miniseries en dos capítulos distintas biografías de personajes bíblicos, santos o papas. En la entrega de santa Josefina Bakhita nos encontramos con película profundamente cristiana que muestra una santa atractiva para el siglo XXI que procede de un continente al que representa por su itinerario de dolor, liberación, fe y esperanza.

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Benedicto XVI ya puso su vida como referencia en Spe salvi en una larga cita que trascribimos. " El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II. Nació aproximadamente en 1869 –ni ella misma sabía la fecha exacta– en Darfur, Sudán. Cuando tenía nueve años fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de la madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar; como consecuencia de ello le quedaron 144 cicatrices para el resto de su vida. Por fin, en 1882 fue comprada por un mercader italiano para el cónsul italiano Callisto Legnani que, ante el avance de los mahdistas, volvió a Italia. Aquí, después de los terribles -- dueños -- de los que había sido propiedad hasta aquel momento, Bakhita llegó a conocer un -- dueño -- totalmente diferente –que llamó -- paron -- en el dialecto veneciano que ahora había aprendido–, al Dios vivo, el Dios de Jesucristo... En este momento tuvo -- esperanza --; no sólo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa. A través del conocimiento de esta esperanza ella fue -- redimida », ya no se sentía esclava, sino hija libre de Dios... Así, cuando se quiso devolverla a Sudán, Bakhita se negó; no estaba dispuesta a que la separaran de nuevo de su -- Paron --. El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Confirmación y la primera Comunión de manos del Patriarca de Venecia. El 8 de diciembre de 1896 hizo los votos en Verona, en la Congregación de las hermanas Canosianas, y desde entonces –junto con sus labores en la sacristía y en la portería del claustro– intentó sobre todo, en varios viajes por Italia, exhortar a la misión: sentía el deber de extender la liberación que había recibido mediante el encuentro con el Dios de Jesucristo; que la debían recibir otros, el mayor número posible de personas" (n.3).

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Este itinerario queda bien reflejado en la película del año 2009 realizada para la televisión por un especialista del género, Giacomo Campiotti que en 207 minutos nos ofrece una síntesis de la vida de la santa africana siguiendo una adaptación libre del texto de Roberto Italo Zanini titulado Bakhita Inchiesta su una Santa per il 2000. Filmada en Italia y Burkina Faso esta protagonizada por Fatou Kine Boye que realiza un papel contenido, silencioso y sufriente al principio y destacadamente gozoso y feliz al final, en un proceso marcado por una gran dignidad y generosidad. La película se estrenó en el Festival de Ficción de Roma de 2009 y tuvo un importante éxito de público en su pase televisivo para Italia.

El guión está marcado por la presentación del contenido cristiano donde descubrimos que el bautismo en la fe católica da forma y sentido a todo lo que había vivido en su trayectoria vital. Está narrada desde el personaje de Aurora Marín ( Stefania Rocca), hija del comerciante italiano que la sacó de África, que cuenta a sus tres hijas la importancia trascendental de Bakhita en su vida. En el primer capítulo asistimos a su sufrimiento como esclava en África, a su vida como sirvienta en la casa de Federico Marín (Fabio Sartor) al cuidado de la pequeña Aurora y sus dificultades con los campesinos de la zona que la discriminan por su piel negra. Pero también se nos muestran los gestos de bondad que surgen de su corazón sufriente, su cariño y sus cuidados con la pequeña Aurora y al acercamiento a la iglesia a través del padre Antonio (Francesco Salvi), que a través de ella también recupera el coraje para vivir su fe. El segundo capítulo es mucho más luminoso y va mostrando con claridad la santidad de Bakhita que lucha contra la peste convirtiéndose en una líder humilde de los más pequeños y especialmente de las mujeres. Conoce más a fondo el cristianismo y cómo con naturalidad se va identificando con Cristo especialmente presente en los niños y de forma más significativa en los más abandonados. Su bondad va encontrando profundidad en su fe y con esta armas enfrenta la lucha por su libertad. Así, el juicio supone también un mirada a la doctrina social de la Iglesia sobre la dignidad de la persona humana.


Realizada de una forma atractiva, buscando y consiguiendo emocionar al espectador cuenta también con una destacada banda sonora de Stefano Lentini, interpretada por la Orqueta Sinfónica de Bulgaria, que introduce composiciones inspiradas en la música sudanesa y que consiguen dar un tono de referencia africana a la película.

No es extraño que Benedicto XVI en el libro-entrevista "Luz del mundo" haya citado esta película. Así resulta muy recomendable para presentar al gran público esta santa tan admirable y situar temas como la bondad que tiene en Cristo su fuente, el valor de los pequeños y sufrientes como imágenes de Dios, la Iglesia que acompaña en la liberación y salvación, el gozo de la fe o el poder transformador del amor.

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