Monseñor Reig es de esos obispos que no pierde ocasión de ser portada, lo malo es que lo que piensa lo dice, y muchas veces no se para a pensar si lo que dice está bien o está mal. Un cargo como el suyo exige moderación, y pensar lo que dice, y de su homilía solo han sacado ciertas cosas, porque las hay hasta más terribles sobre todo cuando sugiere que la convivencia laboral de un hombre y una mujer es mala porque puede conducir a dos casados a enamorarse y serles infieles a sus conyugues. Ideas más torticeras solo se pueden escuchar de los labios este obispillo de grititos agudos y molestos, con signos de afectación y amaneramientos que a mi no me parecen muy varoniles.

El daño ya lo acaba de hacer el obispo, ahora tendremos tres días consecutivos de despropósitos contra la Iglesia y contra el PP, pues este siempre pilla de camino. Puede ser que Reig, que cuenta si no me equivoco con 65 años, haya usado la retransmisión por TVE para lanzar un mensaje radical con el que perfilarse a suceder a Antonio María Rouco Varela que ya ha presentado su dimisión y en un año y medio o dos años ya estará jubilado. Por ello, Reig podría estar haciendo ruido con sus chillidos.

Lo mejor es no montarle escándalos a Reig, solo desea protagonismo y que la muchedumbre eclesialmente mediática que apoyó al cardenal Cañizares, antes de que Rouco se deshiciera de él, le respalde. La pena es que en esta Iglesia se permita que un obispo diga insultos y no se le amoneste o se le mande callar, y en cambio se amoneste a un teólogo por una discrepancia que puede ser corregible.

Sería deseable que nos quitaran esta desgracia eclesial, que por donde quiera que va siempre monta conflictos o la lia con graves insultos. En esta ocasión ha tocado a casi todos, y ha juzgado las conciencias de gente a la que no conoce como a homosexuales y mujeres que abortan.