Las flagelaciones de Wojtyla.

No sé que clase de santo quieren desde la Santa Sede que veamos en Juan Pablo II, pero ir publicando cosas tan privadas de una persona no puede sino recordarme a los íntimos asuntos de los que trata la prensa del corazón.

El propio Wojtyla no deseaba que se supieran, cerraba la puerta y hacía lo que le parecía bien. Si estaba bien o no de la cabeza por esas continuas flagelaciones o por dormir desnudo por los suelos, a saber. A mi me hablan que fulano hace eso, y me da por creer que algo no funciona bien en esa cabeza. Pero para locuras las de cada uno, y seguro que cada santo ha tenido la suya, y bien sabemos el lado oscuro de no pocos de ellos.

Mal ejemplo daba hasta el mismísimo San Pedro, que cuando venían las persecuciones o los problemas, rápidamente era el primero que se escondía o renegaba de Cristo, hasta que un buen día, se encuentra caminando con Cristo:

- Quo vadis Domine? Le dijo San Pedro presumiblemente en latín.
- Mi pueblo en Roma te necesita, si abandonas a mis ovejas yo iré a Roma para ser crucificado de nuevo. – Le respondió Jesucristo.

Lo curioso es que se nos quiera poner a los santos como ejemplo para todo, cada uno tenía sus vergüenzas, y alguno hasta era un asesino que torturaba personas y nunca se arrepintió de ello porque creía que era su obligación. Lo de Juan Pablo II es mucho menos que lo que hizo San Pedro o lo que hizo San Pedro Arbues, y además si tan bueno fue como se dice, que importan estas tonterías de lo que hiciera a puerta cerrada.

No hay que estar orgulloso de las flagelaciones del Papa o de si dormía desnudo en los fríos suelos o sobre las alfombras con los ácaros. Eso es la intimidad de un pontífice. Podría ser un problema psicológico, que como ya dije Dios nos libre de no tenerlos o de los que tengamos. Podría ser una forma de controlar sus debilidades. Un mal habito adquirido. O bien no tiene ninguna importancia, como en la India no la tiene que uno duerma sobre puntiagudos clavos.

Una cosa ridícula es que si Karmele Marchante, acompañada de su compañero y rival Jesús Mariñas, hubiesen dicho que Carmen Sevilla duerme desnuda por los suelos y se flagela, aunque fuese cierto, muchos de los que tanto veneran a Juan Pablo II y justifican orgullosos sus flagelaciones y su rara forma de dormir, hoy dirían que ese mujer esta loca. Pues esto no es ningún mérito de santidad, y tratar de promover esto como mérito es una gilipollez. Es como si hoy nos da por decir que San Pedro salía corriendo de Roma para ir a comprar tabaco al estanco, porque en Roma tras el incendio como se había puesto muy caro, y que al regresar se lo llevaron preso.

Sea lo que sea, que no hagan méritos de santidad con estas cosas. Si tanto quieren a Juan Pablo II, que le hagan el favor de respetarle su vida privada. Y es más, si nadie llegó a verle ni flagelarse, ni dormir indecentemente por los suelos, que dejen de especular con lo que hacía en la alcoba.
Volver arriba