La rehabilitación de Mario Conde.

Llevar la gestión de un banco no digo yo que sea moco de pavo. Estoy seguro que entraña sus dificultades. Pero crear un agujero de dinero y hundir uno de los bancos más importantes de un país, no hay que ser para ello un tonto, hay que ser un necio o un estafador.

Mario Conde es un hombre inteligentísimo, preparado y con una formación deslumbrante. Y en los negocios un lince. No se le puede tener por necio. Pero su gestión al frente de Banesto demuestra que fue un estafador, y no un necio y un mal gestor. Este señor actuó de mala fe, y fue con su cara dura por todas partes dando a entender que era un señor.

El obispo de Tui-Vigo es en cambio el prototipo de necio. Proponer como modelo a un tipejo que frecuenta y frecuentó a la masonería reconociéndolo y elogiándola, que estafó millones a una entidad bancaria haciéndolos desaparecer. Si a base de conceder créditos en tiempos de gran morosidad, logró llevar a la entidad a la bancarrota, eso si, sus amigos estuvieron muy agradecidos. Y sobre la desaparición de capitales que se le atribuye ni hablemos.

Pues si el obispo de Tuy-Vigo y el canal Intereconomia confían en el criterio de un estafador, como para echarse a temblar. Claro que no es nada nuevo esto en la Iglesia. Alfonso Coronel de Palma fue condenado por estafa a no presidir entidades financieras por su implicación en Eurobank, y mira donde lo tuvo colocado Rouco en la COPE. Y si hablamos de Ruiz Mateos, uno de los mayores defraudadores de la seguridad social, un tipejo que ha estafado a sus empleados y proveedores, bien se sabe en que estima lo han tenido esas parroquias a las que el desviaba los fondos que le hacían falta para sanear sus empresas.

¿Qué tendrán estos obispos para juntarse tanto con personajes condenados por su mala gestión empresarial?
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