Con esto se cierra el círculo de favores.

Sin duda debieran quedar prohibidos los doctorandos honoris causa, así como cualquier premio limón, ladrillo, arcoiris o boniato rebozado que les diera a cualquiera por crear. En su mayoría son lo que son, un premio para quienes nos caen bien, para quienes nos hacen suculentos favores, o incluso para que los que reciben dicho premio den prestigio al premio.

El Cardenal Cañizares ha obtenido de la UCAM un galardón y todo un reconocimiento por lo corrupto que es. Por llamar a un amigo o conocido suyo, por usar su cargo o cargos, por usar y abusar de su influencia, y por arrastrarse no por intereses eclesiales, que para eso ya lo puede asegurar en Murcia la diócesis que ve una universidad que es el punto y aparte. Queda bastante claro por quien se mueve Cañizares y los premios y honores recibidos.

Y puestos a brindar por todo lo alto, brindemos contra el relativismo moral que tan asiduamente su persona practica. Para hacer favores a amigos, para aplastar a enemigos, para arrastrarse como un abraza farolas por todos los lados buscando los mejores premios y cargos. Que ya lo se muy bien, que lo vemos todos. Que ese premio es un reconocimiento a tan alta labor para llenar su currículo y sus bolsillos. ¿Y la Iglesia? Pues la Iglesia le pone el terciopelo, y si no se lo pone siempre le queda volver a aquella época en que vestía de seglar y se codeaba con todo el progresismo eclesial, claro que ahora difícilmente lo recibirían los amigos traicionados, incluso los de su bando el cardenal de Madrid, o su ahora denostado y odiado Federico al que tanto fue capaz de besar los pies.

Ya se le vio el plumero, no nos de más lecciones desde su cátedra del relativismo moral, ya sabemos que en eso usted es un genio. Sinceramente, me quedo como estoy antes que hacerle caso o seguirle usted. Por ello le deseo que su inútil doctorando, su nueva línea curricular por favores prestados, se traduzca para usted en una dolorosa indigestión.
Volver arriba