Recientemente un amigo ha querido dar los pasos para cambiar de sexo, de hombre a mujer. Por más que intenté disuadirle, sobre todo porque no ha logrado convencerme del todo en su transexualidad, hizo finalmente lo que mejor le pareció.

Tuve que plantarme varias cuestiones importantes, la primera es que quiero mucho a mi amigo que ahora es amiga, la segunda es que me cuesta hacerme a la idea. Pero sobre todo, tuve que admitir que el que ha sido mi amigo, el que me ha acompañado al médico en un momento duro en mi vida, el que me ha escuchado cuando lo he necesitado…, no podía darle la espalda en esto, porque amistad implica también estar ahí en los momentos duros. No puedo por ello darle la espalda, y más cuando conozco que en su interior no busca maldad alguna para si mismo sino una búsqueda noble de su felicidad.

Si no me cuadran los cambios que está haciendo en su vida, porque es un gran cambio, entonces debo aparcar yo mismo mis esquemas mentales de como ha sido hasta ahora mi amigo y pensar en que en el interior de esa mujer que va a ser ahora, ahí va a seguir estando él, y que aunque yo siga viéndole como el hombre que fue, no voy a darle la espalda y voy a estar a su lado y defendiéndola como ella y no como él.

Lo primero no son mis esquemas, lo primero es mi gran cariño y afecto por esa persona, a la que valoro. Y si la valoré como hombre, estoy seguro podré hacerlo como mujer, y si no pues aprenderé. Lo primero la amistad que nos une antes que los esquemas mentales, lo segundo es que no deseo alejarme de él/ella, y lo tercero es que prefiero verle/la feliz, eso por encima de todo, porque me importa. Y si no es feliz con sus decisiones, que en el fondo hasta en eso tengo miedo por lo duro que es la transexualidad, tendré que estar ahí para darle ánimos para que encuentre esa felicidad.