Vaya inteligencia periodística.
El caso es que, no contentos con recurrir a una vieja que leía los huesos en Sudáfrica, y con otra que lanzaba granos de café, se han apuntado a las singulares predicciones de un simple pulpo que solo piensa en esconderse la mayor parte del día en su guarida y en ponerse tibio de mejillones. El caso es que el animal, a pesar de su singular estilo de vida, ya lo han catalogado de futurólogo y experto en fútbol, lo cual para el pobre bicho es un privilegio que le permitirá incluir en su dieta más mejillones de los que había previsto.
En España, que no somos nada bobos a la hora de copiar sandeces, nos ha salido un pulpo más listo que el pulpo alemán, este no se conforma con comerse el mejillón del “equipo ganador”, se come directamente los dos, el del "ganador" y el del "perdedor". Y como hay periodistas deportivos que son idiotas, pues acuden en masa a ver al pulpo, más conocido como Pepe para los amigos, a comerse los mejillones. Y el pulpo, que no es un animal tonto, pues feliz. Mientras sea futurologo o mientras dure el mundial, no corre el riesgo de convertirse en un pulpo a la gallega.
En serio, ¿realmente es necesaria tal subnormalidad en periodistas deportivos y en sus respectivos directores? ¿no sería mejor que se fueran a cubrir noticias más importantes como lo que hace España en otros deportes? Hemos llegado a tal agilipollamiento con el fútbol, que se cae en la estupidez de convertir en noticia la dieta de un simple pulpo. Y cuando se pase la moda del pulpo, lo siguiente que vendrá es preguntar intimidades de alcoba o vestuario a los jugadores de fútbol, o el hijo secreto de Cristiano Ronaldo.