El chantaje de Aminatu Haidar.
Esta señora nos la están queriendo colar como heroína, pero el coste de sus heroicidades lo está pagando España. Ella se enfrentó al estado marroquí por una estupidez del pasaporte y no sé que más cosas. En su derecho está. Los otros en el derecho, a mi juicio ilegítimo, de expulsarla. Pero encima que España le abre sus puertas como pais ejemplarmente democrático, nos monta en cólera con sus ofensivas declaraciones y su huelga de hambre.
Fletar un avión para su regreso, me parece excesivo, que la envíen de turista. Mover papeleo para darle tarjeta de residencia y de nacionalidad también, porque sienta feos precedentes. Y para colmo más que darnos las gracias, la muy lista nos insulta tirándonos a la cara nuestros papeles de residencia y la nacionalidad. Y tras eso, todavía hay requiebros para que se le ocurra comer algo.
Si se muere me va a da igual esta señora. No la tengo ningún respeto porque antes nos lo está faltando a nosotros, viene aquí en plan chula, viene aquí a que sus problemas con Marruecos los tenga también España. Seré partidario de la libertad del Sahara, pero no de las insolentes chantajistas como esta. Lo siento si hiero la sensibilidad de sus fans.
Si el gobierno se pliega a la huelga de hambre de esta señora hasta el punto de arriesgar las siempre delicadas relaciones con Marruecos, en menudas manos estamos. No me gustará su rey ni la tiranía pseudodemocrática marroquí, pero desde luego en el entendimiento de dos países no puede pesar tanto una desconocida que viene a ofendernos tanto a los unos como a los otros, y de paso a enfrentarnos.
Y nuestros estúpidos políticos, que montan en cólera de vez en cuando con lo del velo, a ella por más envelada que la ven le hacen la pelota y la tienen en más consideración que a un pobre sin papeles amante de España y deseoso de trabajar aquí. ¿Por qué? Porque es la mujer del noticiero, la mujer víctima de una injusticia, una heroína, etc. Como si el que cruza medio continente africano y el estrecho en patera no fuera un héroe.
Pues eso, si quiere morirse hambre, que se muera. O bien que alguien decrete su arresto por intento de suicidio y la pongan una sonda gástrica como al cerdo de Iñaki de Juana Chaos. Porque si transigimos en esta estupidez, mañana vendrá a hacer lo mismo el Dalai Lama, el niño piratita o el propio Carod Rovira. Total, chantajear internacionalmente a España se está viendo que es pan comido.