Curar la homosexualidad, una estafa de charlatanes.
Fue con lo mismo con lo que anunciaron los psiquiatras y psicologos Aquilinianos (catalogados por mi parte así en honor a Aquilino Polaino) los que en su día se empeñaron en curar la pedofilia o pederastia con oraciones, sesiones de grupos y fármacos. Y hoy vemos que nuevamente con las mismas técnicas fracasadas, quieren decirnos que curan la homosexualidad. Y vaya que si fracasaron, que se lo pregunten a esos sacerdotes reincidentes, obispos ya eméritos y dimitidos por escándalo de su clero, o las diócesis arruinadas económicamente por indemnizaciones.
Es el nuevo negocio de estos charlatanes. Si te causa problemas tu inclinación sexual; cámbiela. Y como hay gente que es capaz de doblegar no solo su profesión sino hasta su conciencia por la Fe, pues se prestan a estas estupideces y a estafar prometiendo más resultados que los productos anticelulíticos de la teletienda. De Aquilino Polaino que decía éxitos del 75% en sus terapias a un grupo de EEUU que anuncia un 39% de éxito nos deja bien claro por donde quieren llevar el negocio o sus falsas promesas. Y por supuesto, están quienes les dan patio para que vociferen sus resultados porque sienten rencor por los molestos diferentes que cuestionan sus esquemas mentales.
No curan nada, repito, no curan ni curarán nada. Si incapaces son de curar tantas y tantas fobias y esquizofrenias, ¿cómo van a ser capaces de curar la homosexualidad que no es una enfermedad? Proclaman como un éxito el que su paciente no mantenga relaciones sexuales con los de su mismo sexo. Pero ¿y las tendencias? Esas quedan ahí dentro, y a los “curados”, no les queda más remedio que admitir que se curaron cuando solo se han reprimido tras haber sido apartados de un ambiente favorable a sus inclinaciones. Un buen día, ya casados y con muchos hijos, visitan un baño público de esos donde se dice que hay “tema” o un anuncio de la tele de fragancia para hombre, regresan sus inclinaciones y al final surge esa molesta doble vida que afecta a no pocos casados y a sus familiares.
Con los pedófilos pasaba igual, mientras estaban alejados de los niños eran personas normales, y era entonces cuando estos matasanos anunciaban que con sus técnicas de oración, drogas y electroshock, habían logrado la redención. Después soltaban a estos individuos, con engaños a sus obispos, por las parroquias, y se producía lo que todos hemos visto ya.
No es que sea igual el caso de la homosexualidad y la pedofilia. La pedofilia es una enfermedad parafílica de muy difícil superación o nula recuperación, aunque hay casos excepcionales, y la homosexualidad es una orientación sexual. Catalogar la homosexualidad de enfermedad equivaldría clasificar la heterosexualidad de tal cosa, pues las preferencias homosexuales son equivalentes a las heterosexuales solo que cambia un único detalle, que las atracciones y relaciones sexuales y afectivas van hacia personas de idéntico género y no de distinto.
Yo no me opongo a que un homosexual quiera ser heterosexual o que un heterosexual quiera ser un pansexual. La verdad, creo que es mejor que cada uno se conforme con ser lo que uno es, y creo que es mucho mejor que no se discrimine por orientación sexual, religión, raza o procedencia. El empeño de algunos por hacer hincapié en cambiar orientaciones sexuales, es una estupidez y solo traerá sufrimientos a montones de personas que antes que asumir lo que son serán lo que su entorno quiera que ellos sean, aunque tengan que amputar su sexualidad.
Es el nuevo negocio de estos charlatanes. Si te causa problemas tu inclinación sexual; cámbiela. Y como hay gente que es capaz de doblegar no solo su profesión sino hasta su conciencia por la Fe, pues se prestan a estas estupideces y a estafar prometiendo más resultados que los productos anticelulíticos de la teletienda. De Aquilino Polaino que decía éxitos del 75% en sus terapias a un grupo de EEUU que anuncia un 39% de éxito nos deja bien claro por donde quieren llevar el negocio o sus falsas promesas. Y por supuesto, están quienes les dan patio para que vociferen sus resultados porque sienten rencor por los molestos diferentes que cuestionan sus esquemas mentales.
No curan nada, repito, no curan ni curarán nada. Si incapaces son de curar tantas y tantas fobias y esquizofrenias, ¿cómo van a ser capaces de curar la homosexualidad que no es una enfermedad? Proclaman como un éxito el que su paciente no mantenga relaciones sexuales con los de su mismo sexo. Pero ¿y las tendencias? Esas quedan ahí dentro, y a los “curados”, no les queda más remedio que admitir que se curaron cuando solo se han reprimido tras haber sido apartados de un ambiente favorable a sus inclinaciones. Un buen día, ya casados y con muchos hijos, visitan un baño público de esos donde se dice que hay “tema” o un anuncio de la tele de fragancia para hombre, regresan sus inclinaciones y al final surge esa molesta doble vida que afecta a no pocos casados y a sus familiares.
Con los pedófilos pasaba igual, mientras estaban alejados de los niños eran personas normales, y era entonces cuando estos matasanos anunciaban que con sus técnicas de oración, drogas y electroshock, habían logrado la redención. Después soltaban a estos individuos, con engaños a sus obispos, por las parroquias, y se producía lo que todos hemos visto ya.
No es que sea igual el caso de la homosexualidad y la pedofilia. La pedofilia es una enfermedad parafílica de muy difícil superación o nula recuperación, aunque hay casos excepcionales, y la homosexualidad es una orientación sexual. Catalogar la homosexualidad de enfermedad equivaldría clasificar la heterosexualidad de tal cosa, pues las preferencias homosexuales son equivalentes a las heterosexuales solo que cambia un único detalle, que las atracciones y relaciones sexuales y afectivas van hacia personas de idéntico género y no de distinto.
Yo no me opongo a que un homosexual quiera ser heterosexual o que un heterosexual quiera ser un pansexual. La verdad, creo que es mejor que cada uno se conforme con ser lo que uno es, y creo que es mucho mejor que no se discrimine por orientación sexual, religión, raza o procedencia. El empeño de algunos por hacer hincapié en cambiar orientaciones sexuales, es una estupidez y solo traerá sufrimientos a montones de personas que antes que asumir lo que son serán lo que su entorno quiera que ellos sean, aunque tengan que amputar su sexualidad.