Voy a discrepar con un titular de Religión Digital.
Se publicó recientemente un titular en el que se decía que Benedicto XVI había mantenía una reunión cara a cara con su agresora. Pues lo siento pero discrepo, de agresora nada. Esa mujer es una más de las muchas admiradoras que tiene el Papa, que con tan mala fortuna acabó pareciendo lo que no es, una agresora. Que está perturbada, pues ciertamente asi lo afirman los siquiatras, pero la verdad es que esa mujer si hubiera querido hacer daño al Papa le habría arrojado algún objeto o habría llevado un cuchillo encima.
Benedicto XVI debiera ser consciente, y más visto lo visto con su antecesor, que su persona despierta fervores peligrosos en el rebaño, y que mañana podría correr el riesgo de morir arrollado por una estampida humana. Desde luego, esta mujer por fervor casi lo deja escayolado. Ánimos de hacerle daño no tenía, solo quería tocarlo o abrazarlo.
Creo que no pocos perturbados están aprendiendo una lección. Si para tener audiencia con el Papa todos sabemos que es imposible llamar o mandar una carta a la Santa Sede, los perturbados saben ahora que lo mejor es agredirle o por lo memos saltar todas las medidas de seguridad en una misa retransmitida a todo el mundo. Tristemente es así, porque es en el momento en que los medios reparan en el agresor, es cuando hasta el Papa se plantea una visita de excepción para hacer un gesto de cara a la galería. Claro que también se puede fracasar, sino miren a Juan Fernández Krohn.
Pienso que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI hicieron muy mal en visitar a sus agresores. Solo ha servido para aumentar su locura y sus minutos de gloria. Ali Agca desde la cárcel o en libertad montando shows, la perturbada devota que tiró a Benedicto XVI pues igual, y respecto a Juan Fernández Krohn no digamos lo que intento sucesivamente con Juan Pablo II y después con los reyes de España. Por no mencionar a la perturbada que mató al padre Roger de Taize, esa tal vez logró su minuto de gloria, pero en su caso no consiguió más que pasar a la fama sin nombre y apellidos, y así debiera haber ocurrido con los tres agresores antes mencionados.
PD: Me parece muy bien que te admiren, pero muy mal que te guarden fervor, más que nada porque fervor no se le debe tener al Papa sino a Dios.
Benedicto XVI debiera ser consciente, y más visto lo visto con su antecesor, que su persona despierta fervores peligrosos en el rebaño, y que mañana podría correr el riesgo de morir arrollado por una estampida humana. Desde luego, esta mujer por fervor casi lo deja escayolado. Ánimos de hacerle daño no tenía, solo quería tocarlo o abrazarlo.
Creo que no pocos perturbados están aprendiendo una lección. Si para tener audiencia con el Papa todos sabemos que es imposible llamar o mandar una carta a la Santa Sede, los perturbados saben ahora que lo mejor es agredirle o por lo memos saltar todas las medidas de seguridad en una misa retransmitida a todo el mundo. Tristemente es así, porque es en el momento en que los medios reparan en el agresor, es cuando hasta el Papa se plantea una visita de excepción para hacer un gesto de cara a la galería. Claro que también se puede fracasar, sino miren a Juan Fernández Krohn.
Pienso que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI hicieron muy mal en visitar a sus agresores. Solo ha servido para aumentar su locura y sus minutos de gloria. Ali Agca desde la cárcel o en libertad montando shows, la perturbada devota que tiró a Benedicto XVI pues igual, y respecto a Juan Fernández Krohn no digamos lo que intento sucesivamente con Juan Pablo II y después con los reyes de España. Por no mencionar a la perturbada que mató al padre Roger de Taize, esa tal vez logró su minuto de gloria, pero en su caso no consiguió más que pasar a la fama sin nombre y apellidos, y así debiera haber ocurrido con los tres agresores antes mencionados.
PD: Me parece muy bien que te admiren, pero muy mal que te guarden fervor, más que nada porque fervor no se le debe tener al Papa sino a Dios.