La resurrección de Lazaro de Betania y el Padre Masia.

No soy teólogo, mucho menos un experto en sagrada escritura. Luis Fernando Pérez Bustamante tiene una manía tan atroz al padre Juan Masiá, que no duda en atacarle cuanto puede y prejuzgarle hasta en lo más profundo de los pensamientos de una persona, ni que fuese un telepata. Masiá se mueve en equilibrios teológicos, y ahí muchos debiéramos preguntar y escuchar, y luego después consultar y contrastar, y más cuando no somos teólogos en lugar de agarrar la primera piedra. Luis Fernando crea polémica contra Masiá porque ha escrito esto:

Ya sabemos, por la hermenéutica, que Lázaro no fue devuelto a la vida milagrosamente por Jesús, sino que el capítulo 11 del evangelio según Juan es una dramatización narrativa del evangelista para escenificar y repensar la verdad profunda de que Jesús es la Resurrección y la Vida, liberando así al discipulado del miedo a la muerte.


No me metería en esta polémica si no hubiese abierto mi biblia de Ediciones Paulinas, traducida de los textos originales bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto (con un equipo amplio de lumbreras) y aprobada por la Conferencia Episcopal Española a 11 de Febrero de 1988. En los comentarios de la misma sobre la muerte de Lázaro en Juan 11 copio exactamente lo que dice:

La peculiaridad de nuestro relato en comparación con los otros signos es que aquí el hecho y su interpretación se hallan fusionados, constituyendo una unidad literaria. Así lo exigía la dramatización de esta historia singular. Su dimensión simbólica es clara: Jesús es la resurrección y la vida bien porque da la vida del cuerpo como la espiritual; él es el vencedor de la muerte; él no deja a sus “amigos” en el sepulcro; su unión con él es la garantía de la vida, no solo en un futuro lejano - como lo piensa Marta, expresando así la convicción judía de la época-, sino ya a partir del momento presente; desde la Fe, el hombre vive ya en la eternidad de Dios. Más allá del hecho, y prescindiendo de la realidad del mismo, se halla esta enseñanza permanente y consoladora.


Masiá esta dando una interpretación teológica del texto en Juan 11. Del mismo no es importante que Lázaro resucitase en esta vida, sino quien da la verdadera resurrección y la verdadera vida es Cristo.

Se ignora bastante que se hizo después de Lázaro. Se ignora si volvió literalmente a la vida (como es la nuestra) o recibió un tipo de vida que es del otro mundo pero manifestándose en este (apariciones). Juan es el único evangelista que cita un hecho tan importante como es esta resurrección, pero Juan es un evangelista que escribe en un doble plano, uno de superficie y otro más profundo.

Otro evangelista cita resurrecciones con la muerte de Jesús, es Mateo en 27, 52, y se habla de sepulcros que se abrieron, hombres santos que volvieron a la vida y se fueron derechitos a Jerusalén a aparecerse a todos los que pudieran. Según la edición bíblica que tengo, esta resurrección significa:

La “resurrección de los justos” del AT indica que los muertos han sido liberados por el descenso de Cristo a los infiernos y entran con Cristo en la Jerusalén celestial.


Luis Fernando y otros le tienen una tirria increíble a Masiá. Que me la tengan a mi que me meto con ellos se entiende, pero a un hombre que no se mete con nadie y pasa de discusiones acaloradas resulta incomprensible. Cuando conocí a Masiá me pareció un hombre pacífico y tranquilo, una buena persona. No es un hombre dado a meterse con nadie, y mucho menos a escribir a comisiones buscando perjudicar a otros.

Con lo bonito que sería leer de Masiá más lo que nos une y no rebuscar incluso microscópicamente en lo que les separa en interpretaciones. Y mucho menos sacar textos de Masiá de su contexto en el artículo para hacer decir con ellos lo que a ellos les interesa que digan.
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