¿Las flagelaciones eran penitencia?

Tras el artículo de opinión anterior, mi fiel lector Acólito, discrepó conmigo alegando que el Papa hacía penitencia. El caso es que me cuesta creer que el Papa, estando donde está, con la cultura que sin duda tenía Juan Pablo II, y hasta con un confesor que sin duda tendría, hiciera esto y no otras cosas como penitencia. Si verdaderamente hacía penitencia, no comprendo si Juan Pablo II era pretridentino, o es que cargaba con pecados de muchísima gravedad como para mortificarse a diario.

En primer lugar, no creo que Juan Pablo II cometiese pecados tan graves para tales penitencias. Y en segundo lugar, si así fuese, ningún pecado tan grave puede justificar una penitencia tan salvaje.

Y sobre los ayunos, eso me cuesta creerlo teniendo el Papa tal cantidad de actos y viajes en su agenda. A lo mejor un día no desayunaba, no comía y no cenaba, pero dudo que haciendo ayunos fuertes con tanta frecuencia hubiera podido resistir más de 25 años de pontificado.

Tiendo a creer que todo esto de airear los secretos de alcoba, que a saber si son ciertos, obedecen a una finalidad. No creo que se quiera hacer público estas cosas así sin más, pues escandalizan, algo hay detrás. Tal vez haya interesados en parar su beatificación. Tal vez hay quienes quieren recuperar costumbres perdidas. Tal vez, temiendo que esto se supiera, hayan querido lanzarlo para encubrir o enmascarar, o tal vez delatar, algo concerniente a Juan Pablo II. Francamente, no lo sé y no entiendo a ciencia cierta porque buscarle estos méritos para santidad cuando seguramente podrían alegar otros muchos. Lo que pienso es que ciertos prelados quieran ganar dinero vendiendo libros sobre Wojtyla, pues ya fuera vivo o muerto, el fanatismo entorno al Papa genera unos ingresos millonarios. Pero como os digo no lo sé.

Pero lo que si creo acólito, es que no podía tratarse de una penitencia. Si así fuese, el Papa la hizo muy mal, porque un penitente rodeado de dinero, lujos e influencias, tal vez hubiera hecho algo verdaderamente más coherente apartándose de aquello como penitencia. Salvo que esa misma opulencia, lujos e influencias fuesen la causa de sus dolores, en cuyo caso vuelve a ser culpa suya hacer penitencia sin tener intención de enmendar su “pecado”, que en mi opinión tampoco es para tanto.

Yo creo que, si realmente hacía eso, lo hacía para mortificarse, en cuyo caso también lo desapruebo porque el método era peor que la enfermedad. Si uno quiere renunciar al tabaco, hace esfuerzos por dejarlo. Si uno deja el sexo, hace también esfuerzos por dejarlo. Si para dejar el tabaco hay que clavarse púas, azotarse o dormir desnudo en el suelo, es que su problema realmente está lejos de superarse. Y si así fuese, Juan Pablo II debió haber encargado que su confesor fuese además de sacerdote, sicólogo, que en la Iglesia los hay y seguramente a montones.

Pero como ya os dije, esto de airear estas cosas creo que obedece a una estrategia que ahora no sabemos cual es y que intención persigue, pero estas cosas no se cuentan a la prensa con tanta gratuidad. Y más cuando hoy en día escandalizan y se prestan a malas interpretaciones. Aunque tal vez, es posible que ciertos prelados vaticanos de la Santa Sede no tengan ni dos dedos de frente, y vivan tan aislados del mundo, que ni se den cuenta de los graves riesgos de seguir jugando con el fanatismo entorno a Juan Pablo II.

PD: Muchos sabéis que no soy un defensor de Juan Pablo II, más bien un crítico. Pero no me creo esto de las flagelaciones. Además, no comprendo que supuestamente quienes le quieren, revelen hoy sus secretos de alcoba de los que nunca presumió y más bien trató que nadie se enterase por ser un tema privado. Más que honrarle, creo que le están haciendo un desprecio, una violación a su intimidad.
Volver arriba