Soul Surfer, una película amable y sugerente para jóvenes



Con un estilo amable y atractivo para el público joven se presenta esta película sobre la vida de Bethany Hamilton, una joven surfista que perdió un brazo a los 13 años por el ataque de un tiburón tigre en Kauai. "La vida es como surfear" dice la protagonista, hay que ser paciente para esperar las olas y fuerte para vencerlas y lograr subir hacia lo alto. Una metáfora sobre la lucha, la humildad para dejarse ayudar y la fe para trascender los propios límites. Una película donde se habla de Dios con naturalidad y dónde lo importante para vencer es abrirse a los otros.

Basada en la autobiografía de la propia Bethany titulada "Soul Surfer: A True Story of Faith, Family and Fighting to Get Back on the Board", la versión cinematográfica ha sido adaptada por Sean McNamara, especialista en series televisivas que ya anteriormente se especializó como productor en el mundo de las jóvenes surfistas en Surf Girls (Beyond the Break).

La historia comienza presentándonos a Bethany (AnnaSophia Robb, recordemos Un puente hacia Terabithia) y su familia en Haway donde viven volcados hacia el mar y donde la joven surfista comienza a competir desde niña. Tras las secuencias del ataque del tiburón resalta la lucha contrarreloj para salvar su vida. A partir de aquí, la segunda parte se centra en la crisis y reconstrucción de su vida y cómo el accidente le ayuda a madurar como persona y como creyente. En la historia de superación se resalta el papel de la familia, así del padre (Dennis Quaid), que es un entrenador de surfistas, y de la madre Cheri (Helen Hunt, recordemos su Oscar en Mejor imposible), que es profesora así como de los dos hermanos mayores protección, Noé (Ross Thomas) y Timmy (Chris Brochu), que siempre están dispuestos a ayudar a su hermana más pequeña. Igualmente se destaca el papel de su acompañante espiritual Sarah Hill (Carrie Underwood) que le ayuda a confiar y crecer en la fe. Igualmente se destaca el valor de la amistad representado en su amiga Alana Blanchard (Lorraine Nicholson) y de la competencia a través de su rival y antagonista Malina Birch (Sonya Balmores).

El estilo cinematográfico mezcla la estructura típica de las películas juveniles con las llamadas series de playa (Baywatch, Vigilantes de la playa). Así música abundante, bellas imágenes de la lucha contra las olas, bellas coreografías del deporte del surf y cuerpos torneados y puestos al sol. Sin embargo, el formato televisivo bastante simple se hace vehículo de una historia emotiva, que no se decanta hacia el melodrama, a la vez que profunda. Dónde desde la prueba y la dificultad se profundiza en las fuentes profundas que abren a la persona más allá de sus limitaciones.

Especialmente bien rodado el efecto digital donde falta un brazo a Bethany, también el guión resulta bastante completo, siendo destacable el giro hacia la solidaridad que supone el viaje a Thailancia para ayudar a las víctimas del tsunami del 2004. Allí la joven protagonista aprende a vencer las propias dificultades ayudando a los que están en peor situación que ella misma. Y aquí destacamos la secuencia de la vuelta al mar como símbolo del deseo de luchar y avanzar.

Desde el punto de vista espiritual el mensaje es simple. La familia y la fe son pilares para superar las pruebas de la vida. La familia con el apoyo afectivo y de confianza. La fe para adentrarse en el misterio descubriendo como incluso lo negativo puede convertirse en algo bueno y Dios ayuda a mirar desde más allá las posibilidades humanas.

Estamos, pues, ante una propuesta de cine juvenil con formato amable y fondo sugerente. Desde una narración simple y bastante previsible se proponen valores como el coraje ante la dificultad, el sentido de la amistad, la competición como posibilidad para el crecimiento, la apertura a los otros y su dolor o la disposición a extender los brazos más allá de los límites. Incluso donde no parece posible llegar.
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