Se estrena la verdadera historia de Alexia
Reconstruye la vida de Alexia González-Barros González (Madrid, 7 de marzo de 1971 – Pamplona, 5 de diciembre de 1985), una adolescente que está en proceso de beatificación desde 1993, sobre todo por la fe, entereza y alegría con que afrontó la enfermedad. En efecto, Alexia falleció a los catorce años a causa de un tumor en la columna vertebral. Y, desde su muerte, su devoción se ha extendido por los cinco continentes. Narrado en primera persona por la propia Alexia (Miriam Fernández) y por su ángel custodio, Hugo (Richard del Olmo), el filme incluye testimonios de sus familiares, profesoras y amigas, de los médicos y sacerdotes que la ayudaron, y de varios expertos en procesos de canonización. Todo ello, ilustrado con abundante material fotográfico y fílmico, numerosos fragmentos de las películas domésticas rodadas por su familia e ilustraciones divertidas de algunos episodios significativos de su vida.
Han escrito María Dolores Valdés y María Martínez para CinemaNet
Pedro Delgado ya ha presentado en première, esta semana, su documental ‘Alexia’, la historia de una niña que murió de cáncer a los 14 años. Aunque esté en proceso de canonización, explica, no han pretendido hacer una hagiografía, sino un trabajo periodístico: presentar los hechos al espectador y que éste decida. Aunque, eso sí, lo hace con un formato que deja bastante espacio a la innovación.
¿Qué le decidió a hacer esta película?
Yo tenía que ver “Camino” para las votaciones de la Academia de Cine. No me apetecía, porque en mi casa había dos casos de cáncer y había vivido el fallecimiento de una cuñada joven. Pero decidí verla, y detecté una serie de detalles que me parecían argucias para defender una postura, y eso me sorprendió y me incomodó. Después, iba un día por El Corte Inglés y compré el libro de Urbina sobre Alexia, “Un regalo del cielo”. Se lo regalé a mi mujer, que lo leyó en dos días, y luego lo leí yo. Decidí leer dos libros más, y una noche decidí poner en marcha el documental. Por cierto, mi mujer, que nunca se equivoca, me dijo que no lo veía… parece que esta vez se equivocó. Lo comenté con Darío Chimeno, de “Mundo cristiano”, y a los propietarios de “Septima ars”. Se quedó ahí, pero un tiempo después los dos me volvieron a preguntar. Pensé que era obvio que tenía que preparar un dossier. Me puse con ello, empecé a planear una estrategia de acercamiento a la familia, y puse a mi lado un compañero de viaje, Jerónimo José Martín. Estaba asustado de que pensaran que iba a ir contra el “Opus Dei” y contra la familia.
- Una cuestión importante era el tono de la película. Siendo una niña así, podía resultar una hagiografía. Y, por otro lado, está el componente religioso de su vida, que siempre es difícil de plasmar.
Hemos buscado algo que estaba muy claro para todos, hasta los productores: no íbamos a reinterpretar, ni a añadir elementos que favorezcan al personaje. No hemos intentado ser hagiógrafos, sino hacer una tarea puramente periodística. Es el espectador el que va a juzgar quién es Alexia, a partir de lo que digan los hermanos, los médicos, un exorcista… no el narrador.
Con respecto al aspecto religioso también hemos tratado de ser absolutamente objetivos. En Alexia hay dos grandes influencias, que quedan claras: la presencia del “Opus Dei”, a través de su madre y su confesor; y la presencia de su colegio teresiano. Sin duda, esa simbiosis es la que cuaja en el alma de Alexia, y también hemos tratado de mostrarlo. Aun así, hemos procurado no cargar las tintas en el hecho religioso, sino que también fuera el espectador quien cuantificara esa presencia en la vida de Alexia.
- Se puede decir que las actitudes de Alexia brotaron de esa infancia feliz, acolchada, en la que tuvo tanto cariño…
El cariño no es suficiente. Si una jovencita tiene una vida-muelle, quién es la guapa que, cuando afronta un dolor terrible, muestra una actitud absolutamente increíble en cuanto a madurez y serenidad, diciendo: “Mi dolor no importa. Viene una visita, importa la visita”, sin quejarse.
Estuve rastreando el diario de Alexia en la clínica, buscando deliberadamente un mal comentario sobre alguien. Y no hay ninguno, como “ha venido este médico que es un tostón”. ¿No hemos estado hospitalizados los demás, y sabemos lo que es quejarse en un hospital? ¡Ni el menor mal comentario! Mientras está muriéndose, para ella todos son encantadores, buenísima gente. Eso no es fruto de ser una niña de una buena casa, eso sale de otro sitio.
Cuando uno ve todos los textos con la vida religiosa de Alexia, que no aparecen en la película para que no parezca ñoño, comprende que la vida interior de Alexia viene de antes. Cuando era pequeña, y las amigas tiraban pipas o papeles de caramelo, ella las recogía una a una para que nadie lo tuviera que hacer. Se ve que, en su vida interior, estaba muy por encima de lo que consideramos norman en una cría… o en un adulto.
La familia ni por asomo pensó en una canonización. Pero a partir de la fama de santidad, no propiciada por nadie, y a partir de esas virtudes heroicas, empieza un proceso judicial para ver si se la considera Venerable, que significa que es una persona de especial consideración. Es un proceso largo, y no sencillo.
- Ha hecho un gran esfuerzo técnico por agilizar y hacer moderno el documental, con diversas técnicas como la animación. ¿Cómo se planteó la resolución técnica?
Lo más difícil ha sido dar con un modo de expresión que fuera dinámico, actual, y que rompiera con los documentales al uso. En ese sentido, mi experiencia en el ámbito de la animación sí me ha servido para la planificación. Pero, aun así, teníamos un problema de concepto que rebasaba hasta una planificación ágil: llegar con algo que podía parecer insustancial a mucha gente, como es una niña corriente que no ha salido en los medios por tener un noviete ni cantar en la tele… cómo hacer que eso sea interesante.
El equipo ha sido muy bueno, y eso se nota en el resultado final. Juan, el editor, ha sido maravilloso, tiene una sensibilidad exquisita. La idea que prevaleció fue hacerlo lo más dinámico posible. Fui incorporando recursos que conozco de la animación. También Suso, el infógrafo, hace un trabajo excelente de arropamiento de los dibujos. Al final, no sólo se ve que no era corriente, sino que el producto es fresco y muy ágil.
La narración en primera persona de Alexia es otro punto original.
Cuando Jerónimo y yo iniciamos el proceso de guión, que fue muy arduo, él tuvo la idea de utilizar la voz en off de Hugo, el ángel custodio de Alexia. Pero, inmediatamente, la productora nos la tiró, porque podía quedar muy ñoño. Esto es normal en producción. Luego surgió otro problema añadido: el productor no acababa de ver la voz del narrador. Un día se me ocurrió –ni para ti, ni para mí, como los gitanos– mantener la voz del narrador y convertirla en el Hugo inicial, y que entrara una voz nueva, la de Alexia. Nos pusimos a trabajar con ese nuevo guión, y así adquirió un estatus de ‘ficcionalidad’ que no suele tener el documental. Fue arriesgado, pero no quedaba más remedio que esta alternativa.
- Ha usado los vídeos domésticos con resultados interesantes
A mí me parece fascinante el uso del vídeo doméstico. Quizá suena mal decirlo, pero todos tenemos algo de ‘voyeur’, de mirones. En el ámbito documental se advierte, en los últimos años, este atrevimiento de rescatar películas domésticas. Se está usando mucho, y no por una moda, sino porque nos acerca a la realidad sin maquillajes. Hace no mucho vi, en una televisión extranjera, un documental en el que todo su contenido eran películas domésticas de veraneos en Europa del Este y del Oeste, en la misma época, y contrapuestos. Era fascinante.
En el caso de Alexia, la suerte enorme ha sido disponer de más de dos horas de película; desde que Alexia está en el vientre de su madre, hasta meses antes del proceso médico, porque entonces el padre se derrumba y no tenía ya ganas de grabar. Paco, el padre de Alexia, era un periodista nato. Llega a rodar hasta el cortejo fúnebre de Pablo VI, era un tipo con una visión fílmica increíble. Él no lo sabía, pero yo creo que Dios hizo posible que tuviera todo ese material reservado para algo.
Escribe Alberto Fijo en Aceprensa
Es hermoso lo que ha hecho el director de este documental. Simplemente (no es fácil) se ha dejado llevar por la sencillez desarmante de la historia que se ha propuesto contar.
Delgado y Martín, con un guión más trabajado de lo que pudiera parecer, han compuesto las piezas del puzle, del paisaje humano de una niña madrileña, Alexia González-Barros, que muere con 14 años víctima de un cáncer. Lo han hecho con un lenguaje cinematográfico acorde con una historia que lo que tiene de extraordinaria es, paradójicamente, su tremenda cotidianidad. La normalidad de una niña cristiana que vive y muere de acuerdo con lo que le han enseñado en su casa, en el colegio, en una asociación juvenil, en su parroquia. Así de simple, aunque cuando llega la enfermedad, el dolor y la muerte, hay en la niña una serenidad que no por consecuente, deja de ser admirable y misteriosa.
Alegre y serena, como la propia protagonista que cuenta su propia historia, llega esta película que dura lo que tiene que durar, que se ve bien y permite acercarse a una historia sencilla de gente cotidiana. Se agradece el sentido del humor (esas infografías tan graciosas) y la voluntad de los hermanos de la niña de no convertir la película en una apología, ni siquiera en una reivindicación póstuma, ni de su hermana ni de sus padres.
En Barcelona cines ALEXANDRA a partir del 13 de mayo en el horario 16.05, 17.30, 18.55
CINESA DIAGONAL los días 16, 23 y 30 de mayo a las 20.00 horas