Nerviosismo con el Papa.
Pero hay nerviosismo palpable en muchos comentaristas de Paco Pepe, en los de la caverna ya ni podemos verlo porque su líder ha impuesto la censura. Una censura ante el peligro que la indignación ultracatólica y la necesidad de desahogo ante el hecho de que el Papa esté poniendo en evidencia continuamente que quiere una menos pomposa Santa Sede. Hay que ver que el Papa no ha tocado ningún tema doctrinal por ahora, ni creo previsible que lo toque (no me hago ilusiones), y todos parecen revueltos en si el crucifijo es de oro o de un metal de valor inferior, si el anillo es de plata dorada o de oro puro, en si el Papa se abraza con la gente y da besos en la cara a las mujeres o si no los da. Hay a quien le fastidia la humildad del Papa porque desacredita con ese “exceso de humildad” los anteriores pontificados. A alguno opina mal que el Papa se vaya a celebrar el Jueves Santo a una penitenciaría de menores. Hay quien incluso duda que este Papa pueda ser o un infiel jesuita o un dudoso pontificado al cuestionar que un jesuita pueda ser Papa. La libertad de expresión de Paco Pepe es ejemplar. En cambio el autocensurado líder de la caverna (que ha borrado de Internet todas sus críticas a Bergoglio) y censurador, ha procedido a censurar a sus murciélagos porque estos criticaban al Papa Bergoglio, y además ha hecho juramento y advertencia que procederá de tal manera.
Si, todos estamos nerviosos y expectantes, y mucho más aquellos que creen estar viendo en el Papa Bergoglio a un reencarnado Juan XXIII que viene otra vez a abrir las ventanas de la Iglesia. Con un poco de suerte, el Papa no solo abra las ventanas de Juan XXIII sino hasta las puertas de la Iglesia y el Líder de la Caverna se nos vaya por ellas. Si tal cosa pasase, aunque no cambie nada la doctrina social de la Iglesia, ya habría que tomarse a Bergoglio por un auténtico progresista.