Una profesión que atrae a mucho pedófilo.
No es la de sacerdote la profesión o vocación que atrae a muchos pedófilos, la mía es tal vez la primera de todas y es tristemente en la mía en la que se producen más abusos que en la de sacerdotes. ¿Cuántos profesores han abusado de niños en España? Pues ciertamente muchos. ¿Y cuantos sacerdotes? De momento se sabe que doce.
No puedo evitar solidarizarme con los sacerdotes y los religiosos, pues bastante chaparrón tienen que aguantar. Si a un profesor lo acusan de pedófilo, prácticamente lo han derribado de su profesión, aunque sea todo mentira. Con un sacerdote hoy y ahora ocurre lo mismo, aunque luego sea todo falso. Y es que, cuando te marcan socialmente con un duro estigma en ciertas profesiones, estás acabado, y cualquier intento por regresar chocará con los prejuicios y prevenciones de una sociedad que en ocasiones no respeta ni la inocencia de una persona.
Como quiero ser breve, no quiero acabar sin antes recordar que solo me solidarizo con gran parte del clero y no con todo el clero. Con ciertos obispos y curiales, pues que caiga sobre ellos la justicia. Lo que hicieron de trasladar y consentir abusos no tiene ningún perdón. Es imperdonable la incompetencia del competente en situaciones graves. Ocultar abusos, parar investigaciones o taparlos como se ha hecho a sabiendas que el abusador seguirá haciendo de las suyas es una irresponsabilidad. Y no voy a defender a quien no se defiende o pide perdón aunque solo sea por sus errores de incompetencia, Benedicto XVI tiene seguramente su parte de culpa, y si no empieza él mismo a reconocer su ineficacia e incompetencia en ciertos temas cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, mucho me temo que carecerá de autoridad moral para echar en cara el mismo pecado a aquellos obispos que tampoco hicieron nada.
No puedo evitar solidarizarme con los sacerdotes y los religiosos, pues bastante chaparrón tienen que aguantar. Si a un profesor lo acusan de pedófilo, prácticamente lo han derribado de su profesión, aunque sea todo mentira. Con un sacerdote hoy y ahora ocurre lo mismo, aunque luego sea todo falso. Y es que, cuando te marcan socialmente con un duro estigma en ciertas profesiones, estás acabado, y cualquier intento por regresar chocará con los prejuicios y prevenciones de una sociedad que en ocasiones no respeta ni la inocencia de una persona.
Como quiero ser breve, no quiero acabar sin antes recordar que solo me solidarizo con gran parte del clero y no con todo el clero. Con ciertos obispos y curiales, pues que caiga sobre ellos la justicia. Lo que hicieron de trasladar y consentir abusos no tiene ningún perdón. Es imperdonable la incompetencia del competente en situaciones graves. Ocultar abusos, parar investigaciones o taparlos como se ha hecho a sabiendas que el abusador seguirá haciendo de las suyas es una irresponsabilidad. Y no voy a defender a quien no se defiende o pide perdón aunque solo sea por sus errores de incompetencia, Benedicto XVI tiene seguramente su parte de culpa, y si no empieza él mismo a reconocer su ineficacia e incompetencia en ciertos temas cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, mucho me temo que carecerá de autoridad moral para echar en cara el mismo pecado a aquellos obispos que tampoco hicieron nada.