Sobre Haití.

Confieso a los visitantes de este blog, que me he visto sin palabras para escribir algo sobre la muerte de tantas personas de Haití. Todo lo que he pensado, me ha llevado a la conclusión que no merecía la pena ni publicarlo, y por ello he optado por callarme y contemplar los acontecimientos.

¿De qué sirve ponerme ahora a hacer teología sobre porqué Dios permite estas catástrofes? Ciertamente para nada. Y más cuando creo que Dios espera nuestra solidaridad con el necesitado en lugar de rezarle a él para que baje a acabar con la catástrofe.

No creo que sea el momento ni de entrar a juzgar la Fe de los haitianos, el materialismo occidental, ni si la muerte es consecuencia del pecado. Quien así se aferra a eso, ya sabemos a lo que va y que es lo que pretende. A Haití no hay que ir con cruces, hay que ir con sacos de comida, con medicinas, con médicos, con arquitectos y sobre todo con mucho dinero para poder reconstruir un país devastado por una tragedia.

Los haitianos se repondrán rápidamente de esta tragedia si se les ayuda, si se les abandona tardarán muchísimo tiempo. Por otra parte, bien difícil será reconstruir un país si nuestros gobiernos no hacen nada por establecer un futuro plan para devolver Haití a una normalidad mucho mejor que antes de la tragedia. Hay pocos meses por delante para hacerlo, pues finalizando el verano comienza la época de los huracanes, y Haití de ellos no se libra.

Un plan acertado sería planificar la reconstrucción de todas las casas, esta vez usando materiales mejores para soportar mejor las catástrofes como esta. Ahora mismo se cuenta con muchísima mano de obra barata, pues muchos haitianos necesitan un empleo, y si se les paga para reconstruir sus hogares, Haití se recuperará y saldrá ganando. Y esto debiera empezarse cuanto antes, pues malo sería que a los supervivientes les pille la temporada de Huracanes. Al mismo tiempo hay que reconstruir los hospitales. Finalizados los hospitales, proceder a reconstruir las escuelas y las universidades, pues son fundamentales para el desarrollo del país.

Por mi parte, no me he quedado atrás y ya hice un donativo a Mensajeros de la Paz, pero esta organización del padre Ángel por si sola es incapaz de cubrir tantas y tantas necesidades, se requiere una ayuda gubernamental. Ojalá los gobiernos se reunieran en la ONU y acordasen un generoso plan de reconstrucción, pero dudo que eso ocurra, porque Haití no es Irak.
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