Nacionalismo excluyente o incluyente.
Me sorprende muchísimo en que para tratar de ofenderme se me llame español, amoroso con España o sumiso al estado Español. Pues español soy porque nací en España, me gusta mi país con sus diferencias culturales (lo cual es sinónimo de riqueza), y no me considero sumiso a alguien porque vivo en una democracia en la que puedo votar a quien me representa o gobierna. Tal vez sea “sumiso” a lo que dicte una mayoría, pero así es la democracia y el espíritu de la democracia dice que no importa el “yo y solamente yo” sino el todos.
He visto en este foro dos tipos de nacionalistas vascos, el incluyente y el excluyente. El incluyente es el nacionalista vasco que ama su tierra, el vasco que ama su cultura y sus costumbres, y es aquel que si acude un extraño, visitante o turista a ver su tierra y cultura, tratará de compartir aquello que ama y desea con el visitante. Este tipo de nacionalistas es el que trata de conquistar con su cultura y sus valores. Sin embargo, observo otro tipo de nacionalistas vascos, el excluyente, aquel que cree que lo suyo es lo mejor, aquel que piensa que su tierra y costumbres no pueden ser compartidas con los extraños o ajenos a las mismas, aquel que cree que sus ideas deben ser aceptadas porque es lo que hay y no hay vuelta de hoja. A este último no le gusta la diversidad de opiniones, siente más orgullo que amor por su tierra. Ve un mundo consistente en el negro o el blanco, el vasco o el español, y le da igual si hay vascos que se sienten españoles o españoles que quieren sentirse vascos sin dejar de ser españoles. Hasta donde yo sé, en una hipotética independencia del Pais Vasco, se podría tener dos nacionalidades (vasca y española) sin que la una excluyese a la otra o una se impusiese a otra.
No os voy a negar que también existe nacionalismo español excluyente, el franquismo fue el máximo representante (y más radical) de ese tipo de nacionalismo. Y aquí en Madrid hay gente que sigue pensando así. Pero yo prefiero incluir a excluir, prefiero apostar por compartir todos lo que mejor tenemos. Y me gusta que cuando alguien nos visite se sienta acogido a sentirse extraño o sospechoso, que le guste visitar este país y tratar con sus gentes. Y que realmente, tal y como decía un precioso anuncio en el metro de Madrid para que visitemos Colombia: “El riesgo de que vengas es que te quieras quedar”.